Translation for "formulación" to english
Formulación
noun
Translation examples
Sobre la formulación de proyectos
On project formulation
A. Formulación y retirada de las reservas: a) Momento en que puede tener lugar la formulación de una reserva; b) Procedimiento de formulación; c) Retirada;
A. Formulation and withdrawal of reservations: (a) acceptable times for the formulation of a reservation; (b) procedure regarding formulation of a reservation; (c) withdrawal.
La formulación de políticas de Estado y la participación social organizada en la formulación de las políticas públicas.
Formulation of State policies and organized social participation in the formulation of public policies.
"Formulación y"... ¿Qué hace este tío, escribir ambigüedades?
"Formulation and"... What does this guy do, write in double talk?
Algunas de tus formulaciones son un poco peligrosas.
A few of your formulations are a bit precarious.
Director de GPM Proyecto Formulación de NASA Sede central
GPM Project Formulation Manager from NASA HQ.
Algo que desarrollé llamado, formulación integral de ruta.
Something I developed called, um... path integral formulation.
Eso estuvo mal, una formulación torpe.
That was wrong, a clumsy formulation.
Haga la formulación de este plan de mercadeo.
Now, formulate this market plan.
He leído las formulaciones. No están bien definidas.
- Formulations I've seen are not well defined.
Ataque puede ser una formulación más exacta, Capitán.
Attack might be a more precise formulation, captain.
La claridad de la formulación es esencial en mi profesión.
Clarity of formulation is essential in my profession also.
La formulación es matemáticamente equivalente a las formulaciones más usuales.
The formulation is mathematically equivalent to the more usual formulations.
¡Qué formulación más endeble!
What a flimsy formulation that was!
—Ay, esa formulación no es mía.
Not my own formulation, alas.
De Forest, esta legendaria formulación;
De Forest, with that legendary formulation;
—repitió, complacido con esta formulación.
he repeated, pleased with this formulation.
No se correspondía con las formulaciones de PREDPRESA.
It didn't fit the PREDPREY formulations.
Pero estoy de acuerdo con la formulación de Bernstein;
But I accede to Bernstein’s formulation;
Las formulaciones, exposiciones y demostraciones son algebraicas.
The formulations, expositions, and demonstrations are algebraic.
Esta formulación aparece en De vulgari eloquentia.
This formulation is offered in the De vulgari eloquentia.
–Ésa es una buena formulación -observó Wallander-.
— C’est une bonne formule.
noun
113. Se ha logrado mejorar considerablemente el procedimiento administrativo para la formulación de denuncias.
112. With regard to the administrative procedures for filing complaints, a substantial improvement has been achieved.
Si la investigación demuestra que hubo delito, el caso se remite al Fiscal del distrito donde se cometió el delito para que adopte una decisión definitiva respecto de la formulación de cargos.
If the investigation reveals evidence of a criminal offence, the case is transferred to the office of the District Attorney in the area where the offence occurred for a final decision on whether to file an indictment.
Así, se ha eliminado el factor administrativo en la formulación de una apelación extraordinaria.
Thus, the administrative factor in the filing of an extraordinary appeal has been eliminated.
A través de la página Web de la Fiscalía General de la República se orienta a las personas afectadas sobre los pasos a seguir para la formulación de las denuncias en los órganos respectivos.
The webpage of the Office of the Government Attorney advises affected individuals on the steps to follow in filing a complaint with the competent bodies.
La República de Tayikistán no acepta la recomendación relativa a la formulación de una declaración en la que se reconozca la competencia del Comité contra la Tortura para recibir comunicaciones.
Tajikistan does not accept the recommendation to file a declaration recognizing the competence of the Committee against Torture to receive communications.
El hecho de no hacerlo es motivo para que se le retire el título de detective y los emolumentos correspondientes sin perjuicio de la formulación de cargos administrativos contra él.
Failure to do so is a ground for the removal of the title detective and the accompanying emoluments without prejudice to the filing of administrative charges against him.
b) Adoptar medidas eficaces para facilitar la asistencia de las víctimas en la formulación y presentación de denuncias;
(b) Adopt effective measures to assist victims to prepare and file complaints;
a) Formulación oficial de una propuesta de enmienda por un Estado parte mediante su presentación al Secretario General de las Naciones Unidas, quien es depositario de este tratadoNotas (continuación)
(a) Formal proposal of an amendment by a State party through filing it with the Secretary-General of the United Nations who is depositary of this treaty; 4/
En su último informe anual oficial, el Ombudsman de Derechos Humanos de la República de Eslovenia indica que la actual reglamentación que rige la formulación de denuncias no es satisfactoria.
