Translation for "al transitar" to french
Translation examples
Un peaje para poder transitar por esa calle, como sucedía en Europa.
Un péage pour pouvoir voyager sur cette route, comme cela se faisait en Europe.
El escritor siguió pensando que la prioridad para América Latina era transitar el camino de los países occidentales y modernizarse (lo sugirió por primera vez en 1958, luego del viaje a la selva peruana que le mostró un mundo de violencia y atropellos, ajeno a la civilidad occidental, y que inspiraría La casa verde, Pantaleón y las visitadoras y El hablador), corregir sus desigualdades y reparar las injusticias sufridas por las poblaciones minoritarias del Perú.
L’écrivain continua à penser que la priorité pour l’Amérique latine était de parcourir le même chemin que les pays occidentaux et de se moderniser — ce qu’il avait suggéré pour la première fois en 1958, après un voyage dans la forêt amazonienne du Pérou qui lui avait révélé un monde de violence et d’excès, étranger à la civilité occidentale, et qui lui inspirerait La maison verte, Pantaleón et les visiteuses et L’homme qui parle —, de corriger ses inégalités et de réparer les injustices subies par les populations minoritaires du Pérou.
Mientras Max Huber protestaba contra los arbustos enanos que erizaban la tierra de ramas y espinas, John- Cort no se cansaba de admirar el tapiz verde donde se multiplicaban las distintas especies en una demostración de vitalidad extraordinaria. Todos aquellos representantes del reino vegetal no estaban demasiado unidos en aquella enorme extensión de tierra. De no haber sido por las gruesas lianas y enredaderas, hubiera podido transitar por la selva una caravana con carretas y vituallas, sin dificultad alguna. Desde todas las copas y todas las ramas caían en guirnaldas caprichosas, cadenas vegetales y festones de diversos colores las plantas parásitas que se nutrían de la savia de los colosos del bosque, formando verdaderas cortinas que imposibilitaban casi el paso de los viajeros. Y del medio de aquella amalgama viva de maleza y frondas, escapaba un concierto de chillidos, aullidos y gritos, mezclados con cantos y silbidos, que se prolongaban desde la salida hasta la puesta del sol.
Tandis que Max Huber pestait contre les buissons nains qui hérissaient le sol, John Cort ne se lassait pas d’admirer ces tapis verdoyants de haute lisse, où se multipliaient le phrynium et les aniômes, les fougères de vingt sortes qu’il fallait écarter. Et quelle variété d’arbres, les uns de bois dur, les autres de bois mou ! Ceux-ci, ainsi que le fait remarquer Stanley, – Voyage dans les ténèbres de l’Afrique, – remplacent le pin et le sapin des zones hyperboréennes. Rien qu’avec leurs larges feuilles, les indigènes se construisent des cabanes pour une halte de quelques jours. En outre, la forêt possédait encore en grand nombre des teks, des acajous, des cœurs-verts, des arbres de fer, des campêches de nature imputrescible, des copals de venue superbe, des manguiers arborescents, des sycomores qui pouvaient rivaliser avec les plus beaux de l’Afrique orientale, des orangers à l’état sauvage, des figuiers dont le tronc était blanc comme s’il eût été chaulé, des « mpafous » colossaux et autres arbres de toutes espèces.
Obligada a dejar su casa para saldar una deuda contraída por su padre, verá desfilar ante sus ojos la inmensa codicia de los hombres y padecerá en cuerpo y alma el descenso desde la más alta estirpe de las cortesanas hasta el inframundo de su profesión. Si como sugieren algunos en nuestro tiempo, lo que cuenta en la vida es acumular experiencias, estamos entonces ante una de las vidas más ricas que se puedan imaginar. Una viajera incansable que se disfrazará de hombre para deleitar a los monjes en un monasterio, entrenará a un gato para que le arranque la falsa cabellera a la señora de una de las casas a las que sirvió, consumirá la vida de hombres enteros por no dejarlos descansar un solo momento por las noches y verá cómo sus días se agotan cuando ni el camuflaje de la noche le consigue a un joven despistado que quiera amenizar su velada. La novela funciona lo mismo como una road novel que como una punzante crítica que descubre la doble moral en la que estaban afincadas gran parte de las «buenas maneras» japonesas. Saikaku hace transitar a su protagonista por todas las esferas sociales del Japón del período Edo. Vida de una mujer amorosa es junto con La historia de Genji uno de los relatos más hermosos de la literatura japonesa anteriores al célebre período Meiji. Ihara Saikaku
Le plus célèbre roman de Saikaku met en scène un érotomane bourgeois à l’époque d’Edo. En soixante ans, Yonosuke aura connu charnellement trois mille sept cent quarante-deux femmes et sept cent vingt-cinq garçons, outrepassant – et de beaucoup ! - le score du don Juan de Mozart. Il se dégage de l’ensemble du récit une esthétique du monde des plaisirs, avec ses règles de bon goût, ses figures exemplaires, ses lieux privilégiés que sont le Shimabara de Kyôto ou le fameux Yoshiwara d’Edo. Gargantua érotique, Yonosuke au cours de son périple expérimente toutes les pratiques de la sexualité de son époque jusqu’à son départ, un beau matin, vers la mythique île des Femmes, pour un voyage sans retour. De Saikaku ont déjà paru dans la même collection : Arashi, vie et mort d’un acteur, Le Grand Miroir de l’amour mâle, La Lune de ce monde flottant.
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