Translation for "añora" to french
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Ha intentado quitarse la vida otra vez, cortándose las venas, pero no lo logró, y por eso sigue allí, como una huésped permanente sin posibilidad de salida, una especie de fantasma entre esas paredes que imagino sucias, yendo de aquí para allá, en silencio, pues dice mi pariente que es conocida por eso, no habla con nadie, sus palabras se cuentan con la mano, tiene aspecto joven y tal vez la han violado, pero en fin, cree que sería fácil sacarla, como saben que está sola en el mundo no tiene vigilancia, la dejan entrar y salir de la crujía de los dormitorios al salón o las cocinas, y dice que sería muy fácil esconderla y hacerla salir con alguna de las camionetas de reparto, siempre y cuando haya con qué pagar, pues si se paga todo es posible, amigo, pero yo he intentado imaginar la vida de ella todos estos años, sola, haciéndose preguntas, pensando tal vez en mí, que será su gran pregunta, ¿por qué la dejé?, y lo peor, amigo, ni yo mismo lo sé, éramos dos desesperados, dos animales heridos que debían correr al bosque a salvarse y yo corrí más rápido, o en la dirección correcta, es extraño, la vida nos pateó, nos hizo trizas, y ahora, años después, somos dos cadáveres, dijo, bebiendo un sorbo largo de cerveza y encendiendo un cigarrillo, y continuó, yo no puedo creer que aún esté en el mundo, que su respiración y sus palabras toquen el aire y que eso exista en algún lugar y que sea real, por dios, debe ser la única persona sobre el planeta que piensa en mí o que tal vez me añora, quién sabe, o a lo mejor me odia, pero para odiarme tengo que existir dentro de ella, si es que no he muerto también ahí, en su memoria, en su vida miserable, más aún que la mía, ella con el dolor y las preguntas y yo con la culpa, amigo, esta vida no valió la pena de vivir, te lo aseguro, pero yo iré hasta el final, y hoy mismo le escribí una nota, mi pariente se la podrá hacer llegar, le digo que me espere, que estoy en París y que iré a buscarla, que enviaré a alguien para que la traigan aquí, eso le escribí, amigo, y no sé si ella crea esas palabras, tal vez piense que le fueron escritas por alguien enloquecido y ausente que está más solo que ella, y si lo piensa tendrá razón, o creerá que son palabras escritas desde la muerte, y también tendrá razón, y mientras Jung hablaba yo lo observaba en silencio, con mi cerveza en la mano, con temor a decir algo e interrumpir con alguna banalidad sus largos soliloquios, así que me mantuve en silencio, y él dijo, intento imaginar su cara cuando lea la carta, si su corazón y su alma no están marchitos puede que sienta alegría, o tal vez miedo, no lo sé, anhelo darle un instante alegre, uno solo, ojalá que sea así, y al decir esto escuché el ruido de un vidrio rompiéndose en algún lado, y al reaccionar vi que Jung había dejado caer la botella y que sus manos temblaban nerviosas, como las extremidades de un cadáver al que se le aplica electricidad, eso fue lo que me pareció al vérselas, y él intentó levantarse pero no pudo y cayó de espaldas sobre la silla, y entonces me levanté y le dije, tranquilo, Jung, respira, y me puse tras él, masajeándole la espalda, sólo respira muy profundo, lo más profundamente que puedas, y cierra los ojos, recuerda lo que dijo el médico, es un estado de estrés, nada grave, te viene por los nervios, porque me estás hablando de cosas que te tocan muy profundo, por eso te viene, pero ya va a pasar, respira profundo y no pienses en nada, y entonces sus manos empezaron a calmarse, y de pronto abrió los ojos y me miró, con una sonrisa, y dijo, oye, se supone que el oriental soy yo, ahora siéntate y serénate tú, y le dije, debes pensar menos y actuar más, Jung, mañana vamos al barrio chino, donde el señor Fred, y le damos los datos, tienes que traerla, no importa cuánto cueste, piensa sólo que cuando ella esté aquí ambos volverán a la vida, y él me miró de nuevo, y dijo, tienes razón, muchacho, ya lo había pensado pero suena bien como tú lo dices, ella vendrá, eso es seguro, ya te lo dije: aunque sea lo último que haga en esta vida miserable, pero yo le dije, deja de quejarte, muy pronto las cosas van a cambiar, te lo aseguro.
