Translation for "un lote" to french
Un lote
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Le vendí un lote de libros caros. —Oh… ¡Oh, ya!
Je lui ai vendu beaucoup de livres très chers. – Oh… oh, je vois !
—No, no —precisó la viuda—, hay muchas palabras que recuerdo mal, pero me raptaron junto a otros muchos y algunos fuimos vendidos en el mismo lote.
— Non, insista-t-elle, non ; j’ai oublié certains mots, mais j’ai été enlevée avec beaucoup d’autres, et certains ont été vendus avec moi.
Demasiado rato, pensé al cabo de poco, puesto que daba la impresión de que se habían olvidado de mí y ya empezaban a pegarse el lote.
Beaucoup trop long à mon avis, parce qu’ils avaient fini par oublier complètement ma présence et commençaient même à se tripoter.
Con tal propósito, Laurence y Berkley se dirigieron a la misión, ya muy transformada desde la última visita del primero: el lote de tierra se había convertido en un precioso huerto lleno de tomates y pimientos.
Laurence et Berkley allèrent le trouver le lendemain matin à la mission, qui avait déjà beaucoup changé depuis la dernière visite de Laurence : le bout de terrain était devenu un magnifique potager, planté de tomates et de poivriers ;
Se hacía respetar por su perspicacia en los negocios; cuando abría majestuosamente la boca para dar su opinión acerca de una hipoteca sobre bienes muebles o de la localización de un lote de terreno a su modo lacónico y aun monosilábico, la gente cerraba el pico en la oficina.
Sa perspicacité lui valait beaucoup de respect de la part de tous, et lorsqu’il ouvrait sa noble et vieille bouche pour exprimer son avis au sujet d’un nantissement de biens meubles ou de l’emplacement d’une parcelle, à sa manière laconique, monosyllabique, la foule des importants hommes d’affaires dans le bureau se taisait.
—Más de los que podría creerse. —De repente abrió los brazos en cruz y ahuyentó a los pájaros como a chicos con quienes hubiera jugado ya bastante, y añadió—: Pero hay mucha depresión en estos días. No comprendo para qué pelean. Aquí tengo un lote de libros —dijo tocando tiernamente la maleta con el pie— que conseguí en la casa de un lord. Restos de lo que pudo salvarse. Algunos se encuentran en un estado que dan ganas de llorar, pero otros… No digo que haya sido una buena compra.
— Beaucoup plus que vous ne le pensez. » Et d’un geste brusque il écarta les bras tout grands et chassa les oiseaux, tout comme on le fait pour des enfants avec lesquels on a suffisamment joué. Il continua : « Mais tout n’est que marasme de nos jours… je ne comprends pas le besoin qu’ils ont tous de se faire la guerre », et, touchant gentiment sa valise du bout du pied, il poursuivit : « J’ai là un lot de livres achetés parmi ce qui restait de la bibliothèque bombardée d’un lord… certains sont dans un état pitoyable, mais d’autres… après tout, ce n’était pas une si mauvaise affaire.
Mientras tanto Knut le ha estado enviando más regalos: otro lote de libros —¿cuándo volverás a escribir más relatos?, insiste—, un nuevo perfume —estaba facilísimo, ya sé que tienes muchos, pero guárdalo para más adelante—, un corpiño de encaje de La Perla —digno de Dita Von Teese—, unas medias de rejilla de Armani —ídem—, un pañuelo de Tous —seda salvaje, sólo el nombre suena prometedor—, un paraguas plegable de Burberry —para que lo puedas llevar siempre en el bolso—.
Pendant ce temps Knut continue à lui envoyer des cadeaux : un autre lot de livres – quand te remettras-tu à écrire des nouvelles ? insiste-t-il –, un nouveau parfum – c’était tellement facile, je sais que tu en as beaucoup, mais garde-le pour plus tard –, un bustier en dentelle La Perla – digne de Dita Von Teese –, des bas résilles Armani – idem –, un foulard de chez Tous – soie sauvage, rien que le nom semble prometteur –, un parapluie pliant de chez Burberry – pour que tu puisses le garder dans ton sac.
En parte tuvo que ser imitación (si pienso en las personas a quienes había visto besarse antes de 1972, se me ocurren James Bond, Simon Templar, Napoleón Solo, Barbara Windsor y Sid James, o quizá Jim Dale, Elsie Tanner, Omar Shariff y Julie Christie, Elvis y montones de actores en blanco y negro que mi madre siempre tenía ganas de ver por televisión, aunque ellos nunca movían la cabeza de un lado a otro), en parte tuvo que ser esclavitud hormonal, en parte cedimos a un grupo de presión (porque Kevin Bannister y Elizabeth Barnes ya llevaban quince días dándose el lote), en parte tuvo que ser pánico ciego... No hubo la menor conciencia de lo que estábamos haciendo, como tampoco hubo deseo, ni placer, más allá de una calidez desconocida y moderadamente agradable, localizada en la boca del estómago.
