Translation for "être à la portée de" to spanish
Être à la portée de
Translation examples
Rassurée de n’être pas à portée de main, elle ajouta :
Con la tranquilidad de estar fuera del alcance de su mano, Léonce añadió:
Un ami n’a pas besoin d’être gardé à portée de vue ni à portée de main.
Sin embargo, he formulado una respuesta propia: a un amigo no es necesario mantenerlo a la vista o al alcance de la mano.
Il l’agaçait parfois un peu mais il présentait l’avantage d’être là, à portée de main, à un moment où elle ressentait le besoin d’un mâle.
A veces la molestaba un poco, pero ofrecía la ventaja de estar allí, al alcance de la mano, en el momento en que sintiese la necesidad de un macho.
Devant l’entrée, il ôta ses geta, les prit à la main, et c’est donc pieds nus, ou plus exactement les pieds couverts des traditionnels tabi blancs, qu’il pénétra dans le silence du sanctuaire, où il put admirer l’ordre parfait qui régnait à l’intérieur, le parallélisme des coussins, l’alignement régulier et symétrique des colonnes, la beauté de la table basse près de l’endroit où se tenait traditionnellement le moine surveillant, avec, cachés sur sa tablette, la théière, l’encensoir, le cylindre de bambou qui contenait les bâtons d’encens, il put donc constater de visu que tout était parfaitement à sa place, le coussin du moine officiant et, placée avec naturel à l’endroit précis où elle devait être, juste à portée de sa main droite, la paire de baguettes en bois qui ponctuait le début et la fin du recueillement, le inkin, la petite clochette en bronze, reposant avec son battant sur un coussinet de soie précieuse, et puis les deux gigantesques piliers encadrant l’autel du Bouddha, resplendissant d’or et de sérénité, tout était parfaitement en ordre, remarqua-t-il en proie à un vertige incessant, l’endroit avait été nettoyé avec tout le soin requis, la lumière qui filtrait à travers les parois de papier opaque des shoji et des fusuma diffusait juste assez de clarté pour lui permettre de traverser la salle jusqu’à la porte arrière, ce qui, puisqu’il n’y avait personne à l’intérieur, était la seule chose qui lui restait à faire, il devait absolument sortir du pavillon, il pouvait traverser le hall, rien de plus, du reste, une fois le chemin parcouru, il n’avait même plus la faculté de penser, car il se sentait défaillir, il était à bout de forces, et devait aussi vite que possible trouver un endroit pour se reposer.
El más próximo era el pabellón de la enseñanza, de modo que al llegar a la entrada, se quitó las geta y, llevándolas en la mano, entró descalzo o, para ser precisos, con los tradicionales tabi blancos que le cubrían los pies, en el orden mudo del santuario, y mientras admiraba la absoluta pulcritud que reinaba allí dentro, las líneas paralelas de los cojines colocados para sentarse, la repetición regular de las columnas en la simple simetría del edificio, la belleza de la mesilla baja situada al lado del monje encargado de la vigilancia con la vajilla del té guardada en su estante, con el incensario y, colocado a su lado, el rollo de bambú en el que se custodiaban las varillas para hacer humo, mientras aún comprobó con una mirada de reconocimiento que todo, hasta lo más nimio, estaba en su sitio, incluido el cojín para el director de las ceremonias y, un poco por delante, puestas con exactitud y naturalidad al alcance de la mano derecha, las dos maderas que, al golpearse, señalaban el comienzo y el final de la meditación, que también estaba allí la inkin, la pequeña campana de bronce con la almohadilla de seda noble y la barra para tañerla, al igual que los dos gigantescos pilares principales del altar de Buda, radiantes de oro y calma; comprobó, pues, que todo estaba en perfecto orden, observó en un estado de continuo mareo que, tal como era de esperar, todo el espacio había sido limpiado a fondo, pues por el revestimiento de papel opalino de las shoji y fusuma se filtraba suficiente luz para proporcionar un poco de claridad y para que él pudiese, por tanto, llegar hasta la salida trasera del santuario, porque, como no había ni un alma en el interior, él sólo podía hacer eso, allí, en el pabellón donde no podía permanecer más tiempo, sólo podía atravesarlo, ni más ni menos, y, para colmo, cuando hizo ese recorrido y llegó al otro lado, ya no se le ocurría ningún pensamiento pues notaba que se quedaba sin fuerzas, que ya no podía más, que debía descansar, a ser posible cuanto antes, en el primer lugar que encontrara.
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