Le pire, mon ami, c’est que je ne le sais pas moi-même, nous étions deux désespérés, deux bêtes blessées qui devaient courir vers la forêt pour sauver leur peau et j’ai couru plus vite, ou dans la bonne direction, c’est étrange, la vie nous a piétinés, mis en miettes, et maintenant, des années après, on est deux cadavres, et il but une longue gorgée de bière, alluma une cigarette et reprit : je ne peux pas croire qu’elle soit encore de ce monde, que sa respiration et ses mots soient encore en contact avec l’air quelque part et que ce soit une réalité, mon Dieu, elle est sans doute la seule personne sur cette planète à penser à moi et à avoir peut-être envie de me revoir, comment savoir, peut-être qu’elle me déteste, mais pour me détester, je dois exister à l’intérieur d’elle, si je ne suis pas mort non plus là-bas, dans sa mémoire, dans sa vie encore plus misérable que la mienne, elle avec sa douleur et ses questions, moi avec ma culpabilité, mon ami, cette vie ne valait pas la peine d’être vécue, je t’assure, mais j’irai jusqu’au bout, je lui ai écrit une lettre aujourd’hui, mon parent la lui fera parvenir, je lui dis de m’attendre, que je suis à Paris et que je vais aller la chercher, que je vais envoyer quelqu’un pour qu’on la ramène ici, voilà ce que je lui ai écrit, mon ami, je ne sais pas si elle me croira, elle pensera peut-être que ces mots ont été écrits par un fou, un absent encore plus seul qu’elle, et elle aura raison de le penser, ou alors elle croira que ce sont des mots écrits après la mort, et elle aura raison aussi, et pendant que Jung parlait je l’observais en silence, mon demi à la main, craignant d’interrompre ce long soliloque par une banalité, préférant me taire, mais il continuait, j’essaie d’imaginer son visage quand elle lira ma lettre, si son cœur ou son âme ne sont pas fanés elle éprouvera peut-être de la joie, ou de la peur, je ne sais pas, j’ai tellement envie de lui donner un instant de gaîté, un seul, s’il pouvait en être ainsi, et soudain j’entendis un bruit de verre cassé, je regardai autour de moi et je vis que Jung avait laissé tomber la bouteille et que ses mains tremblaient nerveusement, comme les extrémités d’un cadavre qu’on branche sur le courant électrique, ce fut mon impression en les regardant, il essaya de se lever mais il retomba sur sa chaise, alors c’est moi qui me levai et je lui dis du calme, Jung, respire, et je lui massai le dos, contente-toi de respirer à fond, le plus à fond possible, et ferme les yeux, rappelle-toi ce qu’a dit le toubib, c’est un état de stress, rien de grave, c’est les nerfs, parce que tu parles de trucs qui te touchent profondément, voilà l’origine, mais ça va passer, respire à fond et ne pense à rien, ses mains se calmèrent peu à peu et soudain il ouvrit les yeux et me regarda avec un sourire, tu sais, normalement c’est moi l’Oriental, alors rassieds-toi et détends-toi, mais je lui dis Jung, tu dois penser moins et agir plus, demain on ira voir M. Fred au quartier chinois et on lui donnera ces renseignements, tu dois la ramener, peu importe le prix, dis-toi seulement que lorsqu’elle sera là vous retrouverez votre vie à tous les deux, il me regarda encore et dit tu as raison, petit, j’y avais déjà pensé mais j’aime bien ta façon de le dire, elle viendra, c’est sûr, et je te le répète, même si c’est la dernière chose que je fais dans cette vie misérable, mais arrête de te plaindre, je lui dis, les choses ne vont pas tarder à changer, je t’assure.
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