Frases de contexto similares
Ejemplos de traducción
Había calado en mí, me había moldeado como el hombre en que estaba convirtiéndome.
J’en étais imprégné, elle avait fait de moi l’homme que j’étais en train de devenir.
el contacto los había calado y los había engañado a ellos.
Que le contact avait percé à jour leur petite comédie et était en train de les piéger à son tour.
Desperté antes del amanecer, calado de frío, convencido de que me moría.
Je me réveillai avant l’aube, complètement glacé, convaincu que j’étais en train de mourir.
Se encontraba limpiando el foso con una escolta de franceses con la bayoneta calada.
Il était en train de nettoyer le fossé avec une escorte de Français, baïonnette au poing.
– Han vuelto al tren a esperar al médico -dice dando una calada a su cigarrillo-.
— Ils sont allés au train attendre le médecin, dit-elle en tirant sur sa cigarette.
Un cigarrillo es la calada que viene, y la que viene, y así, sin fin. Un cigarrillo es el cigarrillo siguiente.
La cigarette, c’est toujours celle qui vient après la clope qu’on est en train de griller.
El secretario miró con aire ausente a su superior, quien ahora estaba dando furiosas caladas a su pipa.
Le secrétaire jeta un regard absent à son supérieur, pour le moment en train de tirer furieusement sur sa pipe.
Cuando volvió a la habitación Joona seguía apoyada en la cabecera, apurando el último medio centímetro de porro. –¿Una calada? –No, gracias.
À son retour, elle n’avait pas bougé de place et était en train de finir le dernier demi-centimètre de son joint. — Vous en voulez ? — Non, merci.
La paciente sentada a su lado estaba fumando, daba caladas con gestos irascibles, pero su mujer no se volvía hacia su vecina de banco.
La femme assise près d’elle est en train de fumer, elle tire des bouffées rapides, mais l’épouse ne tourne pas la tête vers elle.
—dijo Long Jack, mientras trabajaban de nuevo envueltos en la niebla, calados de agua y desconcertados.
dit Long Jack, quand ils furent une fois de plus en train de se frayer leur route dans le brouillard, trempés, dégouttants, et encore sous le coup de l’étonnement.
Cuando los falsos soldados avanzan con la bayoneta calada, intento huir pero me caigo.
Quand les faux soldats s’avancent, brandissant leurs baïonnettes, j’essaie de m’enfuir mais je glisse et tombe sur le côté.
Ryan cogió un cigarrillo, lo encendió con el mechero que había dentro del paquete y dio una prolongada calada.
Ryan en prit une, avec le briquet jetable glissé à l’intérieur. Il alluma la clope, tira une longue bouffée.
De escaso calado, la nave podía deslizarse sobre los bancos sumergidos apenas a un metro de la superficie.
Avec son faible tirant d’eau, le steamer pouvait glisser sur les bancs de vase que submergeaient à peine soixante centimètres d’eau.
Así que saca el paquete de cigarrillos, le propina un golpecito en la parte inferior, coge uno, se lo lleva a los labios, cierra los ojos y da la primera calada.
Alors il saisit son paquet de cigarettes, tape sur le fond, en saisit une, la glisse entre ses lèvres, l'allume, ferme les yeux, aspire la première bouffée.
Le entregó una a la señora Sigsby y se quedó otra para él. —Póngasela. Bien calada. Como lleva el pelo corto, no tendrá problema en cubrírselo todo. Ella miró la gorra con aversión. —¿Por qué?
Il en tendit une à la directrice de l’Institut et en prit une autre pour lui. « Enfilez ça. Jusqu’aux yeux. Vous avez les cheveux courts, vous pourrez facilement les glisser dessous. » Mme Sigsby regarda la casquette avec dégoût. « Pourquoi ?
—Vuelve a sacar los cigarrillos y vuelve a ofrecerle al anciano, que rehúsa de nuevo con una sonrisa; luego se lleva uno a los labios, lo enciende y da la primera calada con los ojos cerrados—.
