Translation for "acompasar" to french
Acompasar
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Bosch le colocó las manos en las caderas para ayudarse a acompasar el ritmo.
Il posa les mains sur ses hanches pour accorder son rythme au sien.
Los organizadores intentan acompasar risas y chácharas con la cadencia de consignas inalienables.
Les organisateurs tentent de rythmer rires et bavardages à la cadence des slogans inaliénables.
Si hubiera tenido su propio cuerpo, se habría sonrojado en cuanto su corazón acompasara sus latidos al ritmo de su furia.
Si son corps l’avait enveloppée, il se serait enflammé tout entier, tandis que les battements de son cœur adopteraient le rythme de sa fureur.
No había nadie que me llamara desde la cama, que me pidiera que acompasara los ritmos de mi vida a los suyos, nadie a cuyos deseos tuviera que plegarme.
Personne n’était là pour m’attirer au lit, personne pour exiger que le rythme de ma vie fonctionne en duo, personne à qui me soumettre.
Para tranquilizarse, como hacía con otros ahogos, Fins trató de acompasar su respiración agitada al son y al ritmo del repique de las olas.
Pour se calmer, et comme il le faisait lors de certaines suffocations, Fins tenta d’accorder le rythme de sa respiration agitée au son et au tempo du carillon des vagues.
Llegaba hasta ellos un ritmo, que acababa por transmitirse a sus nervios, por acompasar su respiración, y Dudon permaneció como suspenso en la espera hasta que al fin estalló un sollozo, seguido inmediatamente del silencio.
Un rythme leur parvenait, qui finissait par se communiquer à leurs nerfs, par scander leur souffle, et Dudon resta comme suspendu par l’attente jusqu’à ce qu’enfin un sanglot éclatât, aussitôt suivi par le silence.
El hombre duerme exactamente frente a A., del otro lado de la fina pared que divide las dos oficinas, y A. se pasa las noches con la vista fija en la oscuridad, intentando acompasar sus pensamientos al flujo y reflujo de los sueños intranquilos y adenoideos de aquel hombre.
Il couche tout près de A., juste de l’autre côté de la cloison qui sépare leurs deux chambres, et, au fil des heures, A., allongé sur son lit, le regard perdu dans l’obscurité, essaie d’accorder le rythme de ses pensées au flux et au reflux des rêves adénoïdes et agités de son voisin.
Olvidé decir, al principio, que el acompañamiento musical o banda sonora de esta partouze era nada menos que el Bolero de Ravel, una música realmente excepcional para acompasar el animus fornicandi, con su tempo lento, a manera de percutor, al cual, de algún modo, nos fuimos acoplando, Yuyú espernancada en la mesa, Paula en su sofá, cual Leda gozando al cisne, el triunvirato del pepinillo y nosotros, que tras la posición totémica pasamos a la del «corderillo», con Farah desplegando ante mis ojos la espléndida bahía de sus nalgas, caderas y hombros, algo hermoso de ver, créanme, y de sentir, pues Holofernes se acomodó en ella como en su casa (referido al concepto ideal, no a mi triste chambrita), tanto que empecé a notar en él una fuerte intención de «expresarse», lo que también estaba a punto de ocurrir en la contraparte persa, pues los anillos de su gruta se contraían en un ritmo de sístole y diástole, in crescendo, lo mismo que sus quejidos, que ahora semejaban rubayatas, así que arremetí sostenido de sus bellísimos glúteos, dos pulidas rocas salpicadas de vellos, fina capa vegetal que envolvía un soberbio trasero, hasta que alcanzamos el estadio superior ayurvédico, y quedamos exhaustos, y al tenderme, envuelto en sus olores de sándalos y áloes, como diría el poeta, adquirí una nueva perspectiva del salón y vi que Paula levantaba la cara hacia arriba, cual toro enamorado de la luna, y gritaba «¡me vineeeee!», con perfecto acento del barrio Chicó Alto de Bogotá, y su cuello se tensó antes de caer sobre los cojines, en brazos del moderno Poseidón, o Tántalo satisfecho (aunque aún yo no sabía que era griego, insisto, esto es una licencia).
J’avais oublié de dire, au début, que l’accompagnement musical, la bande sonore de cette partouze était rien moins que le Boléro de Ravel, une musique vraiment exceptionnelle pour donner à l’animus fornicandi un tempo lent, dans le genre obsédant, auquel on finit par se conformer, Youyou écartelée sur la table, Paula sur le canapé, telle Léda baisant avec son cygne, le triumvirat au concombre et nous qui, après la position totémique, abordions celle de “l’agneau”, Farah étalant sous mes yeux une baie splendide, fesses, hanches et épaules, une belle chose à voir, croyez-moi, et à toucher, car Holopherne s’y installa comme chez lui (allusion à un foyer idéal, pas à ma triste chambrita), au point que je sentis en lui un fort désir de “s’exprimer”, non moins imminent du côté persan, car les anneaux de sa grotte se contractaient au rythme de systole et diastole, crescendo, comme ses gémissements qui maintenant évoquaient les Rubayat, je redoublai donc mes assauts, porté par ses fesses superbes, deux roches polies semées de duvet, fine couche végétale qui enveloppait un postérieur somptueux, enfin on atteignit le stade supérieur ayurvédique et je me laissai retomber par terre, épuisé, enrobé dans ses odeurs de santal et d’aloès, comme aurait dit le poète, et j’eus une nouvelle perspective du salon : Paula relevait la tête, tel un taureau amoureux de la lune, et criait “je jouiiiiiis !”
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