Traduzione per "foudre" a spagnolo
Foudre
Esempi di traduzione.
Le feu et la foudre.
El fuego y el relámpago.
La foudre l’éblouissait.
Los relámpagos la deslumbraban.
Du tonnerre et de la foudre.
Del trueno y del relámpago.
La foudre, oui, sur le verrouillage.
El relámpago, sí, en el cerrojo.
— Je m'en fiche, moi, de la foudre !
—¡Me importan un rábano los relámpagos!
— Comment se fait-il que la foudre ne vous blesse pas ?
—¿Por qué no te dañan a ti los relámpagos?
c’est la foudre qui actionne la Révolutionnaire.
Pero es el relámpago lo que la pone en marcha.
Ce n'était pas une foudre franche et nette ;
No eran relámpagos francos y nítidos.
La foudre lui piquait les yeux.
Los relámpagos le quemaban los ojos.
De fulgur, la foudre, l’éclair.
De fulgur, «el rayo», «el relámpago».
agilidad
Quand la Péchina, sa cruche sur la tête, parvint à la moitié de son chemin, Nicolas dégringola comme un chat sauvage du haut d’un orme où il s’était caché dans le feuillage, et tomba comme la foudre aux pieds de la Péchina, qui jeta sa cruche et se fia, pour gagner le pavillon, à son agilité.
Cuando la Péchina, con el cántaro en la cabeza, llegó a la mitad de su camino, Nicolás se descolgó como un gato salvaje de la rama de un olmo entre cuyo follaje se había escondido, y cayó como un rayo a los pies de la muchacha, la cual arrojó el cántaro y fió, para llegar al pabellón, en su agilidad.
poco peso
Pendant que Jerry dormait, les foudres de l’État fédéral se préparaient à s’abattre sur lui.
Mientras Jerry dormía, todo el peso y la furia del gobierno federal se movían a gran velocidad en contra.
Et si sur la chair et la graisse pesait le poids de la responsabilité et des préoccupations, voilà : le château de cartes s’écroulait, arbre pourri frappé par la foudre.
Y si encima de la carne y la grasa se apoyaba el peso de la responsabilidad y las preocupaciones, bueno: el castillo de naipes se derrumbaba, árbol podrido abatido por un rayo.
Elle haletait tout bas, son bras gauche, écrasé, lui faisait mal, et Chéri sentait s’engourdir sa nuque, mais ils attendaient l’un et l’autre, dans une immobilité respectueuse, que la foudre décroissante du plaisir se fût éloignée d’eux.
Ella, tumbada de lado, soportaba casi todo el peso de aquel cuerpo despreocupado: respiraba entrecortadamente y le dolía el brazo izquierdo, que tenía agarrotado; a Chéri se le había entumecido la nuca, pero ambos aguardaban, con reverente quietud, a que aquella gozosa tempestad amainara.
Songez donc à la sensation d’orgueil qu’éprouve un procureur du roi, convaincu de la culpabilité de l’accusé, lorsqu’il voit blêmir et s’incliner son coupable sous le poids des preuves et sous les foudres de son éloquence! Cette tête se baisse, elle tombera.»
Figuraos, en cambio, qué sensación de orgullo experimentará un procurador del rey cuando, convencido de la culpabilidad del acusado, le ve inclinarse bajo el peso de las pruebas y bajo los rayos de su elocuencia… La cabeza que se inclina caerá inevitablemente.
Jusque-là, son inquiétude délicate et éthérée ondoyait dans sa conscience comme une aurore boréale dans un ciel d’hiver, ou comme la foudre dans un ciel d’août et les ténèbres alentour étaient elles aussi éthérées dans le sens où elles étaient une absence de lumière, et l’absence n’a pas de poids.
La inquietud era frágil, etérea, parpadeaba en la conciencia como una aurora boreal en el cielo invernal, o como un rayo por el cielo de agosto, y lo oscuro que la acompañaba también era ligero en el sentido de que se trataba de una ausencia de luz, y la ausencia no tiene peso alguno.
