Translation for "tendril-climbing" to spanish

Tendril-climbing

• zarcillo
• zarcillo de escalada

Translation examples

zarcillo

On Prinsengracht in the center of Amsterdam an elderly man stepped out onto the balcony of his little flat, one of the dozens into which what had been a pair of centuries-old canal houses and former warehouses had been converted, these flats looking out into a courtyard that was as lush with foliage as a tropical jungle, wet with greenness, in this city of water, and moss grew on the wooden edges of his balcony, and ferns also, and tendrils climbed up its sides, and there he had two chairs, two chairs from ages ago when there were two people living in his flat, though now there was one, his last lover having left him bitterly, and he sat down on one of these chairs and delicately rolled himself a cigarette, his fingers trembling, the paper crisp but with a hint of softness, from the damp, and the tobacco smell reminded him as it always did of his departed father, who would listen with him on his record player to audio recordings of science fiction adventures, and would pack and puff on his pipe, as sea creatures attacked a great submarine, the sounds of the wind and waves in the recording mixing with the sounds of the rain on their window, and the elderly man who was then a boy had thought, when I grow up I too will smoke, and here he was, a smoker for the better part of a century, about to light a cigarette, when he saw emerging from the common shed in the courtyard, where garden tools and the like were stored, and from which a steady stream of foreigners now came and went, a wrinkled man with a squint and a cane and a Panama hat, dressed as though for the tropics.
En el Prinsengracht, en pleno centro de Amsterdam, un hombre ya mayor salió al balcón de su pequeño piso, uno de los muchos pisos en que habían sido convertidas varias casas de doscientos años lindantes con el canal, pisos que daban a un patio tan exuberante como una selva tropical, húmedo de verdor, en aquella ciudad de agua, y en los bordes del balcón de madera crecían musgo y helechos, y por los costados trepaban zarcillos, y el hombre tenía allí dos sillas, dos butacas antiquísimas de cuando eran dos personas en la vivienda, no una como ahora, pues su último amor lo había abandonado, y se sentó en una de las sillas y se puso a liar un cigarrillo con cuidado; los dedos le temblaban, el papel estaba rígido pero tenía un toque suave, debido a la humedad, y el olor del tabaco le recordó, como siempre, a su padre, que ya no estaba con él y que escuchaba con él en su tocadiscos viejas grabaciones de ciencia ficción mientras llenaba y encendía su pipa y criaturas del océano atacaban a un gran submarino, los sonidos del viento y las olas en la grabación mezclándose con el sonido de la lluvia en la ventana, y aquel anciano, que entonces era un muchacho, pensaba cuando sea mayor yo también fumaré, y aquí estaba ahora, fumador durante gran parte de un siglo, a punto de encender un cigarrillo, cuando vio salir del cobertizo comunitario que había en el patio, donde guardaban herramientas de jardín y cosas así y del que ahora entraban y salían extranjeros constantemente, a un hombre de rostro arrugado, medio bizco, con bastón y sombrero panamá, vestido como si estuviera en el trópico.