Translation for "exiguement" to spanish
Translation examples
Il était exigu, même pour lui.
Era estrecho incluso para él.
C’est exigu et encombré.
Estrecho y engorroso.
Mais c'est un peu exigu pour toi.
Sin embargo, es un poco estrecho para ti.
L’intérieur de l’hélicoptère était exigu et dépouillé.
El interior del Hind era estrecho y vacío.
Klara était montée avec moi sur le pont exigu.
Klara había subido conmigo al estrecho puente.
D’ici, l’endroit n’a pas l’air si exigu.
Desde aquí fuera no parece tan estrecho.
Ce monde commençait à lui paraître bien exigu.
Comenzaba a parecerle un mundo más bien estrecho.
Mais, dans ce couloir sombre et exigu, le projectile se perd.
Pero la bala, en ese pasillo oscuro y estrecho, se vuelve loca.
Dans cet endroit clos et exigu, la puanteur est oppressante.
En aquel espacio estrecho y cerrado, la peste es insoportable.
Ils avaient passé la nuit dans l’habitacle exigu de la camionnette.
Habían pasado la noche dentro de los estrechos confines de la furgoneta.
Bureau exigu, appartement exigu, siège exigu au dernier rang de la classe économique où je respirais l’odeur des toilettes exiguës situées au-dessus de mon épaule.
Una oficina apretada, un apartamento apretado y un asiento apretado en la última fila de tercera, donde respiraba todos los aromas que salían del apretado lavabo, que estaba justamente detrás de mi hombro.
Ils se turent dans l’ascenseur exigu, serrés l’un contre l’autre.
Guardaron silencio en el exiguo ascensor, apretados una contra otro.
Une seconde porte se découpait dans le mur de droite de cet espace exigu.
Había una segunda puerta en la pared de la derecha de ese espacio apretado.
Notre emplacement sur le pont étroit était très exigu et je prévoyais un voyage fort inconfortable.
El espacio en la estrecha cabina nos hacía estar enormemente apretados y yo preveía que teníamos por delante un viaje de lo más incómodo.
On emportait sur une civière le chauffeur de l’engin italien, qu’on avait non sans difficulté extrait de l’intérieur exigu de son poste de pilotage.
Estaban sacando al conductor del bólido italiano en una camilla, después de extraerlo con cierta dificultad de los apretados confines de la carlinga.
Les autres patients étaient répartis sur les deux étages du corps principal, au-dessous de l’appartement exigu mais bien commode de Dan dans la tourelle.
El resto de los pacientes ocupaban las dos plantas debajo del apretado pero funcional apartamento de Dan en el torreón.
Certes, d’un point de vue planétaire, ils restaient exigus, mais il y avait des années qu’Honor n’appliquait plus ces normes à son cadre de vie.
Todavía era algo pequeño y apretado desde el punto de vista planetario, pero hacía muchos años que Honor no aplicaba esos estándares a su espacio vital.
Allongée dans son siège exigu, la très vieille femme en combinaison spatiale regarde la caméra et fait un clin d’œil.
La anciana embutida en el traje espacial se echa hacia atrás en su apretado asiento, mira a la cámara y guiña un ojo.
« Pleurant, muettes, refusant de rencontrer son regard, nous nous tenions devant lui jusqu’à ce qu’il se fatigue et nous renvoie dormir dans la litière suffocante, un coffre de bois exigu, percé de minuscules ouvertures.
Llorando, evitando mirarlo a los ojos, permanecíamos allí sin decir nada, hasta que se hartaba de nosotras y nos mandaba de nuevo a dormir a nuestra pequeña y apretada litera (un minúsculo habitáculo de madera, con sólo diminutas ventanas), donde habíamos estado hasta que nos había llamado.
L’ourlet de son pantalon fatigué fourré à l’intérieur de ses grosses chaussures d’homme, elle tendait une jambe pour marquer son territoire dans l’espace exigu du carrosse. Comme le reste, une attitude qui n’avait rien de féminin.
Pantalones bastos metidos en botas de trabajo muy apretadas, una de las cuales se extendía desafiante hasta el centro del suelo del carruaje, como si pretendiera reclamar para sí el territorio. Apenas la menor concesión a la feminidad por ninguna parte.
Les Partials avaient été conçus pour faire des soldats, et pas n’importe quels soldats : les fantassins étaient tous de jeunes hommes, les généraux des messieurs d’un certain âge, et Samm avait dit que leurs médecins étaient des femmes, et leurs pilotes, des filles au corps menu, faites pour entrer facilement dans des véhicules étroits et des cockpits exigus.