Il reprend son paquet de cigarettes, en tend de nouveau une au vieil homme, qui refuse encore, en souriant, puis il la glisse entre ses lèvres, l'allume, tire la première bouffée, les yeux clos.
Presintió las filas cerradas, macizas, de miles y miles de soldados, bajando de los cerros con las bayonetas caladas, entrando a Canudos por todas las esquinas y sintió un fierro frío en las carnes flacas de su espalda.
Il devina les rangs serrés, massifs, de milliers et de milliers de soldats dévalant les collines baïonnette au canon, entrant dans Canudos par tous les coins et il sentit un fer froid glisser sur la chair maigre de son dos.
Golpe de tambor, remo abajo, tirar, tirar, tirar, después levantar, hacia delante, estirar, arriba y luego, bajar el remo y empujar con las piernas, los músculos de los muslos a tope, y la estrecha embarcación de pequeño calado surcaba el agua.
Tirer, soulever, basculer en avant, tendre les bras, puis replonger la rame et tirer encore. Pousser avec les jambes, sentir la brûlure dans les muscles des cuisses et voir glisser sur l’eau le navire étroit et peu profond.
Josh ha intentado hablar con ella un par de veces, pero Lilly no se siente capaz de afrontarlo, y lo evita todo lo que puede alegando estar enferma. —No hay nada que decir —insiste Megan mientras rebusca su pequeña pipa en los bolsillos de la cazadora vaquera. Aplasta una reducida cantidad de hierba en el extremo, la enciende con un Bic y le da una buena calada. Es una mujer joven, de veintitantos años, tiene el rostro alargado y astuto, enmarcado por rizos sueltos teñidos con alheña, y la piel color aceituna.
Josh a essayé de lui parler plusieurs fois, mais elle n’a pas supporté et a prétexté qu’elle ne se sentait pas dans son assiette. — Qu’est-ce qu’il y a à dire ? demande Megan en cherchant sa petite pipe dans son blouson en jean. (Elle glisse un peu d’herbe dedans et l’allume en tirant une longue bouffée. Proche de la trentaine, la peau mate et des cheveux bouclés teints au henné qui encadrent un visage étroit et rusé, elle souffle la fumée et tousse.) C’est vrai quoi, regarde ce mec, il est énorme.
Y como parece que en aquel país la gente se da los buenos días cada dos por tres, vuelve a dárselos al señor Bark con las palabras que le ha enseñado la joven intérprete. —Tiene usted toda la razón —responde el señor Bark—. ¡Es un día estupendo! Y con sus gruesos dedos retira el celofán de un paquete, quita el papel de plata, le da un golpecito en la parte inferior, ofrece un cigarrillo al señor Linh, que lo rechaza sonriendo, sonríe a su vez con una expresión que viene a significar «¿no, eh?», lo enciende con su abollado mechero, cierra los ojos y da la primera calada. Y como se los ha regalado el anciano, de repente le saben mucho mejor de lo que recordaba.
Alors, comme il semble que dans ce pays on dise bonjour souvent, Monsieur Linh dit à Monsieur Bark de nouveau bonjour, en prononçant le mot que lui a appris la jeune interprète. « Vous avez raison, répond alors Monsieur Bark, c'est un bon jour ! » Et de ses gros doigts, il enlève l'emballage de cellophane de l'un des paquets, il déchire la feuille de papier d'argent, tape sur le fond du paquet, propose une cigarette à Monsieur Linh qui refuse en souriant, sourit lui-même d'un air de dire « Toujours pas ? », en glisse une entre ses lèvres, l'allume avec son briquet éreinté, aspire la première bouffée, ferme les yeux. Et parce que c'est le vieil homme qui lui a offert ces cigarettes, il les trouve soudain bien meilleures qu'elles ne l'étaient dans son souvenir.