PRÉCEPTE CORNÉ AUX OREILLES DES AGENTS DE LA CIRCULATION DURANT LEUR INSTRUCTION Vous risquez d’attirer sur vous les foudres du ciel si vous collez une contravention à un véhicule dont le propriétaire étale un code fédéral long comme votre bras. QUAND LES SOURIS DANSENT SOUS LES PIEDS DES ÉLÉPHANTS — Où allons-nous ? chuchota Kate.
PRECEPTO IMBUIDO A LOS OFICIALES DE TRÁFICO DURANTE SU ENTRENAMIENTO Alguien puede caer sobre vosotros desde una gran altura si pegáis vuestra papeleta de multa a un vehículo que lleve un código federal de peso detrás del volante. RATONEANDO BAJO LOS PIES DE LOS ELEFANTES —¿Adonde vamos? —susurró Kate.
Subissant ses foudres avec humilité, Thouron se leva, murmura un salut respectueux, puis débarrassa les journaux qui encombraient la seule chaise laissée vacante dans la pièce exiguë et enfumée. Ôtant son haut-de-forme, le préfet se laissa tomber sur la chaise, qui gémit dangereusement sous son poids, mais tint bon. — Eh bien, Thouron ?
Thouron se puso en pie y le saludó respetuosamente con un murmullo, antes de retirar otros papeles de la única silla libre que había en el despacho, atestado de objetos y de mugre, sin poder soslayar la mirada de Laboughe, que parecía taladrarlo. Cuando terminó, el prefecto se quitó el sombrero de copa, de seda, y tomó asiento apoyando ambas manos sobre la empuñadura de su bastón. El respaldo de la silla crujió bajo su impresionante peso, pero no llegó a ceder. —¿Y bien, Thouron? —inquirió en cuanto el inspector hubo regresado a su asiento—.
Trembler de froid, voilà ce qu’elle veut, entendre ses dents claquer, elle veut contempler les champs célestes zébrés d’électricité, elle veut elle aussi être frappée par la foudre, elle implore qu’on lui envoie un indice, un signe, crucial est cet instant dont le poids l’oblige à ployer, c’est trop tôt, elle n’a pas encore terminé les préparatifs, elle ne s’attendait pas à ce que ce soit aussi effrayant, voilà à quoi ressemble une rencontre avec le destin et même si, à vrai dire, on croise le destin à chaque pas de sa vie, il s’agit en l’occurrence d’une rencontre frontale dont la gravité est prégnante. Est-ce parce qu’elle a le choix et personne pour la soutenir, est-ce parce que c’est une sacrée responsabilité, un sacré pari et une sacrée distance, partir la semaine prochaine pour la Sibérie, en plein mois de décembre, rencontrer un gamin de deux ans, pourras-tu en être la mère, elle allume l’ordinateur, faites que je sache, chuchote-t-elle, que je voie sa photo et que je sache qu’il est mon enfant, faites que je regarde ses yeux et que je sache qu’il est l’enfant adoré que je désire.
Quiere temblar por el frío, quiere oír el castañeteo de sus dientes, quiere contemplar los campos celestes cruzados por los rayos, quiere que un rayo la golpee, implora por una señal, un signo, pues grande es la hora y ella vacila bajo su peso, se ha presentado antes de lo previsto, no estaba preparada, más intimidante de lo que esperaba pues así es como resulta una cita con el destino y aunque en realidad estos encuentros se producen en cada minuto de nuestras vidas se trata aquí de un intenso choque frontal y a sabiendas. ¿Se trata acaso de la posibilidad de optar, o quizá de la falta de apoyo, la enorme responsabilidad, lo impredecible de la apuesta, la distancia? Debe viajar esta semana a Siberia, a mitad de diciembre, para ver a un niño de dos años, podrás acaso ser su madre, enciende su ordenador, haz que sepa, murmura, que al ver su rostro reconozca a mi hijo, que al mirar sus ojos sepa que es mi amado hijo a quien tanto deseé.
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