Phrases de contexte similaires
Exemples de traduction
Holle había crecido con los programas anteriores a la inundación.
Holle avait grandi avec les vieilles séries d’avant le déluge.
Hank debía de tener por lo menos veinte años y era lo bastante crecido para levantarse y estrechar la mano de mi padre.
Hank avait au moins vingt ans et il était assez grand pour se lever et serrer la main.
era un hombre joven, tuve que recordarme a mí mismo, que había crecido con series como Expediente X y Perdidos.
il s’agissait d’un jeune homme, devais-je me rappeler, qui avait grandi en regardant des séries télévisées comme X-Files et Lost.
la serie de obreros víctimas de accidentes, y el crecido número de aeroplanos que se habían destrozado a causa del material deficiente.
le nombre des ouvriers victimes d’accidents, la série des avions écrasés au sol à cause de matières premières défectueuses.
Había crecido a la sombra de su padre, un marinero legendario que se había enfrentado a pruebas épicas y siempre, milagrosamente, había sobrevivido.
Il avait grandi dans l’ombre de son père, un marin légendaire qui avait affronté une série d’épreuves épiques et qui avait toujours, par miracle, survécu.
Los pájaros desconocidos que descansaban en los árboles se quedaron en silencio, pero desde la maleza que había crecido alrededor del faro siguieron llegando graznidos y reclamos.
Les oiseaux anonymes dans les arbres se turent, mais une lancinante série de coassements continua à divers endroits dans les herbes aux alentours du phare.
Había nacido en París y crecido en Estrasburgo (y yo me dije: de nuevo las series, ahora el tema será esa ciudad de Alsacia), tenía tres hermanos.
Elle était née à Paris et avait grandi à Strasbourg (et je me dis : de nouveau les séries, maintenant la dominante va être cette ville d’Alsace), elle avait trois frères.
—Martin se pasó la mano por el cráneo afeitado en el que en los últimos días había crecido una pelusa finísima—. ¿Significa eso que hay un asesino en serie que se fija en las madres?
(Martin passa la main sur son crâne rasé, où un fin duvet commençait à repousser.) Tu veux dire qu’on a un tueur en série qui s’attaque aux mères ?
La vida es una serie de sucesos aleatorios, no existe la moral, sólo hay engaños colectivos, alguna que otra crecida de fe, y hazañas de disciplina interesada que impiden que las personas se exploten unas a otras continuamente.
La vie se résume à une série d’événements aléatoires, la moralité est un leurre, il n’y a que des illusions collectives, des actes de foi occasionnels et des sursauts de discipline intéressée qui empêchent les gens de s’exploiter à longueur de journée.
Una vez que estaba pensando en el niño que había muerto tratando de subir con el columpio hasta el cielo, le comenté que posiblemente fuese lo mejor que le pudo pasar, porque podía haber crecido y haberse convertido en un asesino en serie.
Un jour qu’elle se posait des questions sur la mort du petit garçon qui s’était balancé très haut pour rejoindre le paradis, je lui avais répondu que c’était peut-être aussi bien, vu qu’en grandissant il aurait pu devenir un tueur en série.
En determinadas circunstancias, puede tratarse de una simple crecida…
Ou, dans certaines circonstances, une simple crue…
Pasaríamos la catarata con la crecida y tomaríamos Elefantina.
Nous passerions la cataracte avec la crue et prendrions Éléphantine.
Era tan amplia y profunda como un río crecido.
Elle était aussi large et profonde qu’une rivière en crue.
Vivo confortablemente en el museo, libre de las crecidas.
Je vis confortablement dans le musée, libéré des crues.
Como si una crecida lo hubiera dejado todo allí.
Tout ça paraissait avoir été rejeté là par une crue.
La voz inunda la mezquita como la crecida de un torrente.
La voix inonde la mosquée comme un torrent en crue.
Ésta es la estación de las crecidas y casi no quedan embarcaciones disponibles.
C’est la saison des crues, et la plupart des bateaux sont en service.
Corea del Norte y del Sur habían abandonado su guerra fratricida y habían abierto la frontera común para regular mejor las oleadas de refugiados que huían de la crecida del mar Amarillo.
Les Corées du Nord et du Sud avaient renoncé à leur guerre fratricide et ouvert leur frontière commune pour permettre de mieux gérer le flux de réfugiés provoqué par l’élévation de la mer Jaune.
Yo había estado trabajando durante seis meses con un equipo de ingenieros y matemáticos que estaban a mis órdenes, midiendo y tallando los acantilados de Siena para poder calcular con precisión la altura de las aguas y el caudal de las crecidas.
J’avais passé six mois avec une équipe d’ingénieurs et de mathématiciens. Sous mes ordres, ils mesurèrent et taillèrent les rocs des falaises d’Assouan de manière à ce que le niveau des eaux puisse y être jaugé et le volume du flux calculé simplement.
