Translation for "chalina" to french
Translation examples
Su chalina era un enorme lazo de seda negra.
Comme cravate, une énorme écharpe de soie noire.
Una chalina de artista le colgaba descuidadamente sobre la pechera de la camisa.
Sa cravate d’artiste était posée de travers sur le plastron de sa chemise.
El rostro de nuestro menudo y antipático visitante se volvió tan blanco como su chalina. —¡Cielos, caballero, qué idea!
Le visage du désagréable petit visiteur devint aussi blanc que sa cravate. – Ciel ! en voilà une idée !
No se le ocurre otra cosa que ponerse un gran sombrero de alas abiertas, un desmesurado gabán peludo de hombre y una larga chalina;
Voilà-t-il pas qu’elle s’affuble d’un chapeau à larges bords, d’un grand surtout d’homme, et d’une épaisse cravate ;
A no ser por su manía de usar un antiguo sombrero hongo y chalina negra, era más británico aún que sus amigos.
À l’exception de manières assez cassantes lorsqu’il s’emportait et de son éternel chapeau melon démodé inséparable de sa fine cravate noire, il faisait même plus britannique que ses amis.
Con elegante ropa nueva —americana, chaleco, camisa de seda con grandes puños, chalina— y sombreros a juego.
Dans de nouveaux vêtements élégants – blazers, gilets, cravates Ascot, chemises de soie aux énormes boutons de manchettes, chapeaux mous assortis.
¡Incluso en un momento como éste, cuando uno piensa que realmente debería mostrarse solemne, no puedo hacer nada porque me recuerda la chalina que les pintan a los gatos en los dibujos!
Même en ce moment où on s’attendrait à être solennel pour tout de bon, votre cravate me rappelle, c’est épouvantable, les gros nœuds que les chats portent dans les images ! Oh !
como decía Gladys frunciendo cómicamente la boca hacia abajo: «Casi todos los que esperan una oportunidad no tienen ninguna». Clive Pearce llevaba un traje oscuro, una camisa de algodón blanca y una chalina.
comme le disait Gladys avec une moue cocasse : « La plupart de nos chances d’avenir sont derrière nous. » Clive Pearce portait un costume sombre, une chemise de coton blanc et une cravate ascot.
Vestía de riguroso negro, con ropas raídas, sombrero de copa de ala muy ancha y una chalina blanca y floja. El efecto general era el de un párroco de pueblo o un ayudante de funeraria.
Vêtu d’un costume noir rougeâtre, il portait un haut-de-forme à très large bord et une cravate blanche fort lâche, l’ensemble produisant l’effet d’un pasteur des plus paysans ou d’un croque-mort fantaisiste.
Probablemente podría seguir una carrera como la de Vriens, el poeta valón al que encuentra cada mañana en el muelle, con su gran chambergo negro y chalina en vez de corbata, los ojos soñadores y la sonrisa benevolente.
Il pourrait probablement fournir une carrière comme celle de Vriens, le poète wallon qu’il rencontre chaque matin sur le quai, coiffé d’un vaste chapeau noir, cravaté d’une lavallière, les yeux rêveurs, le sourire bienveillant.
Me enrollé la chalina al cogote.
Je roulai mon foulard autour de mon cou.
Viveka levantó su chalina negra y guiñó un ojo.
Viveka souleva son foulard de mousseline noire avec un clin d’œil.
Manzanita Arévalo estaba ya con el capote puesto y la chalina enroscada en el cuello.
Manzanita Arévalo avait maintenant passé sa capote, un foulard enroulé autour de son cou.
En la cabeza lucia una chalina negra echada sobre el rostro y tenía puesto un vestido de algodón negro.
Elle portait une robe noire, et un foulard noir lui dissimulait le visage.
—Que te diviertas en la biblioteca —dijo Viveka elevando la voz por encima de un trueno y ajustándose su chalina negra.
— Amuse-toi bien à la bibliothèque, lui lança Viveka par-dessus le fracas du tonnerre en resserrant son foulard noir autour de son cou.
Viveka dio unos golpecitos al cojín vacío que tenía a su lado luego, empezó a juguetear con su característica chalina de muselina negra.
Viveka tapota le coussin libre à côté d’elle, avant de faire jouer ses propres doigts dans le foulard de mousseline noire qu’elle portait toujours autour du cou.