In the latest official Annual Report, the Human Rights Ombudsman of the Republic of Slovenia stated that the present legal regulations governing the ways to file a complaint are unsatisfactory.
La formulación de cargos está programada para mañana y en ese momento te declararás inocente.
Your arraignment is scheduled for tomorrow, at which time we'll file a plea of not guilty.
Siempre es útil conocer a un médico forense que también se pone al teléfono pasada la medianoche cuando surge una pregunta relacionada con la formulación específica de las marcas de tortura en un informe médico.
It’s always good to know an expert in forensic medicine, especially one who answers his mobile after midnight when you’ve got a question about the precise wording of traces of torture in a medical file.
lA vocecilla nasal te importuna y dejarás de transcribirla, con la decisión, no por meditada menos brusca, de quien, defendiéndose de una agresión radiofónica, acalla violentamente la onda y aprieta con furia el botón: volviendo de nuevo a la masa de testimonios que se hacina en tu biblioteca minúscula y los estantes del mueble clasificador: en la abuhardillada habitación en la que obstinadamente te entregas al experto onanismo de la escritura: el inveterado, improductivo acto de empuñar la pluma y escurrir su filiforme secreción genitiva según las pulsiones de tu voluntad: desde la obra maestra de aquel astuto chantre de Talavera que, sometido en apariencia a las servidumbres del discurso moral, supo descubrir de soslayo el genio latente de una lengua hoy por hoy en barbecho tras su ya centenario agotamiento en un siglo anormalmente feraz, pasando por los escritos de paquidermos prebostes e iconoclastas audaces, hasta la en rústica publicación habanera que radiografía y desvela la sacarócrata explotación familiar: deteniéndote en especial en aquellos autores cuya aguda conciencia de desdicha nacional les condujo a interrogarse tristemente sobre la decrepitud del país y sus posibles remedios: escrupulosa formulación de diagnósticos con las correspondientes medicinas, prescripciones, recetas: interiorización o apertura, modernismo o ensimismamiento: panaceas sugeridas no una sino docenas de veces, con notas y registros diferentes, sin caer en la cuenta (como tú ahora) que ni el ilustrado benedictino prolífico ni el digno prisionero de Bellver, ni el melancólico selfbanished Spaniard ni el lúcido visionario suicida, ni la tan celebrada generación del búho salmantino ni las que después siguieron (y aún siguen) sus huellas acertaron a descubrir la verdadera raíz de los males: la imagen del blondo, angelical infante majestuosamente posada en su dompedro te orienta quizá por la buena vía y te inspira de paso la solución: la de un país (el suyo) secularmente estreñido, acomodado también en un trono de autosuficiencia cuya almohadilla de raso encubre a los ojos del público el secreto de una oquedad circular bajo la cual, al abrigo de los costados del solio, acecha en respetuosa aunque impaciente espera el sublime y sublimador adminículo, el hoy día relegado orinal que históricamente precede en la antigüedad al hijo querido de la puritana ocultación, dernier cri de la antaño pujante revolución industrial inglesa: mientras una nube de curanderos presuntos y oficiosos galenos asedian en vano al paciente con supositorios, lavativas, purgantes: realidad nacional que cabría representar, no, como suele hacerse, con la hiératica figura del solemne vencedor de «Las lanzas» o el muy tieso «Caballero de la mano en el pecho», sino en forma de un enjuto, grave y silencioso hidalgo, surgido también de algún lienzo de Velázquez o el Greco, pero en posición encogida y levemente inclinada adelante, de modo que sus doblados calzones de rico paño escondan el borde rotundo del receptáculo teóricamente destinado a recibir la donación del óbolo, indiferente a solicitudes y ruegos, cantos de sirena y apremios mundanos, encomiado por sus panegiristas en razón de su paciencia ejemplar y cristiana porfía y, en resumidas cuentas, apretado, avaro, tacaño, sordo a los conjuros de los médicos que con solutivos, ayudas, laxantes tratan sin éxito de aflojar el canal y facilitar el demorado desempeño en tanto que, augusto e impertérrito como el segundo filipo, responde a su febril actividad e inquietud acóngojada con un escueto y cavernoso «sosegaos»: su centenaria contracción rectal, sus ofrendas duras, trabajosas, mezquinas no serían pues resultado de una innata predisposición metafísica (como creyera el ornitorrinco ortodoxo) ni una dieta represiva eficaz (como sostienen sus víctimas), antes bien (tal concluyes ahora) de una pertinaz anomalía digestiva, convertida, por error de diagnóstico y falta de tratamiento adecuado, en incurable enfermedad crónica: ello aclararía por fin la indigencia y parvedad de sus frutos (en