Translation for "démarra" to spanish
Translation examples
Cela démarra comme un jeu, une sorte de défi où elle s’emplit l’esprit d’images épouvantables.
Había empezado como un juego, una especie de desafío que se había insinuado en las márgenes de su mente y en el que ésta se llenaba de imágenes horripilantes.
Lorsque le train démarra, il se rassit dans l’encoignure et ferma les paupières comme s’il avait pris une résolution, comme si son agitation avait fini par l’agacer, comme s’il avait décidé de se tenir tranquille.
Cuando el tren empezó a moverse, el hombre volvió a acurrucarse en su rincón y cerró los ojos con actitud decidida, como si al final su propia inquietud hubiese empezado a irritarle y hubiera decidido quedarse quieto.
La publication démarra modestement, un trimestriel d’à peine une quarantaine de pages, mais, en l’espace de deux ans, Andy et Emily sortaient sept numéros par an (un mois sur deux, plus un numéro spécial en juin) et comptabilisaient plus d’abonnées et de ventes en kiosque qu’elles ne l’avaient projeté au départ.
Había empezado con cierta modestia, en forma de publicación trimestral de unas cuarenta páginas por número, pero al cabo de dos años ya publicaban siete números al año (uno cada dos meses, más el número especial de junio) y tenían más suscriptores y compradores en puntos de venta de lo que habían planificado en un principio.
Rykoff lâcha Mabasha et fit volte-face. Wallander eut tout juste le réflexe de se jeter à terre. Une rafale d’arme automatique fit exploser les vitres dans une pluie de débris de verre. Il entendit des hurlements. Une voiture démarra. Il se releva à temps pour voir que c’était une Audi noire.
Rykoff soltó el brazo de su víctima, se dio la vuelta y lanzó contra Wallander una ráfaga de metralla que atravesó los cristales de la ventana; los fragmentos le dieron en la cara. Al oír los gritos de la gente y el motor de un Audi negro que desaparecía calle abajo, salió corriendo a la calle, donde había empezado a aparecer gente a medio vestir. Al ver a Wallander pistola en mano, se hicieron a un lado entre gritos.
II Le train ne roulait plus sur des rails mais sur le fil d’une terrifiante lame, et c’est donc ainsi, par la folie, funeste mais mesurée, de la circulation urbaine, et une panique intérieure frémissante, inhérentes à l’arrivée par le train de Keihan, que tout commença : lorsque l’on descendait après Shichijo, près de l’ancien site aujourd’hui disparu de Rashômon, dans le quartier de Fukuine, les maisons et les rues étaient soudain différentes, c’était comme si les formes et les couleurs s’étaient subitement effacées, il n’en était qu’à une station mais se sentait hors de la ville, à l’extérieur de Kyôto, même si la cité n’avait pas encore – pas si rapidement – perdu ses plus intimes secrets, il se trouvait donc au sud, au sud-est de Kyôto, et c’est de là qu’il démarra, par des ruelles étroites et labyrinthiques, tournant ici à gauche, avançant tout droit, tournant à nouveau à gauche, le doute aurait dû le gagner, et tel fut d’ailleurs le cas, mais il ne s’arrêta pas pour demander son chemin, n’interrogea personne, au contraire, il poursuivit sa route sans se poser de question, sans hésiter, sans réfléchir sur la direction à prendre lorsqu’il arrivait à l’angle d’une rue, car son intuition lui disait qu’il trouverait ce qu’il cherchait, les rues étaient vides, les magasins fermés, il se rendit alors compte qu’il n’aurait pu, l’eût-il voulu, demander son chemin à personne, puisque l’endroit était désert, comme si une fête ou un drame se déroulait quelque part, mais ailleurs, loin d’ici, en un lieu vu duquel ce petit quartier était sans intérêt, ils étaient tous partis, tous ceux qui se trouvaient ici étaient partis, il n’y avait pas âme qui vive, pas même, comme on aurait pu s’y attendre en cette calme matinée ensoleillée, un gamin en fugue ou un vendeur de nouilles, ou encore, tapie derrière les barreaux d’une fenêtre, une tête immobile, observant, puis se rétractant subitement, il était seul, constata-t-il, et il bifurqua à gauche, puis avança à nouveau tout droit, et c’est alors qu’il remarqua qu’il grimpait depuis un certain temps, que les ruelles où il marchait, tournant ici à gauche, avançant tout droit, étaient nettement inclinées, il ne pouvait rien affirmer de plus, eut été incapable de dire que la pente démarrait à tel ou tel endroit, en vérité il s’agissait plutôt d’une sensation, d’une nette impression que tout, lui-même inclus, grimpait depuis un moment, et c’est ainsi qu’il atteignit un long mur d’enceinte, sur sa gauche, un mur sans ornement, un mur construit en pisé sur un treillis de bambou, blanchi, coiffé d’une rangée horizontale de tuiles faîtières bleu turquoise légèrement émoussées, le sentier longea le mur sur une longue distance, sans que rien ne se passât, on ne pouvait rien entrevoir par-dessus, il avait été érigé trop haut pour permettre de jeter un regard et de voir ce qui se trouvait à l’intérieur, il n’y avait aucune fenêtre, aucune porte, aucune ouverture sur toute la longueur, rien, et puis soudain le mur traça un angle, il tourna sur sa gauche, le sentier longea le mur encore un moment et finalement s’arrêta net, l’orienta directement vers un pont en bois, léger et délicat, si léger et si délicat qu’il semblait flotter dans les airs, un pont couvert d’un toit fait d’écorce de cyprès, les piles, minutieusement polies, étaient en cyprès également, le tablier, mou, battu par la pluie, se balançait doucement sous les pas et, de chaque côté : le vide et la verdure, de la verdure partout.