Une dose de mimétisme (les gens que j’avais vus s’embrasser, en 1972 : James Bond, Simon Templar, Napoléon Solo, Barbara Windsor et Sid James – à moins que ce ne fut Jim Dale –, Elsie Tanner, Omar Sharif et Julie Christie, Elvis, et beaucoup de couples en noir et blanc que ma mère aimait regarder, mais eux ne penchaient pas la tête frénétiquement) ; une dose d’impulsion hormonale aveugle ; une dose d’instinct grégaire (Kevin Bannister et Elizabeth Barnes s’y étaient mis depuis quinze jours) ; une dose de pure panique… aucune conscience, aucun désir, aucun plaisir, sauf une vague chaleur dans le ventre, insolite et relativement agréable.
Otro punto y seguido… bueno, la muerte es un punto final… basta, no pensemos más en ella… el campus está desierto no es de extra… vaya, esto es interesante. He estado mirando un rato por la ventana sin pensar en lo que veía y pensando en Isabel Hotchkiss, como si la mente fuera una cámara de cine que no te permite tener un primer plano y profundidad de campo al mismo tiempo… cuando he dejado de pensar en ella el campus ha entrado en foco, en la medida en que lo permiten esta mañana las gotas de lluvia que bajan por los cristales de la ventana veteando la suciedad, es lo malo de un edificio entero de cristal que pide a gritos una limpieza, tengo que escribir una nota a mantenimiento, una pérdida de tiempo, les han cortado drásticamente el presupuesto… otro cambio de tema… Es cuestión de atención, no puedes atender a más de una cosa a la vez, como el dibujo del pato y el conejo, que no puedes verlos a los dos en el mismo instante aunque puedas pasar de uno a otro… No hay mucha gente por aquí, no tiene nada de raro, una mañana lluviosa de domingo, los profes están en casa leyendo la prensa dominical a la hora tardía del desayuno y los estudiantes durmiendo la mona de alcohol y drogas y bailoteo y jodienda, ahí va un jogger pisoteando los charcos… Debería hacer más ejercicio, jugar de nuevo al squash, correr por correr no lo soporto… oye, dicen que el sexo es un buen ejercicio, un polvo equivale a correr un par de kilómetros y lo que se ve es mucho más agradable… Ahí pasa alguien, quién es, una mujer con impermeable y un paraguas, no es una estudiante, ellas no llevan impermeable sino anoraks y capuchas o van a pelo y se mojan… un impermeable elegante, por cierto, con una especie de capa y una falda larga, quién es, y botas altas… Carrie tenía un par de botas como ésas con tacones altos, se paseaba por el dormitorio sin nada más puesto para complacerme… ya no, ni siquiera un polvo rápido anoche… Estaba todavía cachondo por el lote que me había pegado con Marianne pero no hubo suerte… me echó una bronca por montar aquel pollo en la cena pero por qué la gente tiene que decir esas chorradas… Quién es esa que pasea por el campus una mañana lluviosa de domingo, no parece que vaya a ningún sitio, sino que ha salido a dar un paseo, pero quién saldría a pasear con esta ah, bueno, ha cerrado el paraguas, debe de haber escampado, ella… ¿no es esa mujer, la escritora que estaba anoche en la cena, la suplente de Russell Marsden, Helen nosequé…? Helen Reed, sí, claro, vive en uno de esos dúplex del campus en el perímetro oeste, entre Severn Hall y las pistas de squash, antes de cenar me dijo que había alquilado su piso durante el semestre. Así que no vuelves a Londres desde la noche del jueves hasta la mañana del martes, como hacen casi todos los escritores visitantes, dije, «No», dijo ella, «he quemado mis naves, ¿o eran puentes?», y sonrió, pero en sus ojos había una expresión de agobio mientras lo decía, bonitos ojos pupilas castaño muy oscuro, guapa de cara, perfectamente dibujado el arco de los labios con una fina finísima pelusa en el superior y un cuello largo y delicado, difícil decir qué tipo tiene o qué piernas, llevaba una falda larga y un top holgado, pero ni flaca ni gorda… qué edad dirías, por lo menos cuarenta, tiene un hijo en la universidad y otro que acaba de terminar el cole, pero no los aparenta… Y tu marido, dije, fijándome en su anillo pero olvidando tontamente que ella había dicho mi piso no nuestro piso. «Murió», dijo, «murió hace un año», justo en el momento en que Marianne daba palmadas y nos llamaba a la mesa y no tuve más ocasiones de hablar con ella porque estábamos en lados opuestos… Marianne eligió los sitios, no quiso que me enrollara con esa atractiva mujer nueva, además viuda, su marido murió de una hemorragia cerebral, me susurró Marianne más tarde. «De repente, una tragedia, con sólo cuarenta y cuatro años, era productor de radio en la BBC…».