particular, si los comparamos con los de sus antiguos rivales): esas obras indigestas, compactas, recias, amazacotadas que caracterizan desde siempre su producción literario-científica y (por qué no?) la milagrosa secreción de sus densas, odoríferas perlas que ninguna nariz (divina o humana) podría aspirar sin una impresión de intensa delicia, de genuina y rendida admiración: país (el suyo) en que los malestares, dolencias, desórdenes, paulatinamente endémicos, solapadamente morbosos, han entrado en una fase contagiosa y viva, cuyo paroxismo, acuidad, virulencia se manifiestan en copia de síntomas a su vez precursores de nuevas complicaciones y agravantes que excluyen toda esperanza de alivio o de lenitiva intervención de enfermerías, clínicas u hospitales: proceso aparentemente fatal, sin cura ni terapéutica, que induce a reputados facultativos a expresarse en términos de desahucio, siendo así que la solución está a mano (y sin necesidad de doctos estudios), en los manuales y enciclopedias populares de medicina: basta para ello consultar (como tú) el capítulo consagrado a la rareza o cortedad de las evacuaciones y las causas (internas o externas) que las originan: alimentación irregular, bebida escasa, insuficiencia de musculatura intestinal, carencia de reflejos peristálticos: y proceder a continuación a la práctica de las diversas providencias que se imponen: movimientos gimnásticos, masaje abdominal, ejercicios al aire libre antes y después de las comidas, duchas escocesas o frías en la región lumbar: sin descuidar la consabida dieta de legumbres (crudas o cocidas), frutas (especialmente ciruelas y uvas), cientocincuenta gramos de miel, un vaso de agua o leche frías tomado en ayunas: ah, y sobre todo, abandonar inmediatamente el uso del dompedro o WC automático en favor de la desdeñada evacuación ancestral!: una posición defectuosa durante el proceso constituye un obstáculo grave a la oportuna liberación del intestino: en lugar de acomodarse en un asiento horizontal a cuarenta centímetros del suelo (o algo menos de la mitad en el caso del dompedro) el sujeto (o país) extreñido debe ponerse en cuclillas, apoyando de preferencia los pies en un escalón elevado, de una altura de veinticinco centímetros: dicha postura (se lo garantizamos!) coadyuva al funcionamiento de los músculos abdominales que impulsan la circulación serpentina y constituye un argumento de peso en boca de quienes preconizan la óptima relajación del canal y el retorno a los viejos, entrañables placeres de la emisión en la zanja pública
ad augusta per angusta the insistent, nasal voice annoys you and you will cease to transcribe it, suddenly but nonetheless deliberately, like someone who, protecting himself against a radiophonic act of aggression, violently silences the blast by furiously pressing the button: again returning to the mountain of testimony that has accumulated in your minuscule library and on the shelves of your improvised filing cabinet: in the room with the dormer window in which you stubbornly devote yourself to the expert onanism of writing: the inveterate, unproductive act of clutching the pen and letting its filiform generative secretion flow in accordance with the impulses of your will: from the masterwork of that astute archpriest of Talavera who, apparently subjected to the servitude of moral discourse, found a way to plow down at an angle and bring to the surface the latent genius of a language that thereafter lay fallow after having exhausted itself in an extraordinarily fruitful century, down through the writings of pachydermous provosts and daring iconoclasts, to the paperbound volume published in Havana which x-rays and reveals the exploitation of your sucrocratic family: stopping for long stretches at those authors whose acute awareness of your country’s wretched state led them to sadly ponder its decrepitude and the possible remedies for it: scrupulous diagnoses, with corresponding medicines, prescriptions, proposed cures: recommendations that it open outward or turn in upon itself: modernism or self-absorption: panaceas suggested not once but dozens of times, in different keys and registers, without (like you) taking into account the fact that neither our prolific and illustrious Benedictine, nor our worthy prisoner of Bellver, nor our melancholy self-banished Spaniard, nor our lucid visionary who committed suicide, nor the much-celebrated generation of the owl of Salamanca, nor those generations which followed (and still continue to follow) in its footsteps, ever managed to discover the real roots of our ills: the image of the blond, angelic heir apparent majestically sitting on his chamber pot has perhaps set you on the right path and given you a hint of the correct answer: that of a country (his) that has been constipated for centuries, it too established