Traduction de "tirado en el par" à française
Tirado en el par
Exemples de traduction
Tres de ellos estaban cubiertos; cada uno iba tirado por un par de caballos y los dos restantes eras carretas de labradores.
Trois d’entre eux étaient couverts et tirés par une paire de chevaux et les deux autres, des chariots de ferme, étaient à découvert.
¡Qué espectáculo el rey armenio, de pie en un carro dorado de ruedas pequeñas tirado por seis pares de bueyes blancos, y a cubierto en un parasol!
Et quel spectacle que le souverain arménien, debout dans un char doré tiré par six paires de bœufs blancs, et abrité du soleil par un parasol à franges !
Pesadamente cargado con los tres hombres y sus equipajes, el carruaje de Zerlik, tirado por un par de magníficos caballos blancos de Fedirun, alcanzó la aldea de Evrodium alrededor de la medianoche.
Lourdement chargé par les trois hommes et leurs bagages, le char de Zerlik, tiré par une paire de magnifiques chevaux blancs de Fedirun, atteignit le village d’Évrodium vers minuit.
(Tian Jaffords dudaba de que las balas sirvieran para algo, o de que el viejo rifle las disparara aunque estuvieran en buen estado.) Una delegación de los mannis apareció apiñada en una biga tirada por un par de mulas mutadas (una con tres ojos y la otra con un apéndice en carne viva que le asomaba por el lomo).
(Tian Jaffords eut des doutes quant à l’état des balles, ou à celui de la carabine, quand bien même les balles eussent été encore bonnes.) Une délégation du peuple Manni arriva, entassée dans un bucka tiré par une paire de hongres mutants – un doté de trois yeux, l’autre d’un pylône de chair rose à vif qui lui sortait du dos.
Penrod y León avanzaron con cuidado en medio de las carretas tiradas por bueyes y los grupos de mulas, hasta que Penrod se detuvo delante del Hotel Norfolk para saludar a un hombre pequeño, con un sombrero protector del sol, que iba montado como un duende en la parte de atrás de una calesa tirada por un par de cebras de Burchell.
Penrod et Leon se frayèrent un chemin à travers les chars à bœufs et les attelages de mules jusqu’à ce que Penrod serre la bride à sa monture devant le Norfolk Hotel pour saluer un petit homme coiffé d’un casque colonial, perché comme un lutin à l’arrière d’un boghei tiré par une paire de zèbres de Burchell.
Una senda surcaba el muro interior. Al acercarse, pudieron apreciar sobre esta un par de carros de guerra, cada uno tirado por un par de caballos, cruzándose el uno al otro sin estorbarse. Sobrevolaron las murallas y avistaron una asombrosa figura en roca de un león. El animal yacía al lado de un hombre que tenía posada la mano derecha sobre su flanco, y colocaba la izquierda en su mandíbula.
Une route était tracée au sommet du mur intérieur et, pendant qu’elle le fixait, elle vit deux chariots tirés par une paire de chevaux s’y croiser aisément de front. Ils planèrent au-dessus des remparts et aperçurent une stupéfiante statue de pierre représentant un lion enjambant un homme couché, la main droite posée sur le flanc de la bête et la gauche prise dans l’étau de ses mâchoires.