Se frotaba las manos con furia, su cara había desaparecido tras una chalina fantasmal que sólo le dejaba los ojos libres. Al verlo, dio un respingo y se llevó la mano a la cartuchera.
Il se frottait furieusement les mains, son visage s’enfouissait dans un foulard fantomatique qui ne laissait que les yeux à l’air libre. En le voyant, il sursauta et porta sa main au ceinturon.
A partir de ahí, doña Maxi empezó a impulsar por sí misma las grandes ruedas de su silla, curioseando entre las bufandas livianas y las chalinas, los pañuelos, los foulards de seda estampada, los guantes de verano. Media docena de dependientas atendían a unos y otros con eficacia y refinada cortesía, llevaban máscara de pestañas, manicura y los labios pintados, el cabello tirante en moños perfectos. Casi todas eran sólo unos años mayores que ella, cuatro o cinco, no más;
Doña Maxi commença dès lors à impulser elle-même les roues de son fauteuil, farfouillant dans les écharpes légères et les foulards, les mouchoirs, les carrés en soie imprimés, les gants d’été. Une demi-douzaine de vendeuses s’occupait de la clientèle avec une courtoisie efficace et raffinée. Parfaitement maquillées et manucurées, les cheveux ramassés dans des chignons impeccables, elles étaient à peine plus âgées que Mona, de quatre ou cinq ans tout au plus.
Te sientas junto a mí. Me tomas la mano. Todo cubierto con un velo blanco, sí soy capaz, Emperatriz, créeme, Humberto Peñaloza a pesar de ser la pareja de la Peta es capaz de hacerte feliz, te quiero mostrar que tengo sexo, por eso levanto la ropa de la cama, por eso, porque quiero probártelo para que sepas que valgo la pena y me consigas una inyección para borrar tu rostro horrible, levanto tu vestido de novia para violarte, eso es lo que quieres, Emperatriz, no lo niegues, no trates de impedir, con una escaramuza simulada, que yo me incorpore, no finjas lamentaciones al tratar de arrancar mis manos que se meten por tu horripilante escote pecoso de enana vieja y mis dedos que buscan tu sexo para excitarlo aunque siempre está resbaladizo y excitado, no te vayas, no te vayas, no me dejes solo, no huyas chillando porque trato de violarte, no corras tropezando en la cola de tu traje de novia, no protestes, tú me apremiaste para que te poseyera aquí mismo y ahora me has abandonado en este sótano sin salida, probetas y tubos que bullen, sondas de suero y transfusiones además de muchos hilos que no sé lo que son y me fijan, quiero huir, sí, tengo que huir para que no me maten de ahogo, abrir la ventana para respirar un poco de aire no enclaustrado, pero la ventana no es ventana, ahora me doy cuenta del engaño, es la ampliación fotográfica de una ventana que han pegado en la pared de adobe para simular luz y espacio mentirosos, para que desee abrirla, tocar su vidrio que no es fresco porque no es vidrio sino papel muy delgado tendido sobre el barro, fotografía, mentira, no hay ventana, no hay puerta, no hay salida, no hay hacia dónde salir, araño, rajo, arranco jirones de esa fotografía que miente un exterior que jamás ha existido en ninguna parte, la arranco a tiras, rompo trozos de la fotografía de la ventana con la esperanza de que haya un orificio de verdad, me duelen las uñas, rajo, araño, nada, no hay nada, no hay ni luz en este cuarto minúsculo como una tumba, arranco toda la fotografía, no hay nada, pared de adobe, muro de barro empapelado con diarios pretéritos, con noticias espeluznantes que no importan, inundación en el Yang-Tse-Kiang, terremoto en Skopje, hambruna en el nordeste de Brasil, este rompecabezas de horrores, capa tras capa de noticias que ya no son noticia, he arrancado la ventana y su luz fingida y su aire y su viento y su calle sin interés por donde podía haber huido siguiendo el camino señalado por las viejas que me llamaban, nada, tumba de primicias caducas, de tópicos desvanecidos, de discusiones zanjadas de una vez y para siempre, no es ni siquiera una habitación, es tierra, ya no hay papel, barro, piedras, un hoyo, socavón no