Translation for "señalándolas" to french
Translation examples
Adamsberg echó una mirada a Veyrenc señalándole que no era momento para eso, igual que lo había hecho con Danglard cuando éste habló de Ricardo Corazón de León.
Adamsberg jeta un regard à Veyrenc, lui signalant que ce n’était pas le moment, comme il l’avait fait avec Danglard pendant son récit sur Richard Cœur de Lion.
Un mensaje automático de respuesta le dio las gracias, señalándole que era la persona número 24.726 que le mandaba una sonrisa a Ana María y la 19.282 que le mandaba una cara ceñuda a los paramilitares.
Une réponse automatique la remercia, lui signalant qu’elle était la vingt-quatre-mille-sept-cent-vingt-sixième personne à envoyer un sourire à Ana María et la dix-neuf-mille-deux-cent-quatre-vingt-deuxième à faire parvenir un émoticône fâché aux paramilitaires.
Con ademanes imperiosos, los obliga a entrar, los jala, los arrastra, los anima, señalándoles la larga mesa donde, bajo aureolas de insectos codiciosos, languidecen las bebidas y las viandas que el Concejo Municipal de Queimadas ha preparado para homenajearlo.
D’un geste impérieux, il les oblige à rentrer, les tire, les traîne, les encourage en leur signalant la longue table où, sous les auréoles d’insectes avides, languissent les boissons et les viandes que le conseil municipal de Queimadas a préparées en son hommage.
A lo largo del procedimiento, cada hombre se encontró solo con un oficial de la Marina de Estados Unidos quien le preguntaba amablemente si podría desear quedarse en Estados Unidos, señalándole que cada hombre que tomara esa decisión sería requerido de informar su intención personalmente a un representante de la embajada soviética... pero que si estaba dispuesto a hacerlo, se le permitiría permanecer.
En cours de route, chaque homme se retrouva seul devant un officier de la marine américaine, qui lui demanda poliment s’il souhaitait demeurer aux Etats-Unis, en lui signalant qu’au cas où il prendrait cette décision, il devrait en notifier personnellement un représentant de l’ambassade soviétique – mais que, s’il le désirait, il serait autorisé à rester.
Corrió a besar las manos amazónicas de don Federico Téllez Unzátegui, llamándolo “mi consejero salvador, mi nuevo padre”, gesto y palabras que su jefe aceptó con la deferencia que todo amo que se respete debe a sus esclavos, señalándole de todos modos, calvinista de corazón sin puertas para el sentimiento, que, curado o no de complejos homicidas, debía llegar puntual a “Antirroedores S. A.”, so pena de multa.
Il courut baiser les mains amazoniques de don Federico Téllez Unzátegui en l’appelant « mon conseiller, mon sauveur, mon nouveau père », geste et propos que son chef accepta avec la déférence que tout maître qui se respecte doit à ses esclaves, en lui signalant de toute façon, calviniste de cœur sans place pour le sentiment, que, guéri ou pas de ses complexes homicides, il devait arriver à l’heure à « Dératisation S.A. », sous peine d’amende.
La condesa cuyo recelo no descansaba, había olfateado el peligro, señalándolo antes que existiese. Pero,
La comtesse, dont la jalousie ombrageuse ne cessait d’être en alerte, avait prévu, de loin, le péril, et l’avait signalé avant qu’il existât.
Hay un fantasma de personalidad señalándole su intención de reintegrarse con él, y el delta de memoria que trae consigo es enorme, años y años de experiencias divergentes que asimilar.
Un spectre de personnalité qui lui signale frénétiquement son intention de fusionner à nouveau avec lui et le delta de mémoire qu’il transporte est gigantesque, des années et des années d’expériences divergentes à absorber.