Entronada en la silla de oro y damasco carmesí del presbiterio, conmigo en brazos, recibimos las reverencias de las feligresas, sus oraciones, sus cánticos apenas susurrados para que las otras no oigan porque las otras son unas envidiosas, encienden cirios, nos rodean de flores, Inés prosternada entre las demás viejas que nos piden cosas, que se me pase el reuma, que nos den porotos en vez de garbanzos la semana que viene, que a Rafaelito lo suelten de la cárcel por la estafa que dicen que el niño hizo, pero cómo la va a haber hecho si era tan bueno de niño cuando yo lo criaba y tenía el pelo color de choclo, miren, aquí lo tengo para que me crean, una salve para que la madre Benita no nos descubra, un credo para que el niño crezca santo, un padrenuestro para que nunca salga de esta casa, y las viejas rezan y cosen y cantan alrededor nuestro, hemos traído la cama y la cuna, todo lo hemos trasladado a la capilla porque como ahora somos tantas las viejas ya no cabemos en el sótano, rezamos pero también jugamos en este garito que la Iris y yo presidimos entre los santos de yeso pegoteados y repintados: sí, salves y credos, pero también los cubiletes en que se agitan los dados, las fichas en el suelo porque no hay mesas y si queremos jugar tenemos que jugar aquí porque la madre Benita no nos dejaría jugar en la cocina hasta tan tarde porque se gasta mucha luz y el arzobispo no manda plata para pagar las cuentas, pero misiá Inés que es tan buena y tan devota de la Iris que ella dice que no se llama Iris Mateluna sino que es la beata Inés de Azcoitía, nos da mucha plata para que salgamos embozadas en nuestros chales si es que nos queda un chal que misiá Inesita no nos haya ganado en el canódromo, para comprar ramos de flores frescas, de las más caras, y cirios y más cirios y todas las cosas que necesitemos para el culto de la beata que sobrevivió y ahora ella la ha descubierto para que seamos todas felices, tan flacuchento este chiquillo que la beata tiene en brazos, yo creía que los niños-santos eran gorditos y rubios como en los cuadros de pintura, pero éste es morenito, no importa, la cosa es que es un niño milagroso concebido sin mancha y sin pecado, cómo no va a ser milagro, pero no le vamos a contar a nadie, ése fue el consejo de la Brígida y tenía razón, para cuidarlo entre nosotras no más sin enseñarle nada y nosotras hacerle todo, yo sus brazos, tú su boca, ella sus pies, si es lindo mi niño dice la Iris, lindo el niño de la niña-beata en que los de Roma no creyeron pero ustedes están comprobando con sus propios ojos que la beata ha hecho este milagro más, y su hijo va a hacer el milagro más grande de todos al suprimir para nosotras el trance de la muerte: por orden de él no moriremos, sino que, cuando él lo disponga, nos vamos a encaramar, toditas las que lo hemos servido, en una carroza blanca tirada por tres pares de caballos enjaezados con penachos y manteletas y riendas blancas para subir al cielo… espérense no más las envidiosas y los curas herejes incrédulos de Roma, uno de estos días no van a encontrar a ninguna de nosotras en la casa porque la beata junto con su hijo nacido sin que ningún hombre le haya hecho la cochinada nos llevarán al cielo, aunque yo creo, Rosa, que sería mucho más lindo que todos nos vieran, no le parece a usted, misiá Inesita, que todas las otras, las envidiosas que el niño no salvará, y el padre Azócar, y la madre Benita, y los vecinos nos despidan cantándonos aquí en la puerta de la casa y que lo transmitan por la radio como las misas y los partidos de fútbol, y el niño un poco más crecidito llevando en sus manos las riendas blancas de los caballos blancos, nosotras con nuestros sacos al hombro encaramadas en la carroza blanca que tendrá que ser amplia porque somos muchas no siete como al principio, subiendo, subiendo entre una lluvia de pétalos, despidiéndonos de todas las demás con mucha pena pero no podemos llevarlas, chiquillas, voluntad no falta, pero no cabemos más que nosotras en la carroza.