Yo había crecido acompañada del tictac de los relojes y éstos siempre habían sido un consuelo para mí, una orquesta entera de movimientos como las corrientes del océano, un orden natural que lo abarcaba todo. Poner a refrigerar un reloj era un acto extremadamente violento que no podía explicarle a nadie.
J’avais grandi avec le bruit des pendules et elles m’avaient toujours rassurée – tout cet orchestre de mouvements comme les courants de la mer, comme la rumeur d’un ordre naturel de flux, reflux et engloutissement… Réfrigérer une pendule était un acte d’une extrême violence impossible à expliquer à quiconque.
—Todos ellos eran títulos otorgados por el rey y muchos le imponían deberes y obligaciones específicas. Como Guardián de las Aguas, por ejemplo, tenía la responsabilidad de verificar el nivel y el caudal de las crecidas periódicas del Nilo, un deber que, como es natural, delegaba en su fiel e infatigable esclavo Taita.
Tous ces titres, décernés par le roi en personne, impliquaient des devoirs précis et de nombreuses obligations. En tant que Gardien des Eaux, mon Seigneur Intef devait surveiller le niveau du Nil, son flot et ses flux. Une corvée qu’il avait tout naturellement déléguée à son infatigable et fidèle esclave, Taita.
Y con los ojos llenándose de sal y su absoluta falta de orientación espacial, con el flujo lento del agua, con la crecida en su cuerpo de una esperanza disparatada que aumentaba bajo las estrellas y lo dejaba sin aire, apabullado e insospechadamente feliz…, más allá del fragor de su propia felicidad, Kiwi tardó bastante en ver que las galaxias azules y verdes que se abovedaban sobre su cabeza, titilando en sagrado código binario, eran en realidad hileras de luces de emergencia. 17 El eclipse de Ava
Alors, les yeux brûlés par le sel, perdu dans le flux lent de l’eau, en proie à une totale désorientation spatiale, mais gagné aussi par un espoir absurde qui grandissait en lui pour le laisser asphyxié et inexplicablement heureux, il mit un certain temps à comprendre que ces galaxies qui tournoyaient au-dessus de lui, c’étaient en fait des batteries d’éclairages de secours. 17 L’éclipse d’Ava
Llevaba tantos días resonando que se integraba en la atmósfera de la casa, sencillamente, salvo a ciertas horas de la mañana, muy temprano, cuando uno de los dos se despertaba sudoroso para darse cuenta de que el timbre llevaba resonando en su cabeza desde siempre, desde hacía tantos meses, que el sonido se había visto reemplazado por una especie de metasonido cuyas subidas y bajadas no eran el golpear de las ondas de compresión, sino algo mucho más lento: las crecidas y las menguas de su consciencia del sonido. Una consciencia que se hacía especialmente aguda cuando las condiciones climatológicas se ponían de humor ansioso.
sonnant depuis tant de jours qu’elle se fondait simplement dans le décor, hormis à certaines heures du petit matin, quand l’un ou l’autre se réveillait en nage et se rendait compte qu’une sonnerie retentissait dans sa tête depuis aussi longtemps qu’il se souvenait ; sonnant depuis tant de mois que le son avait cédé la place à une sorte de métason dont le flux et le reflux n’étaient pas la pulsation des ondes de compression, mais le va-et-vient bien plus lent de leur conscience du son. Laquelle était particulièrement aiguë quand le temps était lui-même d’humeur anxieuse.
Y luego la fue engatusando, hablándole de Rosa Luxemburgo y de los museos de Berlín, soltándole frases en catalán, diciéndole que en sus empresas en México se respetaba la paridad de género, y que incluso había más mujeres que hombres en los puestos directivos, y que no era por ideología, o no sólo por ideología, sino por la simple razón de que las mujeres eran más listas, más eficientes, más productivas, y que esos negocios, de hecho, no hubieran crecido tanto si no fuera por los consejos de su padre, un genio en el análisis de los flujos de capital, le dijo, hasta que Laia, entusiasmada por las coincidencias (sic) y por lo encantador que era mi padrino (doble sic), acabó invitándonos a pasar a casa de sus padres a tomar un café esa tarde, después de la comida, cuatro y media o cinco, a comer no podía invitarnos, se disculpó Laia, porque había comida familiar, porque era San Esteban.
Ensuite, il l’avait embobinée, parlant de Rosa Luxemburg, des musées de Berlin, lançant des phrases en catalan, prétendant que ses entreprises au Mexique respectaient la parité de genre, et qu’il y avait même plus de femmes que d’hommes aux postes à responsabilité, pas au nom d’une idéologie, ou pas seulement, mais parce que les femmes étaient plus intelligentes, plus efficientes, plus productives, et qu’en réalité ses entreprises ne se seraient pas aussi bien développées sans les conseils de son père, un génie dans l’analyse des flux du capital, lui avait-il dit, jusqu’à ce que Laia, enthousiasmée par les coïncidences (sic) et par le charme de mon parrain (double sic), finisse par nous inviter à venir chez ses parents prendre un café dans l’après-midi, après le repas, vers quatre heures et demie ou cinq heures, elle ne pouvait pas nous inviter à déjeuner, s’était excusée Laia, car il y avait un repas de famille : c’était la Saint-Étienne, le lendemain de Noël.