Chance en la tele, cuando está, pues, tranquilo, satisfecho, incluso feliz, libre de la angustia que durante muchos años lo atenazó cuando Adele se iba de fin de semana con aquellos jóvenes que le parecieron buenas personas, responsables, gente de bien, y por eso la dejaba irse con ellos, siempre, desde que era adolescente, porque era una chica muy dotada, y aunque es verdad que las primeras veces iba él también y la acompañaba, a partir de cierto momento dejó de hacerlo, porque era violento, era el único padre que iba, era casi peor que no dejarla ir, y por eso a partir de cierto momento se quedó en casa esperándola, preocupado, claro, mañana, tarde o noche, asaltado por las dudas, hago bien, hago mal, Adele es una gran amante de esos deportes, pero son deportes peligrosos, no son como el tenis, vamos, y a Adele nunca le gustó el tenis, solo le gustaba la esgrima, de niña, y ya ahí había un arma, había un símbolo de sangre, de muerte, de peligro, que podía prohibirle o no prohibirle, vamos, aquellos deportes, que desafiaban abiertamente la fuerza de la gravedad, las olas, las alturas, todo muy catártico pero peligroso, estaba en su derecho, entraba en su potestad de padre, y había decidido no prohibírselos, y le dejaba que fuera, y soportaba en silencio la angustia que le causaba, y temía, en silencio también, recibir aquella terrible llamada en mitad de la noche cada vez que se acostaba y Adele no estaba, lo temía en silencio, siempre, antes de dormirse, cuando se despertaba para ir al baño, antes de volver a dormirse, cuando no conseguía volver a dormirse y tomaba gotitas: Rivotril, Xanax, Ansiolin, aunque había que reconocer que, en todos aquellos años, nunca había pasado nada, ni un simple percance, ni de día ni de noche, ni un rasguño, ni una dislocación, nada de nada, si exceptuamos, claro está, que un día volvió embarazada de una de aquellas aventuras, aunque esto era otra cosa, que él aceptó, embarazada con veinte años y sin noticias del padre, lo aceptó todo, en silencio, sin dejar traslucir su tormento, hago bien, hago mal, porque, por lo demás, Adele era una buena chica, juiciosa, fiable, le había salido bien, lo que era un auténtico milagro, la verdad, después de lo que había pasado de pequeña, traída y llevada, traumatizada, en Italia, en Alemania, de nuevo en Italia, en Roma, en Múnich, en Florencia, con una madre loca, digamos la verdad, y un padre estúpido que no supo protegerla, y viendo dolor por todas partes, vamos, para salir trastornada, pero no, se crió sorprendentemente bien, y solo dio muestras de trastorno cuando quiso indicar el peligro que sus padres no percibían, y por eso se inventó lo del hilo en la espalda, del que se curó cuando sus padres empezaron a entender lo que pasaba, el hilo desapareció y no volvió a recurrir a él hasta que todo explotó, y el hilo reapareció y transformó Múnich en una telaraña inextricable, invivible, señalándoles así la solución a sus padres, unos padres incapaces, una madre loca, un padre que no supo protegerla, en fin, que ella llevó a la familia no diremos al bien, porque no podemos hablar de bien, pero sí al mal menor, esto al menos lo entendió al final nuestro querido Marco, se dio cuenta de que su hija poseía una gran sabiduría, una sabiduría natural, y procuró al menos darle estabilidad, que es lo único que Adele necesitaba, después de todo, un poco de vida estable, dolorosa, eso sí, con visitas periódicas a la madre ingresada, con un amor inexpresable por la hermanita alemana y la sabia decisión de vivir ese amor plenamente cuando fueran mayores, una vida dolorosa y compleja, pues, pero estable, la que Adele nunca había conocido y en la que por fin pudo apoyarse, eliminando para siempre el hilo y convirtiéndose en lo que se dice una «chica modelo», y a partir de cierto momento en una «joven madre modelo», que estudiaba y trabajaba y se iba a hacer surf y escalada, y cuando se iba a hacer surf y escalada, él se quedaba