Elle trône sur la chaise en or et en damas cramoisi du chœur, elle me tient dans ses bras, on a reçu l’hommage des paroissiennes, leurs prières, leurs cantiques à peine murmurés pour que les autres n’entendent pas car les autres sont des envieuses, on nous allume des cierges, on nous entoure de fleurs, Inés prosternée parmi les autres vieilles qui nous demandent des choses, faites-nous passer notre rhumatisme, faites qu’on nous donne des haricots au lieu de pois chiches la semaine prochaine, qu’on relâche Rafaelito qui est en prison pour l’escroquerie qu’on dit que ce petit a commise, mais comment a-t-il pu faire ça alors que c’était un si bon petit quand je l’élevais et il avait les cheveux couleur de maïs tendre, regardez, j’ai sa mèche ici si vous ne voulez pas me croire, un salve pour que la mère Benita ne nous découvre pas, un credo pour que l’enfant grandisse dans la sainteté, un paternoster pour qu’il ne sorte jamais de cette maison, et les vieilles prient et cousent et chantent autour de nous, on a amené le lit et le berceau, on a tout transporté à la chapelle, car comme on est si nombreuses maintenant, on ne tient plus dans la cave, on prie, mais on joue aussi, dans ce tripot que nous présidons, Iris et moi, parmi les saints en plâtre rapetassés et repeints : oui, des salve, des credo, mais aussi les cornets où l’on agite les dés, les jetons à terre car il n’y a pas de tables et si l’on veut jouer, il faut bien jouer ici car la mère Benita ne nous laisserait pas jouer si tard dans la cuisine, parce qu’on dépense beaucoup d’électricité et l’archevêque n’envoie pas d’argent pour payer les factures, mais misiá Inés, qui est si brave et si dévote d’Iris dont elle dit qu’elle ne s’appelle pas Iris Mateluna mais la bienheureuse Inés de Azcoitía, nous donne beaucoup de sous pour sortir emmitouflées dans nos châles, si tant est qu’il nous reste un châle que misiá Inesita ne nous ait pas gagné au canodrome, pour acheter des bouquets de fleurs fraîches, des plus chères, et tant et plus de cierges et tout ce dont on peut avoir besoin pour le culte de la bienheureuse qui n’était pas morte, et maintenant elle l’a trouvée pour nous rendre toutes heureuses, ce qu’il est maigrelet, le petit de la bienheureuse qu’elle tient dans ses bras, moi je croyais que les enfants saints étaient tout joufflus et blonds comme dans les tableaux des peintres, mais celui-ci est bien noiraud, ça n’a pas d’importance, le fait est que c’est un enfant miraculeux conçu sans tache et sans péché, comment ça ne serait pas un miracle, mais on ne va le raconter à personne, c’est Brígida qui nous a donné le conseil et elle avait raison, on va s’en occuper rien qu’entre nous, sans le montrer à personne, et tout lui faire nous-mêmes, moi je serai ses bras, toi sa bouche, elle ses pieds, ce qu’il est mignon, mon enfant, dit Iris, ce qu’il est mignon, l’enfant de la sainte-enfant à qui les gens de Rome n’ont pas cru, mais vous pouvez vous rendre compte de vos propres yeux que la bienheureuse a fait ce miracle de plus, et son enfant va faire le plus grand de tous les miracles, supprimer pour nous les affres de la mort : par son ordre nous ne mourrons pas, mais quand il en décidera nous grimperons, toutes celles qui l’auront servi, au complet, dans un carrosse blanc tiré par trois paires de chevaux harnachés avec des panaches, des caparaçons et des rênes blanches, pour monter au ciel… vous n’avez qu’à attendre, un de ces jours les envieuses et les curés hérétiques de Rome ne trouveront plus aucune de nous à la Maison, quand la bienheureuse, avec son fils né sans qu’aucun homme lui ait fait la cochonnerie, nous auront emmenées au ciel, quoique je pense, Rosa, que ça serait beaucoup plus chouette que tout le monde nous voie, ce n’est pas votre avis, misiá Inés, que toutes les autres, les envieuses que l’enfant ne sauvera pas, le père Azócar, la mère Benita et les voisins nous disent au revoir en chantant à la porte de la Maison et qu’on le transmette à la radio comme les messes et les matches de football, et avec l’enfant un peu plus grandet tenant dans ses mains les rênes blanches des chevaux blancs, et nous autres avec notre baluchon sur l’épaule, grimpées dans le carrosse blanc, il faudra qu’il soit grand car nous sommes beaucoup, on n’est plus sept comme au début, montant, montant dans une pluie de pétales, faisant au revoir à toutes les autres avec beaucoup de regret de ne pas pouvoir les emmener, mes petites, ce n’est pas la bonne volonté qui nous manque mais dans le carrosse il n’y a place que pour nous.
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