socavado que estoy cavando en el barro reseco, mazmorra donde me encerraron en el centro de la tierra y me sellaron, no saco nada con pedir auxilio a gritos, Emperatriz, Emperatriz, sálvame, mi voz no se oye, el doctor Azula me extirpó la garganta, no quiero hablar, no quiero gritar porque nadie me oirá, estoy solo en el centro de la tierra, rodeado de paredes ciegas en este sótano que me comprime, rocas, ladrillos, tierra, huesos, cavo, cavando y rompiendo con las uñas y los dientes el recuerdo de esa ventana mentirosa que habían colgado para que creyera que existía un afuera, cavando con mis manos ensangrentadas tendré que llegar a algo, arriba, abajo, no hay dirección porque no hay afuera aunque debe haber porque recuerdo algo más, pero poco más que esta celda cerrada en que me debato, en que mi cuerpo apenas cabe, estoy agotando el aire, horadar túneles y galerías y pasillos y pasadizos en la tierra para salir, crear patios y habitaciones que recorrer, un espacio siquiera, no este encierro de tumba que muerdo, araño, rompo sin conseguir nada, mi espacio se encoge, me estoy ahogando porque no hubo jamás ventana porque no hay nada que mirar por las ventanas, el aire fresco fue alucinación, el agua que corre por la acequia un invento que no me dejan tocar, ni sentir en mi rostro el airecillo revoltoso que agita los naranjos indicando la necesidad de una chalina, y el sol endeble a través de las ramas de los naranjos mintiendo una luz subacuática en que nadamos sin urgencia, los destrozos de este muro hay que barrerlos y dejarlo todo limpio, diarios viejos rajados, bárrelo todo, Mudito, que quede hecho un montón bien hechito para que no se vea mugre, sí, Dora, no me apure porque estoy un poco cansado, que no ve que estoy barriendo mientras usted se cubre la boca con su chal para reírse de algo que le dice la Rita y después descubre esa caverna desdentada, aquí no hay nadie con la cara cubierta, no hay máscaras ni antifaces ni caretas ni mascarillas, no, aquí todos tienen su propia cara deteriorándose en el orden de un tiempo lineal, como debe ser, y el Mudito con su escoba hace otro montoncito más con los trozos del enlucido que se derrumbó y más diarios rotos, tanto diario, hay habitaciones llenas de diarios viejos en la casa, tanto papel inútil que nos manda el arzobispo.
Tu t’assois à côté de moi. Tu me prends la main. Tout se couvre d’un voile blanc, oui, je suis à la hauteur, Emperatriz, crois-moi, bien que Peta soit la partenaire désignée d’Humberto Peñaloza, il est capable de te rendre heureuse, je veux te montrer que j’ai un sexe, en conséquence je soulève drap et couverture, et c’est aussi pour cela, pour te le prouver, te prouver que ça en vaut la peine, pour que tu me fasses faire encore une piqûre afin d’effacer ton horrible figure, que je relève ta robe de mariée pour te violer, c’est ça que tu veux, Emperatriz, ne le nie pas, n’essaie pas de m’empêcher, par un simulacre d’escarmouche, de me redresser, ne fais pas semblant de te lamenter en essayant d’arracher de tes seins mes mains qui se sont fourrées dans ton horripilant décolleté de vieille naine à taches terreuses, et mes doigts qui cherchent ton sexe pour l’exciter, quoiqu’il soit toujours lubrifié et excité, ne t’en va pas, ne t’en va pas, ne me laisse pas seul, ne t’échappe pas en poussant des cris perçants parce que je tente de te violer, ne cours pas en trébuchant dans la traîne de ta robe de mariée, ne proteste pas, tu m’as pressé de te posséder ici, sur-le-champ, tu m’as abandonné dans cette cave sans issue, avec des éprouvettes et des tubes en ébullition, des sondes de sérum et de transfusions, sans compter de nombreux fils dont je ne sais pas à quoi ils servent et qui m’immobilisent, je veux m’enfuir, oui, je dois fuir, pour qu’on ne me tue pas par asphyxie, ouvrir la fenêtre pour respirer un peu d’air non confiné, mais la fenêtre n’en est pas une, maintenant je me rends compte du truquage, c’est un agrandissement photographique de fenêtre qu’on a collé sur le mur d’adobe