con la pequeña, Miraijin, su nieta, y era justo que así fuera, Adele iba a recargar su sabiduría a la naturaleza salvaje y él la esperaba en casa con la pequeña y le daba estabilidad, y la angustia la soportaba en silencio, había pasado años así y parecía que había hecho bien en aceptar, en perseverar y en dejar que se fuera, parecía que había merecido la pena arriesgarse, hasta que al final llegó aquella llamada telefónica y descubrió que estaba realmente marcado, que estaba abandonado de Dios, pero mucho más de lo que creía, y ya creía estarlo mucho, desde la muerte de su hermana Irene, llegó, sí, aquella llamada que todos los padres temen pero pocos reciben, unos pocos desgraciados, marcados, predestinados, para los que no existe un nombre en muchísimas lenguas pero sí, por ejemplo, en hebreo, shakul, del verbo shakal, que significa eso, «perder a un hijo», y en árabe, thaakil, con la misma raíz, y en sánscrito, vilomah, literalmente «contrario al orden natural», así como en muchísimos idiomas de la diáspora africana, y en sentido menos unívoco también en griego moderno, charokammenos, que significa «quemado por la muerte», referido en general al que sufre un duelo, pero usado casi solamente para designar al padre que pierde a un hijo, que sobre esto de perder a un hijo ya habló de una vez para siempre uno de los ídolos de juventud de nuestro querido Marco: «Sepa que he perdido a dos hijos. / Pues es usted bastante distraída, señora», porque, en efecto, bien pensado, no tiene sentido decir que perdemos a alguien cuando se muere, es decir, ser el sujeto de esa muerte, he perdido a mi hija, me ha faltado mi hija, se me ha muerto mi hija, yo, yo, yo, no tiene sentido este pronombre, es casi obsceno cuando muere otra persona, pero cuando muere un hijo sí tiene sentido, por desgracia, porque, de algún modo, el padre siempre es responsable, o incluso culpable, de no haberlo impedido, como era su deber, de no haber conjurado, evitado, previsto el peligro, de haber dejado que sucediera y que muriera, y por tanto de haber perdido al hijo o la hija, en fin, que a nuestro querido Marco le llegó la llamada que destrozó su vida, una tarde, un domingo, en otoño, y su vida ya varias veces destrozada quedó destrozada otra vez, salvo que una vida nunca se destroza del todo, y por eso Miraijin, que dormía con la cabeza apoyada en sus rodillas, mientras él trataba de respirar, pues ni eso podía ya, y era shakul desde hacía unos segundos (no se lo dijeron así, fueron delicados, pero él lo entendió perfectamente), era thaakil, era vilomah, era charokammenos desde hacía unos segundos, y los pulmones no le respondían, y le faltaba el aire, y sentía un vacío infinito en las entrañas, y la cabeza le zumbaba, y más destrozada que la suya no podía estar una vida, Miraijin, decimos, se despertó dulcemente y le sonrió, y había cumplido dos años el mes anterior, y al hacer aquello, ya solo despertarse y sonreírle, le dijo abuelo, ni se te ocurra, ni en broma, le dijo abuelo, me tienes a mí y has de aguantar. MIRADO DE ARRIBA ABAJO (2009)
allô ? », et ce n’est personne, parfaitement, ça arrive souvent, une plaisanterie peut-être, la plaisanterie atroce de nous faire croire que le temps est venu pour nous de recevoir ce coup de fil qui nous terrifie en pleine nuit, jusqu’à nous faire réciter la prière la plus déchirante qu’on puisse concevoir, et notre frère Marco aussi l’aurait récitée, mais ce ne fut pas le cas, parce que le coup de fil, ce coup de fil oui, arriva pour lui, mais pas la nuit, non, l’après-midi, un dimanche, en automne, dans la lumière sourde de quatre heures trente-cinq, sa petite-fille endormie sur le canapé, la tête sur ses genoux, pendant qu’il regardait à la télé Bienvenue Mister Chance, et donc en paix, satisfait, bienheureux même, loin de l’angoisse qui l’avait tenaillé pendant des années quand Adele partait le week-end avec ces jeunes gens qui lui avaient semblé d’aplomb, qui lui avaient