Traducción para "y conmovedor" a francés
Ejemplos de traducción
Hay un juego que se llama Gatita que resulta muy divertido para la jugadora; es así: Miau, estoy muerta (tumbada boca arriba, agitando las patitas en el aire de un modo conmovedor, haciéndote la indefensa);
Il y a un jeu appelé Minou qui paraît-il est très drôle ; on y joue comme ça : Miaou, je suis morte (et on s’étend sur le dos, les quatre pattes en l’air, sans bouger) ;
En efecto, como recuerdo ahora nuestras reuniones, bueno, pues, había en ellas mucho de bueno y hasta de conmovedor. Imagínese usted, acuden cinco o seis muchachos, arde una vela de sebo, se sirve un té malísimo con terrones de un azúcar rancio, rancísimo;
En effet, quand je me rappelle nos réunions... Ah ! je vous le jure, il y régnait une certaine grandeur et même quelque chose de touchant. Transportez-vous dans une assemblée de cinq à six jeunes gens ; une seule bougie les éclaire ;
Abrió la puerta de la furgoneta, de un brinco el perro se le subió a los brazos, al fin el perro fue el primero, y le lamía la cara y no lo dejaba ver el camino, ese en el que aparece atónita Isaura Madruga, suspéndase ahora todo, por favor, que nadie hable, que nadie se mueva, que nadie se entrometa, ésta es la escena conmovedora por excelencia, el coche que viene subiendo la ladera, la mujer que en lo alto da dos pasos y de pronto no puede andar más, vean sus manos apretadas contra el pecho, a Cipriano Algor que sale de la furgoneta como si entrara en un sueño, Encontrado que va detrás y se le enreda en las piernas, sin embargo no sucederá nada malo, era lo que faltaba, caerse antiestéticamente uno de los personajes principales en el momento culminante de la acción, este abrazo y este beso, estos besos y estos abrazos, cuántas veces será necesario que os recuerde que el mismo amor que devora está suplicando que lo devoren, siempre ha sido así, siempre, pero hay ocasiones en que nos damos más cuenta.
Il ouvrit la portière de la fourgonnette, d’un bond le chien lui sauta dans les bras, nul doute qu’il serait toujours le premier, il lui léchait le visage et l’empêchait de voir le chemin en haut duquel Isaura Madruga apparaît, stupéfaite, que tout à présent reste en suspens, que personne ne parle, surtout, que personne ne bouge, que personne n’intervienne, c’est la scène émouvante par excellence, le véhicule qui gravit la côte, la femme qui fait deux pas et soudain ne peut plus avancer, voyez ses mains qui compriment sa poitrine, voyez Cipriano Algor qui sort de la fourgonnette comme s’il pénétrait dans un rêve, Trouvé qui saute et s’enroule autour de ses jambes, toutefois rien de mauvais ne se produira, il ne manquerait plus que cela, qu’un des personnages s’écroule inesthétiquement au point culminant de l’action, cette étreinte et ce baiser, ces baisers et ces étreintes, combien de fois faudra-t-il rappeler que ce même amour qui dévore supplie qu’on le dévore, il en a toujours été ainsi, toujours, mais il y a des moments où nous le remarquons davantage.
Te quedaste mirando cómo las cenizas subían y danzaban entre una multitud de imágenes del pasado, cayendo en picado para remontar después el vuelo, y las cenizas se elevaron por encima de una pareja joven que miraba al cielo y luego la mujer miró al hombre y el hombre le ofreció una flor y sus corazones latieron abriéndose poco a poco y las cenizas cayeron sobre su primer beso y luego sobrevolaron a una pareja joven paseando a un bebé en un cochecito por el Mercado de los Granjeros y al final las cenizas viraron por un jardín y se arrastraron hacia el estuco rosa de la primera —y única— casa que habían comprado como familia, en una calle llamada Valley Vista, y luego las cenizas recorrieron arremolinadas un pasillo detrás de cuyas puertas había niños y volaron entre los globos y apagaron suavemente las velas que ardían delicadamente sobre el pastel comprado que había en la mesa de la cocina el día de tu cumpleaños, y giraron alrededor del árbol de Navidad que se erguía en el centro del salón y oscurecieron las luces de colores que lo decoraban, y las cenizas siguieron la bici sobré la que pedaleabas por la acera cuando tenías cinco años y