Imagináoslo: con un sari de seda crema bordeado por un diseño geométrico dorado destinado a recordar la toga de un senador romano —o quizá, si la marea de su ego está especialmente crecida, en un sari todavía más resplandeciente de púrpura imperial— ella está repantigada en una chaise longue, apestando sus salones con nubes de dragón de humo de beedi baratos, presidiendo una de sus esporádicas noches de mala fama, desencadenadas por el whisky o cosas peores, noches cuyo libertinaje de sociedad afila las muchas lenguas incansables de Bombay; aunque nunca se le ha visto comportarse de forma indecorosa, ni con hombres ni con mujeres ni, hay que decirlo, con jeringuillas… a altas horas de la madrugada, se mueve a grandes pasos como una profetisa ebria, haciendo una parodia salvaje de lo que el alcohol provocó en Vasco Miranda la Noche de la Independencia; sin molestarse en respetar el copyright de Vasco, de forma que la concurrencia no tiene ni idea de que está ofreciendo la más feroz de las sátiras, describe la inminente destrucción de sus invitados —pintores, modelos, autores del «cine medio», comediantes, bailarines, escultores, poetas, playboys, figuras del deporte, maestros de ajedrez, periodistas, jugadores, contrabandistas de antigüedades, americanos, suecos, tipos raros, demi-mondaines, y los más encantadores y alocados representantes de la juventud dorada de la ciudad— y la parodia es tan convincente, tan convincente, y su ironía queda tan profundamente oculta, que es imposible no creer en una schadenfreude que se relame, o —porque sus humores cambian rápidamente— en una despreocupación inmortal y olímpica.
Imaginez : dans un sari de soie crème bordé d’un dessin géométrique d’or, conçu pour rappeler la toge d’un sénateur romain – ou peut-être, si le flux de son ego s’élève de quelques degrés, dans un sari de pourpre impériale encore plus resplendissant – elle est paresseusement assise sur un fauteuil, elle empuantit ses salons avec des nuages de fumée de beedi bon marché, et préside une de ces célèbres nuits arrosées de whisky et pire, des nuits au cours desquelles la licence de la haute société aiguise nombre de langues bavardes : bien qu’elle-même ne se fût jamais conduite de façon incorrecte, pas plus avec des hommes qu’avec des femmes ni, il faut le dire, avec des aiguilles… aux petites heures de la débauche, elle arpente la maison à grands pas, comme une prophétesse ivre, et se lance dans une parodie sauvage de ce que l’ivrognerie avait libéré en Vasco Miranda lors de la Nuit de l’Indépendance ; sans prendre le soin de reconnaître les droits d’auteur de son ex-protégé, de telle façon que la compagnie assemblée ici ne se doute absolument pas qu’elle offre la plus féroce des parodies, elle détaille la destruction à venir de ses hôtes – peintres, modèles, auteurs « milieu du cinéma », acteurs, danseurs, sculpteurs, poètes, playboys, héros sportifs, maîtres d’échecs, journalistes, joueurs, trafiquants d’antiquités, Américains, Suédois, phénomènes de foire, demi-mondaines, et les représentants les plus adorables et les plus sauvages de la jeunesse dorée de la ville – et la parodie est si convaincante, si convaincue, l’ironie en est si profondément dissimulée, qu’il est impossible de ne pas croire au claquement de ses lèvres schadenfreude, ou – car son humeur change rapidement – à son indifférence immortelle et olympienne.
—Fíjate bien —empezó—. Cuando seas un poco mayor te enseñaré algunas cosas. No serás nunca tan fuerte como para ganar una pelea, pero yo sé unos cuantos trucos y te los enseñaré. Cuando seas un poco mayor. Mira, yo puedo tumbar a un tipo dos veces más alto que yo…, y a una mujer también… —Se puso a reír, se volvió para escupir, recordó quién era y se aclaró la garganta—: Puede que no necesites mis trucos cuando hayas crecido; un mozalbete de tu rango no los necesitará con las chicas… Pero no te pondrán esta cara que luces ahora si no las asustas tontamente.
« Laisse-moi te dire une chose, reprit-il. Quand tu seras un peu plus grand, je t’apprendrai une ou deux astuces. Pas besoin d’être un géant pour dominer un combat. Je t’assure que je connais un ou deux tours qui valent la peine d’être appris – surtout quand on est de la taille d’une fauvette. Crois-moi, je suis capable de renverser un homme qui pèse deux fois mon poids… une femme aussi, d’ailleurs. » Il se mit à rire et se détourna, s’apprêtant à cracher ; soudain, il parut se remémorer l’endroit où il se trouvait et se ravisa, se contentant de se racler la gorge.
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