semblé responsables et fiables, si bien qu’il la laissait partir avec eux, il l’avait toujours laissée partir depuis son adolescence, puisqu’elle était très douée, bien sûr les premières fois il y était allé aussi, il l’avait accompagnée, mais à partir d’un certain moment, il n’y était plus allé, parce que c’était embarrassant, il était le seul parent à les suivre, c’était presque pire que de ne pas l’y envoyer, et alors à partir d’un certain moment, il était resté à la maison à l’attendre, angoissé évidemment, peu importe si c’était le matin, l’après-midi ou le soir, rongé par le doute, je fais bien, je fais mal, Adele a une passion pour ces sports, mais ils sont quand même dangereux, bref ce n’est pas comme une partie de tennis, et Adele n’avait jamais aimé le tennis, seulement l’escrime, petite, et déjà là il y avait une arme, il y avait un symbole de sang, de mort, de danger, et ces défis évidents à la loi de la gravité, les vagues, les sorties d’escalade, bon exutoire, mais dangereuses, il aurait pu les lui interdire, c’était son droit, cela rentrait dans ses attributions de parent, ou bien ne pas les lui interdire, et il avait décidé de ne pas les lui interdire, il la laissait partir, il supportait en silence l’angoisse qui en découlait et redoutait, toujours en silence, de recevoir ce terrible coup de téléphone en pleine nuit toutes ces satanées fois où il allait se coucher et qu’Adele n’était pas rentrée, il le redoutait en silence, toujours, avant de s’endormir, quand il se réveillait pour aller aux w-c, avant de se rendormir, n’arrivant pas à se rendormir, prenant des gouttes pour se rendormir, Rivotril, Xanax, Ansiolin, et pourtant il fallait reconnaître que rien n’était jamais arrivé, jamais, pendant toutes ces années, pas le moindre accident, ni le jour ni la nuit, pas même une égratignure ou une luxation, rien du tout, si l’on excepte, d’accord ce n’est pas rien, qu’un jour elle lui était revenue enceinte d’une de ces échappées folles, certes, mais c’était une autre histoire, et il l’avait acceptée, enceinte à vingt ans et pas trace de père, il avait tout accepté, en silence, sans montrer son tourment, est-ce que je fais bien, est-ce que je fais mal, parce que d’un autre côté Adele avait la tête sur les épaules, elle était capable, consciencieuse, sûre, elle s’en était sortie, et il s’agissait d’un véritable miracle en réalité, si on pensait à ce qu’elle avait subi petite, ballottée, traumatisée, Italie, Allemagne, de nouveau l’Italie, Rome, Munich, Florence, avec une mère folle, disons-le, et un père stupide qui n’avait pas su la protéger, avec la douleur qui dégoulinait sur elle de toutes parts, de quoi opter pour le dysfonctionnement par principe, et au contraire, elle s’était épanouie d’une façon incroyable, ne s’en remettant au dysfonctionnement que lorsqu’il fallait signaler à ses parents le danger qu’ils ne percevaient pas encore, et voilà qu’apparaissait le fil dans son dos, et elle avait guéri quand ses parents avaient montré qu’ils commençaient à comprendre, alors il avait disparu, et à nouveau elle y avait recouru quand tout avait explosé, et le fil était réapparu et avait transformé Munich en une toile d’araignée inextricable, invivable, indiquant ainsi la solution à ses parents inaptes, la mère folle, le père qui n’avait pas su la protéger, bref, on peut le dire, c’était elle avec son fil qui avait guidé sa calamiteuse famille, ne disons pas vers le bien, parce qu’on ne peut pas franchement parler de bien, mais vers le moindre mal plutôt, oui, et ça au moins notre frère Marco avait tout de même fini par le comprendre, il s’était aperçu que sa fille détenait une sagesse puissante, sauvage, et il s’était surtout efforcé de lui procurer la stabilité, car en définitive c’était là le seul besoin d’Adele, un peu de stabilité, même si elle était douloureuse, entre les visites régulières à sa mère au sanatorium, l’amour inexprimable pour sa petite sœur allemande et