luego se colaron por el Slip’n’Slide amarillo en el que jugabas con tus hermanas y flotaron en el aire y aterrizaron en las hojas de las palmeras que rodeaban la casa y en un vaso de leche que sostenías en tu mano infantil y en tu madre en bata mirándote nadar en una piscina clara e iluminada y una película de ceniza se extendió sobre la superficie del agua, y tu padre peleaba contigo en el agua y tú amerizabas contento salpicándolo todo, y mientras la familia atravesaba el desierto en coche sonaba una canción («Someone Saved My Life Tonight», dice el escritor) y las cenizas salpicaron las Polaroid de tus padres de jóvenes y de todos los lugares a los que fuisteis cuando erais una familia y el vapor de la piscina iluminada seguía elevándose detrás de ellos junto con el aroma de las gardenias que se mezclaba con el aire nocturno, bamboleándose en el calor, y había un pequeño golden retriever, un cachorrito, saltando afable por los bordes de la piscina, eufórico, tratando de cazar un Frisbee, y las cenizas cubrieron las piezas del Lego esparcidas delante de ti y luego, por la mañana, tu madre se despidió con la mano y su voz dulce y las cenizas siguieron girando perseguidas por niños y cubrieron las teclas del piano que tocabas y el tablero de backgammon con el que jugabais tu padre y tú y se posaron en la playa en Hawai sobre una fotografía de las montañas tapada en parte por el destello de la cámara y oscurecieron una puesta de sol anaranjada sobre las rizadas dunas de Monterrey y llovieron sobre las tiendas rosas de un circo y una noria en Topanga Canyon y ennegrecieron una cruz blanca clavada en una colina del cabo San Lucas, y se escondieron en las habitaciones de la casa de Valley Vista y la hilera de retratos familiares, extendiéndose por todas las promesas anuladas y los vínculos perdidos, los deseos insatisfechos y los desengaños conocidos y los miedos confirmados y todos los portazos y las reconciliaciones que nunca ocurrieron, y pronto cubrieron todos los espejos de todas las estancias que habitamos, ocultándonos nuestras imperfecciones aun cuando las cenizas corrían por nuestras venas, y siguieron al chico de nuestra progenie que huyó, el hijo que descubrió lo que eres, y todo el mundo era demasiado joven para comprender que nuestra vida estaba plegándose sobre sí misma —era una tontería muy conmovedora pensar que de algún modo se nos ahorraría todo eso—, pero las cenizas siguieron avanzando y cubrieron una ciudad entera con una nube arrastrada por el viento y continuaron ascendiendo y las imágenes empequeñecieron y pude ver la ciudad en que había nacido mi padre cuando sobrevolaron las montañas de Nevada mezcladas con la nieve que allí caía y cruzaron el río y entonces vi a mi padre caminando hacia mí —volvía a ser niño y sonreía y me ofrecía una naranja con ambas manos mientras los perros cazadores de mi abuelo perseguían las cenizas por las vías del tren ensuciándose el pelaje— y las cenizas empezaron a derramarse sobre las imágenes y pasaron por encima de su madre dormida y mancharon la cara de mi hijo que soñaba con la luna y en cuyo sueño las cenizas oscurecían la superficie lunar al pasar volando pero en cuanto se alejaron la luna brilló como nunca y las cenizas llovieron en remolinos, rutilantes, y pronto las devoró una luz en la que empezaron a desmoronarse las imágenes.
Tu regardais les cendres continuer à s’élever et à danser à travers une multitude d’images du passé, replongeant et puis remontant dans l’air, et les cendres se sont élevées au-dessus d’un jeune couple, les yeux au ciel, et puis la femme a dévisagé l’homme et il avait une fleur à la main et les cœurs battaient fort en s’ouvrant lentement et les cendres sont tombées en travers de leur premier baiser et puis sur un jeune couple poussant un bébé dans sa poussette au Farmer’s Market et finalement les cendres ont virevolté à travers un jardin et ont été chassées en direction du stuc rose de la première – et unique – maison qu’ils avaient achetée ensemble, dans une rue appelée Valley Vista, et puis les cendres ont tourbillonné dans un couloir et derrière les portes se trouvaient les enfants, et les cendres ont croisé des