II El convoy no corría por raíles sino por un único e impresionante filo de navaja, de tal manera que todo comenzó con el delirio equilibrado y agorero que caracteriza el orden del tráfico urbano y con un tembloroso pánico interno que marcó su llegada en el tren de la línea de Keihan, y fue bajarse después de Shichijo junto a la antigua y ya desaparecida puerta de Rashomon, en el barrio de Fukuine, y ver de pronto otro tipo de construcciones, otro tipo de calles, como si se hubiesen perdido de repente los colores y las formas, o sea, que le dio la sensación de haber salido de la urbe, de que bastaba una sola estación para dejar atrás Kioto, una ciudad que aun así no perdía su profundo misterio y menos de forma tan repentina, de modo que se encontró, pues, al sur de Kioto o, más concretamente, al sudeste, y allí emprendió la marcha, por calles estrechas y laberínticas, ora doblando a la izquierda, ora volviendo a la línea recta, ora doblando otra vez a la izquierda, de tal forma que al final debería haberse sentido del todo desorientado y, en efecto, lo estaba, pero aun así no se detuvo, no preguntó, no inquirió nada a nadie, sino todo lo contrario, continuó sin plantear preguntas, sin asombrarse ni detenerse titubeante en una esquina tratando de averiguar la vía que debía seguir, pues algo le hacía presumir que de todas maneras encontraría lo que buscaba, allí, en aquellas calles vacías con las tiendas cerradas, pues en ese momento descubrió, además, que no habría hallado a nadie dispuesto a ayudarlo a dar con el camino porque estaba todo desierto, como si en algún lugar se celebrara una fiesta o se hubiera producido una desgracia, pero lejos de allí, en otro sitio, donde este pequeño barrio no interesaba a nadie, ya que se habían marchado, todos cuantos allí vivían se habían ido, no quedaba ni un alma, no se veía ni a un niño perdido, ni a un vendedor de pastas, ni una cabeza que, espiando inmóvil y atenta tras las rejas de una ventana, se retirara de improviso, nada de lo que podía suponerse que apareciera a última hora de una mañana tranquila y soleada, o sea, que comprobó que estaba solo, dobló a la izquierda y siguió luego en línea recta, hasta tomar conciencia de que llevaba un rato ascendiendo, de que las callejuelas por las que iba ora hacia la izquierda, ora en línea recta, conducían desde hacía un tiempo todas cuesta arriba, aunque no podía asegurar nada más, por cuanto no podía afirmar que la pendiente hubiese empezado aquí o allá, sino tan sólo que se trataba de una toma de conciencia, de la sensación determinada de que, con él, todo llevaba un rato subiendo… y así se topó con un muro a su izquierda, carente de todo adorno, hecho con adobe sobre una nervadura de bambú, pintado de blanco y rematado con unas tejas un tanto desgastadas de color turquesa puestas de través, por cuyo lado transcurría largo trecho la acera, y no ocurrió nada, no se podía mirar por encima, ya que el muro era demasiado elevado, de modo que no era posible ver qué había en el interior, y no existía en el camino ni ventana, ni portezuela, ni resquicio alguno, y cuando llegó a una esquina torció a la izquierda, y a partir de allí continuó el camino arrimado a la pared, hasta que acabó y desembocó en un puente de madera ligero y delicado que parecía flotar precisamente por su ligereza y delicadeza, un puente hecho de madera de ciprés y provisto de una cubierta de corteza también de ciprés, entre cuyas columnas perfectamente pulidas había unos bancos reblandecidos y curtidos por la lluvia que se mecían suavemente como si respondieran a los pasos, y abajo, a los dos lados: la profundidad, toda verde.
En fait, elle n’avait même pas encore commencé, car la popularité aux États-Unis ne démarra pas avant la sortie de l’édition « pirate » par Ace en 1965 et de l’édition autorisée par Ballantine la même année.
En realidad no había comenzado, porque la popularidad en EE UU no despegó hasta la edición «pirata» de Ace de 1965 y la autorizada de Ballantine que la siguió el mismo año.
Il enclencha une vitesse et démarra doucement.
Cambió de marcha y comenzó a avanzar—.
Le petit déjeuner démarra en cahotant.
La preparación del desayuno comenzó mal.
Elle embraya et la Rolls démarra.
-Apretó el embrague y el Rolls Royce comenzó a andar.
Il enclencha la première de leur Ford d’emprunt et démarra.
Cambió la velocidad de su Ford prestado y comenzó a rodar hacia el camino Kansas.
Il n’y eut pas de présentations protocolaires et Crawford Sloane démarra par une brève déclaration.
No hubo una presentación formal y Crawford Sloane comenzó con una breve declaración.
Il démarra, la ventilation se mit en route. — Vous habitez où ?
Él puso el coche en marcha y el aire climatizado comenzó a funcionar. —¿Dónde vive?
La fête, comme toutes les fêtes, démarra sous de bons auspices.
La fiesta, al igual que cualquier otra fiesta, comenzó con muy buenas expectativas.
La musique démarra, la bonne humeur se mit à régner, et la fête gagna en conviction.
Comenzó la música, la animación fue en aumento y la fiesta cobró ímpetu.
La voiture démarra et fonça sur l’autoroute, flanquée des deux autres véhicules.
El automóvil comenzó a andar y aceleraron por la autopista, flanqueados por los dos automóviles restantes.
Pruno émit un bruit qui démarra comme un rire, mais se termina en quinte de toux.
Pruno emitió un sonido que comenzó como una sonrisa y pronto se tornó en tos.
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