la sage décision de le vivre pleinement quand elles seraient plus grandes toutes les deux, douloureuse et complexe donc, mais stabilité quand même, ce qu’Adele n’avait jamais connu, et sur quoi elle avait enfin pu s’appuyer, rembobinant ce fil pour toujours et devenant ce qu’on appelle une « fille modèle » et, à partir d’un certain moment, une « fille-mère modèle » qui faisait ses études, travaillait et partait surfer ou crapahuter, et quand elle surfait ou crapahutait, c’était lui qui restait avec le bout de chou, Miraijin, sa petite-fille, et c’était bien ainsi, Adele allait recharger sa sagesse dans le cœur sauvage de la nature et il l’attendait à la maison avec la petite, offrant à sa fille la stabilité, et il gérait son angoisse en silence, il avait passé des années comme ça, il semblait bien qu’il avait eu raison d’accepter, de persévérer, de la laisser partir, il semblait bien que ça avait valu la peine de risquer, jusqu’au moment où ce coup de téléphone avait fini par arriver, alors il avait découvert qu’il était marqué, abandonné par Dieu, beaucoup mais beaucoup plus qu’il ne le croyait, et il croyait déjà l’être beaucoup depuis l’époque de la mort de sa sœur Irene, et il était arrivé le coup de téléphone que tous les parents redoutent, mais qu’un petit nombre seulement reçoivent, quelques malheureux marqués, prédestinés, pour qui, dans de nombreuses langues, le mot n’existe même pas, mais il existe par exemple en hébreu, shakul, qui vient du verbe shakal qui signifie justement « perdre un enfant », et il existe en arabe, thaakil, avec la même racine, et en sanscrit, vilomah, littéralement « contraire à l’ordre naturel », et il existe dans de très nombreuses variantes des langues de la diaspora africaine, et dans un sens moins univoque il existe aussi en grec moderne, charokammenos, qui signifie « brûlé par la mort », désignant de façon générique une personne frappée par un deuil, mais on l’emploie presque exclusivement pour désigner un parent qui perd son enfant, d’ailleurs sur ce fait de perdre ses enfants, un des oracles de notre frère Marco dans sa jeunesse s’était déjà exprimé de façon définitive, « Savez-vous que j’ai perdu deux enfants / Madame vous êtes bien distraite », parce que en effet à bien y réfléchir ça ne tient pas cette histoire de perdre une personne quand elle meurt, c’est-à-dire d’être le sujet de sa mort, j’ai perdu ma fille, je ne l’ai plus, je l’ai laissée mourir, je je je, ce pronom n’a aucun sens, il est presque obscène quand meurt quelqu’un d’autre, mais quand c’est un fils ou une fille qui meurt, hélas il a un sens, parce que la responsabilité plane toujours ou la faute du parent qui n’a pas empêché, comme c’était son devoir, n’a pas conjuré, n’a pas évité, n’a pas protégé, n’a pas prévu, a laissé survenir et donc laissé mourir, et donc perdu son fils ou sa fille, bref pour notre frère Marco il arriva le coup de téléphone qui anéantit sa vie, et il arriva dans l’après-midi un dimanche en automne, et sa vie déjà anéantie d’autres fois fut anéantie à nouveau, sauf que dans la vie le néant n’existe pas, et en effet Miraijin dormait la tête sur ses genoux, et tandis qu’il essayait de respirer, parce que même ça il n’y arrivait plus, il était shakul depuis quelques secondes (on ne le lui avait pas dit ouvertement, on l’avait ménagé, mais il avait très bien compris), il était thaakil, il était vilomah, il était charokammenos depuis quelques secondes, et il avait les poumons bloqués, l’air était un filet de feu, son ventre un trou sans fond, sa tête un tambour, et une vie ne pouvait pas être plus proche du néant, Miraijin se réveilla en douceur et lui sourit, elle avait deux ans depuis un mois, et par ce geste tout simple, se réveiller et lui sourire, elle lui disait grand-père ne t’y risque pas, elle lui disait on ne plaisante pas, elle lui disait grand-père je suis là, il va falloir supporter. Jaugé
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