ballons dans l’air et ont soufflé doucement sur les flammes des bougies dansant délicatement sur le gâteau acheté chez le pâtissier sur la table de la cuisine le jour de ton anniversaire, et elles ont gravité autour de l’arbre de Noël qui était au centre de la salle de séjour et ont fait pâlir les petites lumières colorées suspendues à l’arbre, et les cendres ont suivi le vélo de course sur lequel tu pédalais quand tu avais cinq ans, et puis elles ont dérivé vers le toboggan jaune et mouillé sur lequel tes sœurs et toi jouiez, et elles ont flotté dans l’atmosphère et atterri sur les frondaisons des palmiers entourant la maison et un verre de lait que tu tenais, enfant, et ta mère en robe de chambre te surveillant pendant que tu nageais dans une petite piscine d’eau claire et une pellicule de cendres se déposait à la surface, et ton père te jetait dans la piscine et tu éclaboussais joyeusement tout autour, et on entendait une chanson pendant qu’une famille roulait vers le désert (Someone Saved My Life Tonight, dit l’écrivain) et les cendres tachaient les Polaroïds de ta mère et de ton père, jeunes parents, et tous les endroits où nous sommes allés en famille et la petite piscine continuait à faire de la vapeur derrière eux avec l’odeur des gardénias montant dans l’air de la nuit, vacillant dans la chaleur, et il y avait un petit golden retriever, un chiot, adorable, bondissant à côté de la piscine, extatique, courant après le Frisbee, et les cendres ont recouvert les Lego qui étaient étalés devant toi et le matin il y avait ta mère qui faisait au revoir de la main et t’appelait doucement, et les cendres continuaient à tournoyer dans l’espace avec des enfants qui leur couraient après, et elles ont couvert de poussière les touches du piano sur lequel tu jouais et le jeu de backgammon sur lequel ton père et toi vous affrontiez, et elles ont atterri sur le rivage à Hawaï dans une photo des montagnes partiellement cachées par le reflet sur l’objectif et elles ont assombri un coucher de soleil orange au-dessus des dunes ondulées de Monterey et elles se sont mises à pleuvoir sur les tentes roses d’un cirque et une grande roue à Topanga Canyon et elles ont noirci une croix blanche qui se dressait sur une colline à Cabo San Lucas, et elles se sont cachées à l’intérieur des pièces de la maison de Valley Vista et derrière la rangée de portraits de famille, dérivant sur tous les rendez-vous annulés et les avions ratés, les désirs non exaucés et les déceptions confirmées, et très vite elles ont recouvert tous les miroirs dans toutes les pièces où nous vivions, nous cachant nos propres imperfections au moment où les cendres ont circulé dans nos veines, et elles ont suivi le garçon sombre qui s’est enfui, le fils qui a découvert ce que tu es, et tout le monde était trop jeune pour comprendre que notre vie se repliait sur elle-même – c’était tellement idiot et touchant de penser à un moment donné que, d’une certaine façon, nous serions tous épargnés, mais les cendres ont continué à progresser et recouvert une ville entière avec un nuage s’éloignant poussé par le vent et ne cessant de monter et les images ont commencé à devenir plus petites et je pouvais voir la petite ville où il était né alors que les cendres passaient au-dessus des montagnes du Nevada, se mélangeant à la neige qui tombait là et qu’elles traversaient une rivière, et puis j’ai vu mon père marcher vers moi – il était de nouveau enfant et il souriait et il m’offrait une orange qu’il tenait des deux mains, tandis que les chiens de chasse de mon grand-père couraient de l’autre côté de la voie ferrée après les cendres se déposant sur leur pelage, et les cendres se sont mises à déteindre dans les images et ont dérivé vers sa mère pendant qu’elle dormait et ont recouvert le visage de mon fils qui rêvait de la lune et dans son rêve elles en assombrissaient la surface en volant au-dessus d’elle, mais après leur passage la lune était plus brillante que jamais, et les cendres sont tombées en pluie vers la terre, virevoltantes, scintillantes à présent, et bientôt ont été absorbées au sein d’une vision de lumière dans laquelle les images ont commencé à se désagréger.