on a self-sufficient throne whose satin cushion conceals from the eyes of the audience the secret of a double circular cavity beneath which, shielded by the sides of the canopied throne, there awaits in respectful but impatient expectation the sublime and sublimatory artifact, the today-discarded chamber pot which historically precedes the beloved son of puritan concealment, the dernier cri of the once-mighty English industrial revolution, as a horde of presumed healers and licensed disciples of Galen vainly attack the patient with suppositories, enemas, physics: a national reality that should rightly be represented not, as is usually the case, in the hieratic figure of the victor portrayed in The Surrender of Breda or in the solemn Gentleman with His Hand on His Breast, but in the form of an austere, grave, silent hidalgo, who has also stepped straight out of some canvas by Velázquez or El Greco, shown, however, in a squatting position and leaning slightly forward, so that the folds of his underpants of fine cloth hide the round edge of the receptacle theoretically destined to receive the offering, indifferent to pleas and entreaties, sirens’ songs, and the pressure of the world’s opinion, praised by his panegyrists for his exemplary patience and his Christian steadfastness, and to sum the matter up briefly, tight, niggardly, and stingy, deaf to the urgent exhortations of those physicians who with purges, cathartics, laxatives attempt unsuccessfully to loosen up the canal and facilitate the long delayed discharge, as meanwhile he responds, as august and imperturbable as the second Philip, to their feverish activity and anxious concern with a mere cavernous “calm yourselves”: his long-standing rectal contraction, his hard, painful, miserly offerings are thus probably not the result of an innate metaphysical predisposition (as the orthodox mastodon had believed), or of a most effective, draconian regime (as his victims maintain), but, rather (you now conclude), of a persistent digestive anomaly, which through faulty diagnosis and a lack of proper treatment, has turned into an incurable chronic illness: this would at last explain the poor quality and quantity of his output (in particular if we compare it to that of his historical rivals): those indigestible, compact, heavy, dull works that have always been characteristic of his literary-scientific production and (why not?) the miraculous secretion of dense, fragrant pearls, whose aroma no nose (divine or human) could breathe in without an impression of intense delight, of helpless, wholehearted admiration: a country (his) in which a sense of malaise, pains, disorders, which have slowly become endemic, insidiously morbid, have now entered an extremely contagious phase, whose paroxysms, acuteness, and virulence are merely symptomatic, the premonitory signs of new and aggravating complications that preclude all hope of relief or lenitive surgery in infirmaries, clinics, or hospitals: an apparently fatal process, with no known cure or treatment, which leads renowned physicians to use the term irreversible, even though the solution is at hand (and with no need for learned specialists), in popular medical manuals and encyclopedias: all that is needed is to consult (as you are doing) the chapter devoted to the infrequency or paucity of evacuation and the causes (internal or external) thereof: improper nourishment, lack of liquid, insufficient intestinal musculature, a lack of peristaltic reflexes: and immediately proceed to the application of the various measures that are so patently necessary: gymnastics, abdominal massage, outdoor exercise before and after meals, alternate hot and cold showers in the lumbar region: not to mention the usual diet of vegetables (raw or cooked), fruits (cherries and grapes in particular), one hundred and fifty grams of honey, a glass of cold water or milk taken on an empty stomach: ah, and above all, abandoning forthwith the use of a chamber pot or a flush toilet in favor of the much-disdained ancestral method of evacuation!: an improper position during the process constitutes a serious obstacle to the proper freeing of the intestine: instead of settling down comfortably on a horizontal seat some eighteen inches off the floor (or somewhat less than that in the case of the chamber pot), the constipated subject (or country) must squat down with his feet preferably resting on a raised step twelve inches high: such a posture (we guarantee it!) aids the functioning of the abdominal muscles that are responsible for serpentine circulation and constitutes a weighty argument when forthcoming from the lips of those who recommend the optimum relaxation of the canal and the return to the old, intimate pleasures of emission in common sewer ditches
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