Encore un arrêt… dans le genre arrêt fait-on mieux que la mort… assez assez n’en parlons plus… le campus est désert rien de surpre… tiens, voilà qui est intéressant, ça fait un moment que je regarde par la fenêtre sans penser à ce que je vois, au lieu de quoi je pensais à Isabel Hotchkiss, comme si le cerveau ressemblait à une caméra on ne peut pas avoir à la fois un gros plan et la profondeur de champ… et dès que j’ai cessé de penser à elle j’ai fait le point sur le campus, autant que le permettent ce matin les gouttes de pluie qui ruissellent sur les vitres en traçant leur sillage dans la saleté, c’est l’ennui avec un bâtiment entièrement vitré elles ont sacrément besoin d’être nettoyées, il faut que je fasse une note pour la maintenance, du temps perdu le budget a été ratiboisé… Encore un changement de sujet… Affaire d’attention, on ne peut pas s’occuper de plus d’une chose à la fois, comme l’image du canard et du lapin on ne peut pas réellement les percevoir au même instant seulement aller de l’un à l’autre… Pas beaucoup de passage dehors, c’est normal, un matin de week-end pluvieux, les profs sont tous chez eux à parcourir les journaux du dimanche les étudiants roupillent ils cuvent leur cuite leur came leur sauterie leur baise d’hier soir ah voilà quand même un type qui fait son jogging en pataugeant dans les flaques… Je devrais me remuer un peu me remettre au squash, le jogging très peu pour moi je ne supporte pas de courir pour courir… notez bien il paraît que le sexe est un excellent exercice, une seule partie de jambes en l’air l’équivalent de deux kilomètres de course à pied et foutrement plus agréable… Voilà quelqu’un, qui est-ce, une femme en imperméable sous un parapluie, pas une étudiante elles ne portent pas d’impers elles mettent des anoraks et des parkas à capuche ou alors elles se mouillent… élégant en plus ce long imperméable avec une espèce de cape et de l’ampleur autour des bottes… Carrie en avait une paire comme ça à talons hauts, elle déambulait toute nue et bottée à travers la chambre pour me faire plaisir… fini tout ça, hier soir elle s’est même refusée à un petit coup vite fait… je me sentais encore excité par le patin que j’avais roulé à Marianne mais bernique… en rogne contre moi à cause du ton cinglant que j’avais pris à table mais pourquoi faut-il que les gens racontent de telles conneries… Qui peut bien être cette personne qui marche sous la pluie à travers le campus un dimanche matin, elle n’a pas l’air d’aller quelque part seulement de se balader, mais quelle idée de se balader par ce temps ah tant mieux elle ferme son parapluie la pluie a dû s’arrêter elle… c’est cette femme, l’écrivain, qui était au dîner d’hier soir, la remplaçante de Russell Marsden, Helen comment déjà… Helen Reed oui bien sûr, elle est logée sur le campus dans l’une de ces maisonnettes là-bas tout à l’ouest entre le Severn Hall et les courts de squash, à l’apéritif elle m’a dit que sa propre demeure était occupée par des locataires pour tout le semestre. Je lui ai demandé vous ne rentrerez donc pas à Londres du jeudi soir au mardi matin comme le font la plupart de nos écrivains invités, « Non, a-t-elle dit, j’ai brûlé mes vaisseaux, ou mes ponts ? je ne sais plus » et elle a souri mais il y avait de l’angoisse de la panique dans ses yeux, de beaux yeux l’iris d’un brun très foncé, un joli visage, une bouche arquée parfaitement ourlée avec un léger duvet une ombre sur la lèvre supérieure un long cou délicat difficile de se faire une idée du corps, des jambes, elle portait une jupe longue et un haut flottant, en tout cas elle n’est ni grosse ni décharnée… quel âge lui donner, elle doit avoir au moins la quarantaine elle a un fils à la fac et une fille qui vient de finir le lycée, mais on ne s’en douterait pas… Et votre mari, j’ai demandé en remarquant son alliance mais en oubliant bêtement qu’elle avait dit ma demeure et non notre demeure.
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