Pensándolo bien, era una historia tristísima, aunque, en el fondo, conmovedora porque, al final, el profesor Bandini acababa sintiendo cariño hacia sí mismo y hacia la gente, y compasión hacia todos los porches que lo rodeaban había algo infinitamente digno en ese demorarse eterno frente al umbral de la casa, un paso por delante de sí mismos esas noches en que se levanta el feroz viento de la verdad, y a la mañana siguiente estás obligado a reparar el tejado de tus mentiras, con paciencia inoxidable, pero cuando regrese mi amor todo estará de nuevo arreglado, miraremos el crepúsculo bebiendo agua coloreada o, cuando alguien, agotado, te pedía que te sentaras delante de él y te abría su mente, sacándolo todo, todo de verdad, incluso entonces lo que comprendías es que estabais sentados en su porche, pero no te había invitado a entrar en su casa, en su casa él ya no entraba desde hacía años, y ésta era la paradójica razón por la que estaba agotado, allí, frente a ti esas tardes en que el aire es frío y el mundo parece haberse aposentado, de repente te sientes cómico, allí, en esa veranda haciendo guardia contra ningún enemigo, y es un cansancio que te reconcome, y la humillación de sentirte tan inútilmente ridículo, al final te levantas y entras en la casa, tras años de mentiras, de simulacros, entras en la casa sabiendo que tal vez ni siquiera serás capaz de orientarte allí dentro, como si fuera la casa de otro y sin embargo era la tuya, todavía lo es, abres la puerta y entras, curiosa felicidad que ya no recordabas, tu casa, Dios, qué maravilla, qué regazo, esta tibieza, la paz, yo mismo, al final, nunca más saldré de aquí, dejo el rifle en una esquina y aprendo de nuevo la forma de los objetos y las figuras del espacio, me habitúo otra vez a la geografía olvidada de la verdad, aprenderé a moverme sin romper nada, cuando alguien llame a la puerta, la abriré, cuando llegue el verano abriré las ventanas de par en par, estaré en esta casa hasta el fin, PERO PERO si esperas, y miras desde fuera esa casa, puede que pase una hora o todo un día, PERO al final verás abrirse la puerta, sin saber ni poder comprender, nunca, qué puede haber pasado ahí dentro, verás abrirse la puerta y salir lentamente a ese hombre, invisiblemente empujado por algo que nunca podrás saber, PERO seguro que tiene algo que ver con algún miedo vertiginoso, o incapacidad, o condena, tan despiadada que empuja a ese hombre hacia fuera, a su porche, rifle en mano, adoro adoro ese instante -decía el profesor Bandini- el instante preciso en que de nuevo da un paso, con el rifle en la mano, mira al mundo que tiene enfrente, siente el aire punzante sobre él, se levanta el cuello de la chaqueta y, después -qué maravilla- vuelve a sentarse en su silla y recostando la espalda la pone de nuevo en movimiento, suave balanceo que se había adormecido, protectora oscilación de la mentira, ahora acuna nuevamente la serenidad reencontrada, la paz de los cobardes, la única que nos espera, pasa la gente y saluda, Eh, Jack, ¿dónde estabas?
pouvant plus, te demandait de venir t'asseoir devant lui et t'ouvrait sa pensée, déballant tout, mais vraiment tout, et même là ce que tu comprenais c'était que vous étiez assis dans sa véranda, mais qu'il ne te ferait pas entrer dans la maison, la maison il n'y entrait plus depuis des années maintenant, et c'était la raison paradoxale pour laquelle il était là, lui, devant toi, n'en pouvant plus ces soirs où l'air est froid et le monde paraît s'être absenté, tout à coup tu te sens comique, là sur ta véranda, à monter la garde contre un ennemi inexistant, et c'est une fatigue qui te mord, et l'humiliation de te sentir aussi inutilement ridicule, à la fin tu te lèves et tu rentres chez toi, après des années de mensonges, de comédies, tu rentres chez toi en sachant que peut-être tu n'arriveras même pas à trouver ton chemin, une fois dedans, comme si c'était la maison d'un autre alors que c'était la tienne, ça l'est encore, tu ouvres la porte et tu entres, curieux bonheur que tu avais oublié, ta maison à toi, dieu que c'est merveilleux, ce giron, cette tiédeur, la paix, moi, finalement, je ne sortirai plus jamais d'ici, je pose mon fusil dans un coin et je réapprends la forme des objets et les figures de l'espace, je me réhabitue à la géographie oubliée de la vérité, j'apprendrai à me déplacer sans rien casser, quand quelqu'un frappera à la porte je l'ouvrirai, et quand ce sera l'été j'ouvrirai les fenêtres en grand, je serai dans cette maison aussi longtemps que je serai, MAIS MAIS si tu attends, et que tu regardes cette maison de dehors, il pourra s'écouler une heure ou une journée entière, MAIS à la fin tu verras la porte s'ouvrir, sans savoir ni pouvoir comprendre, jamais, ce qui a bien pu se passer dedans, tu verras la porte s'ouvrir et lentement cet homme-là, sortir, invisiblement poussé dehors par quelque chose que tu ne pourras jamais connaître, MAIS ça a sûrement à voir avec une peur vertigineuse, ou une incapacité, ou une condamnation, impitoyable au point de pousser cet homme dehors, sur sa véranda, le fusil à la main, moi j'adore moi j'adore cet instant – disait le profes seur Bandini – l'instant précis où l'homme fait encore un pas, le fusil à la main, regarde le monde devant lui, respire l'air piquant, relève le col de sa veste, et puis – merveille – revient s'asseoir sur sa chaise et, appuyant le dos en arrière, la remet en mouvement, doux balancement qui s'était endormi, roulis rassurant du mensonge, qui berce à présent la sérénité à nouveau retrouvée, la paix des lâches, la seule qui nous soit donnée, les gens passent et saluent Hey Jack, t'étais passé où ?
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