Con la bayoneta calada, los soldados holandeses salieron de entre las llamas, resistencia inesperada y de un heroísmo inaudito.
Baïonnette au canon, des soldats hollandais surgirent des flammes – résistance inattendue d’un héroïsme inouï.
La relación del calado en carga con la cabida, ha sido mal calculada, y por consiguiente ofrecen al mar muy débil resistencia.
Le rapport de leur tirant d'eau en charge avec leur creux a été mal calculé, et, par suite, ils n'offrent qu'une faible résistance à la mer.
La desesperación multiplica sus fuerzas, siente que la energía le bulle por los brazos, Jens grita cuando sus pies encuentran un punto de apoyo, suelta las manos y se retuerce medio nadando hasta llegar a la orilla, camina renqueando y calado hasta los huesos por el agua hacia la arena, congelada y resbaladiza, se levanta, cierra los ojos para sentir mejor la tierra bajo sus pies, luego se pone a cuatro patas y vomita. Están salvados.
Le désespoir décuple ses forces, il sent l’énergie envahir ses bras, Jens pousse un cri de joie au moment où ses pieds rencontrent une résistance, il lâche le bord du canot puis rampe plus qu’il ne nage jusqu’à terre, gravit, trempé jusqu’aux os, le rivage glacé et glissant, se relève, ferme un instant les yeux, comme afin de mieux sentir le sol sous ses pieds, puis il se met à quatre pattes pour vomir.
Mejor dicho: sabía perfectamente que el inicio de su vida sexual consumada se había producido con este último, pero cada vez distinguía menos su rostro, o el suyo y el del jinete se solapaban o yuxtaponían como caretas intercambiables: los ojos azules y los ojos separados casi de color ciruela, la dentadura con vida propia y la cara meridional campesina, las cejas gruesas y la nariz grande y recta, el casco calado y el sombrero de ala estrecha que escondía un abundante pelo, todo ello formaba un conjunto contenido en el mismo día aventurero. Lo que sí le resultaba nítido era la memoria del dedo posado bajo la tela fina y de los tanteos y caricias que siguieron, de los besos más afanosos o más impacientes que apasionados, de la rápida pérdida de todas las prendas del hombre y de las suyas menos la falda, que no constituía obstáculo; de la extraña sensación bienvenida de que el sexo de un individuo —cualquier individuo, pero además a aquel no lo conocía poco más de una hora antes— se introdujera en el suyo y permaneciera allí un rato a sus anchas tras el primer forcejeo, apenas hubo resistencia de la protección más tenue que su vieja fama. Entonces ya no le quedaba mucha, hoy ya ni hay fama.
Ou plutôt, disons qu’elle savait parfaitement qu’elle devait à ce dernier son initiation à la vie sexuelle, mais elle distinguait de moins en moins son visage, car celui du banderillero et celui du cavalier se recouvraient en partie, se superposaient, tels deux masques interchangeables : les yeux bleus et les yeux en amande presque de couleur prune, les dents avec une vie bien à elles et le visage de paysan du Sud, les sourcils épais et le grand nez droit, le casque enfoncé, le chapeau au bord étroit qui cachait une chevelure abondante, tout cela se confondait en ce même jour pimenté d’aventures. Ce qui demeurait pour elle, c’était le souvenir du doigt sous l’étoffe fine, le souvenir des explorations et caresses qui avaient suivi, de baisers plus goulus ou impatients que passionnés, le déshabillage rapide de l’homme, puis le sien, mis à part la jupe qui n’était pas un obstacle, la sensation étrange et bienvenue que le sexe d’un individu – de n’importe quel individu, mais il faut ajouter qu’elle ne connaissait cet homme que depuis un peu plus d’une heure – s’introduisait dans le sien, y prenait un moment ses aises après la première effraction, sans rencontrer ou presque de résistance de la part de la membrane protectrice, plus fragile que ne le prétend sa vieille réputation.
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