Los Parciales habían sido diseñados como soldados específicos: los de la infantería eran todos hombres jóvenes; los generales eran hombres mayores, y Samm había dicho que los médicos eran mujeres y que los pilotos eran chicas menudas que cabían fácilmente en vehículos pequeños y cabinas reducidas.
Parce que les modestes domaines des Baelish se trouvaient dans le plus exigu des Quatre Doigts, et parce que Petyr demeurait chétif et fluet pour son âge. Ser Rodrik s’éclaircit la gorge. « Ah, lord Baelish... » Son esprit s’abîma dans la quête scabreuse d’une formule polie. Elle avait pour sa part franchi le cap des mignardises.
Las modestas posesiones de su familia se encontraban en el más pequeño de los Dedos, y además Petyr era flaco y menudo para su edad. —Lord Baelish estaba… eh… —Ser Rodrik carraspeó y se perdió en la búsqueda del término más educado. Pero Catelyn estaba por encima de la cortesía.
Très vite, elles se retrouvèrent régulièrement pour boire un pot en fin de journée, ou partager un brunch le dimanche, et Andy prit l’habitude de passer à Harper’s Bazaar, pour boire un café et bavarder avec Emily. Celle-ci venait d’être promue rédactrice mode adjointe, et on lui avait octroyé un bureau pour elle seule, exigu certes, mais doté d’une fenêtre.
Las dos chicas no tardaron en quedar a menudo para ir a la happy hour de algún bar, para un desayuno tardío el domingo, o para tomar un café rápido en el despacho que Emily tenía en Harper’s Bazaar, donde recientemente la habían ascendido a editora júnior de moda y le habían concedido un despachito para ella sola, pequeño pero con ventanas.
Ce jour-là, en tout cas, au début de l’été 1967, dans le silence du plein midi que je passai, sans rencontrer d’autre visiteur, à l’intérieur de la forteresse de Breendonk, parvenu au bout d’un deuxième tunnel interminable, je faillis m’arrêter, ne pas m’engager dans le couloir en pente raide qui, si ma mémoire est bonne, permet, en se tenant à peine debout, de gagner l’une des casemates. Là pèse aussitôt sur vous le poids d’une chape de béton de plusieurs mètres, l’espace est exigu, se termine en pointe d’un côté et en arrondi de l’autre, et comme le sol se situe à un bon pied au-dessous du boyau d’accès, il ressemble moins à un réduit qu’à un cul-de-basse-fosse. Et pendant que mon regard plongeait dans ces oubliettes vers des profondeurs qui me semblaient constamment s’affaisser, vers le sol de pierre grise et lisse, vers la grille d’écoulement en son milieu et le seau de fer-blanc à côté, remonta de l’abîme la vision de notre buanderie à W., et en même temps, suscitée par le crochet de métal pendant du plafond au bout de sa corde, celle de la boucherie devant laquelle il me fallait passer pour aller à l’école et où souvent, à l’heure de midi, on voyait Benedikt ceint d’un tablier de caoutchouc asperger les carreaux avec un gros tuyau.
En cualquier caso entonces, en aquella hora del mediodía silenciosa de principios del verano de 1967 que, sin encontrar a ningún otro visitante, pasé en el interior de la fortaleza de Breendonk, apenas me atreví a ir hasta el punto en que, al final de un segundo túnel largo, un corredor no mucho más alto que un hombre y, según creo recordar, escarpado, descendía hacia una de las casamatas. Esa casamata, en la que se siente enseguida que se está bajo una capa de hormigón de varios metros de espesor, es una habitación estrecha, uno de cuyos lados acaba en punta y el otro es redondeado, cuyo suelo está un buen pie más bajo que el corredor por el que se entra, y por eso es menos una mazmorra que una fosa. Mientras miraba esa fosa, su fondo que, según me parecía, se hundía cada vez más, el suelo de piedra lisa y gris, la rejilla del desagüe en su centro y el cubo de lata que había al lado, surgió del abismo la imagen de nuestro lavadero en W. y al mismo tiempo, evocada quizá por el gancho de hierro que colgaba del techo de una soga, la de la carnicería por delante de la cual tenía que pasar siempre al ir al colegio y en donde, al mediodía, estaba a menudo Benedikt con un mandil de goma, regando las baldosas con una gruesa manga.
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