pour simuler une lumière et un espace fallacieux, pour que j’aie envie de l’ouvrir, d’en toucher le verre qui n’est pas frais car ce n’est pas du verre, mais un papier très mince plaqué sur l’argile, photographie, camouflage, il n’y a pas de fenêtre, il n’y a pas de porte, pas de sortie, pas d’issue, je griffe, j’égratigne, j’arrache des lambeaux de cette photographie qui propose mensongèrement un extérieur qui n’a jamais existé nulle part, je l’arrache par lanières, je déchire des morceaux de la photo de fenêtre dans l’espoir qu’il y ait un orifice pour de bon, j’ai mal aux ongles, je griffe, j’égratigne, rien, il n’y a rien, pas même de lumière dans cette chambre minuscule comme une tombe, j’arrache toute la photo, il n’y a rien, un mur d’argile, un mur de boue tapissé de journaux périmés, avec des nouvelles épouvantables qui n’ont plus d’importance, inondation du Yang Tsé-Kiang, tremblement de terre à Skoplje, famine dans le Nordeste brésilien, casse-tête d’horreurs, couches successives de nouvelles qui ne sont plus des événements, j’ai arraché la fenêtre, sa fausse lumière, son faux air, son faux vent, sa rue sans intérêt où j’aurais pu fuir en suivant le chemin indiqué par les vieilles qui m’appelaient, rien, un tombeau de prémices caduques, de sujets fanés, de discussions closes une fois pour toutes, ce n’est pas même une chambre, c’est de la terre, il n’y a plus ni papier ni argile ni pierres, un trou, un souterrain non excavé que je creuse dans la boue desséchée, un cachot où l’on m’a enfermé et scellé au centre de la terre, ça ne sert à rien de demander secours à grands cris, Emperatriz, Emperatriz, sauve-moi, car ma voix est inaudible, le Dr Azula m’a ôté la gorge, je ne veux plus parler, je ne veux pas crier, car personne ne m’entendra, je suis seul au centre de la terre, entouré de murs aveugles dans cette cave qui m’oppresse, des rochers, des briques, de la terre, des os, je creuse et je brise des ongles et des dents le souvenir de cette fenêtre menteuse qu’on avait accrochée là pour me faire croire qu’il y avait un extérieur, et pourtant il doit y en avoir un, car j’ai encore un autre souvenir, mais pas grand-chose d’autre que cette cellule close où je me débats, où mon corps tient à peine, j’use l’air, forer des tunnels, des galeries, des couloirs, des boyaux dans la terre pour sortir, créer des cours et des chambres à parcourir, ne fût-ce qu’un peu de place, pas cet enfermement sépulcral que je mords, griffe et déchire sans arriver à quoi que ce soit, mon espace rétrécit, j’étouffe parce qu’il n’y a jamais eu de fenêtre, il n’y a rien à regarder par les fenêtres, l’air frais ne fut qu’une hallucination, l’eau qui coule dans la rigole une invention qu’on ne me laisse pas toucher, pas plus qu’on ne me laisse sentir sur mon visage le petit vent nerveux qui agite les orangers, montrant qu’il faut porter un foulard, ni le timide soleil à travers les branches des orangers, qui donne un faux-semblant de lumière aquatique où l’on nage sans hâte, les décombres de ce mur, il faut les balayer pour que tout soit propre, les vieux journaux déchirés, balaie tout, Mudito, qu’il en soit fait un beau petit tas pour qu’on ne voie pas de saleté, oui, Dora, ne me faites pas presser, je suis un peu fatigué, vous ne voyez donc pas que je suis en train de balayer pendant que vous vous cachez la bouche avec votre châle pour rire de quelque chose que vous dit la Rita, et ensuite, vous découvrez cette caverne édentée, ici, il n’y a personne à visage découvert, il n’y a non plus ni masques vénitiens, ni loups ni masques antiseptiques ou d’aucune sorte, non, tous ici ont leur propre visage qui se détériore en suivant l’ordre d’un temps linéaire, comme il se doit, et le balai du Mudito fait un petit tas de plus de morceaux de crépi détaché et de journaux déchirés, ce qu’il y a de journaux, il y a dans la Maison des pièces remplies de vieux journaux, tout ce papier inutile que nous envoie l’archevêque.
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