Translation for "sont affiche" to spanish
Translation examples
Profil de vingt-huit bandes affiché par le séquenceur.
Perfil de veintiocho franjas mostrado por el secuenciador.
En outre, les fermiers ont affiché leur volonté de se battre. — Exact.
Y además, los granjeros han mostrado su disposición a la lucha. —Cierto.
Nous ne comprenons pas pourquoi, alors que tu n'as jamais affiché la moindre prétention politique.
Lo que no alcanzamos a comprender es por qué, cuando no habías mostrado aspiraciones políticas hasta ahora.
Cela serait assez embarrassant, car ils avaient affiché publiquement leur réconciliation.
Eso sería bastante desconcertante, porque ella había desfilado delante de todo el mundo y había mostrado públicamente su reconciliación con él.
La plupart des hommes en question ont affiché clairement leur malaise : tu n’as plus l’air commode aujourd’hui.
La mayoría de los tipos se han mostrado incómodos: ahora tienes un aspecto que asusta.
Elle écarquilla les yeux, et il put y lire le bouillonnement d'une colère aveugle qu'elle n'avait jamais affichée auparavant.
Ella abrió los ojos como platos, pero enseguida ardió en ellos la furia ciega de un carácter que nunca antes había mostrado.
Elle avait affiché une belle confiance face à Ahan et aux autres, mais ce sentiment lui paraissait déplacé, maintenant.
Se había mostrado confiada cuando se enfrentó a Ahan y los otros, pero ahora se daba cuenta de lo equivocado que era aquel sentimiento.
Dodson n'aurait pas affiché une plus grande stupéfaction si Zavala lui avait jeté sa tasse de thé à la figure.
El noble no se hubiera mostrado más sorprendido si Zavala le hubiese arrojado el vaso de té helado a la cara.
C’était un signe d’indifférence somnolente, mais aussi de sénilité, le mépris pour le monde affiché par les gens qui n’avaient plus que quelques années à y passer.
Era una desatención un tanto apática, pero también un signo de senilidad, el desdén mostrado al mundo por personas con pocos años de seguir en él con vida.
Même si Dimitri avait affiché une impassibilité rassurante jusque-là, je sentais que ses tourments ne l’avaient pas quitté. Il se reprochait toujours ce qu’il avait fait lorsqu’il était un Strigoï.
Por mucho que Dimitri había mostrado hasta ahora una compostura inofensiva, yo aún sentía en él un pálpito plomizo, la culpa y el tormento por todo lo que había hecho como strigoi.
En face de lui, les affiches ont cette lumière d’été.
Frente a él, los anuncios muestran esa iluminación de verano.
Tandis qu’elle ferme derrière elle, je regarde le décor qui nous entoure, les citations affichées au mur, les posters traditionnels aux messages positifs.
Cierra la puerta detrás de mí y yo paso la vista por la habitación, que está decorada con citas motivacionales y carteles que muestran mensajes positivos.
Le vent glacé l’enveloppe de cette odeur lorsqu’elle passe la poste, toujours baissée, devant des affiches graffitées représentant des retraités souriants qui collectionnent des timbres et de joyeux facteurs qui donnent des paquets multicolores à des enfants.
Camina agazapada, avanzando en silencio por delante de los carteles rasgados que muestran a carteros felices entregando paquetes de colores a los niños y de los anuncios pintarrajeados con grafitti de jubilados sonrientes que coleccionan sellos.
Point de femme, mais de sinistres substituts à la sexualité : les affiches de films exhibent des Persanes bedonnantes en pyjama court, des night-clubs où se trémoussent des spécialistes de la danse du ventre, des effeuilleuses, des girls et des comédiennes affublées de galurins ridicules dont chaque plaisanterie a trait à ce sexe inaccessible aux clients…
Pero no hay mujeres y las lúgubres alusiones al sexo son numerosas. Los carteles de los cines muestran gruesas muchachas persas en pijama corto y en las salas de fiestas hay bailarinas que bailan la danza del vientre, otras que practican el estriptis y cómicos con sombreros ridículos cuyos chistes hacen referencia al sexo que se les niega.
C’en est un que nuit et jour beaucoup de monde fréquente, hommes bruns aux smokings près du corps et cheveux lustrés en arrière, femmes blondes aux regards ailleurs et profonds décolletés dans le dos, la clientèle affiche toujours une gravité totale, seuls sourient exceptionnellement et férocement l’un ou l’autre membre du personnel, croupiers non compris.
Es uno que, noche y día, frecuenta mucha gente, hombres morenos de esmoquin ceñido y cabello lustroso peinado hacia atrás, mujeres rubias de mirar remoto y profundo con la espalda escotada, los clientes muestran siempre una gravedad total, sólo sonríe excepcionalmente y con ferocidad algún que otro miembro del personal, excluidos los croupiers.
Jérusalem est pittoresque, certes – mais taxer un endroit de pittoresque revient à le condamner –, avec ses étroites rues en pente, son antique et robuste maçonnerie, ses étals grouillants où s’empilent pots et casseroles, poissons et pommes, gâteaux et agneaux dépiautés, avec, aussi, ses odeurs d’épices étranges et ses vieux bédouins au profil de faucon, mais un vent froid siffle dans les ruelles crasseuses, et tous les gens qu’il croise, enfants ou mendiants, marchands ou acheteurs, portiers ou ouvriers, affichent la même expression de morne désespoir ; dans leurs yeux enfoncés se lit la même ruine de l’âme qui signale non l’endurance, mais l’anticipation de la défaite et l’abandon : Les Assyriens arrivent, les Romains arrivent, les Perses arrivent, les Sarrasins arrivent, les Turcs arrivent, le pourrissement arrive, et nous serons écrasés, nous serons annihilés à tout jamais. Impossible d’échapper au XXIe siècle, même entre ces murs moyenâgeux. Sur la route qui monte vers le Golgotha, Shadrak ne cesse de se heurter au portrait standard de Mangu, jeune visage neutre sur fond jaune vif. Non que la présence du défunt ne se fit pas sentir à Nairobi, mais dans cette ville spacieuse et aérée, les affiches n’avaient pas un caractère aussi oppressant et se laissaient facilement occulter par l’éclat des bougainvillées ou des jacarandas. Ici, l’image de Mangu suinte des lourdes murailles et hurle au-dessus de passages à peine assez larges pour que trois personnes puissent y avancer de front ; on ne peut échapper à ces éclaboussures jaunes et, à les voir, on sent peser sur toute la ville la main de Gengis Mao, sa volonté maléfique qui dicte un deuil peu spontané en l’honneur du vice-roi.
Jerusalén es sin duda una ciudad pintoresca, sí —pero decir de una ciudad que es pintoresca es lo mismo que maldecirla—, con sus calles estrechas y empinadas y su antiquísima edificación maciza, sus bazares atestados de gente, colmados de cacharros y vasijas, pescados y frutas, pasteles y corderitos desollados, con sus fragancias de exóticas especies, sus ancianos de mirada penetrante adornados con distintivos beduinos. Pero un viento frío silba a través de las sucias callejuelas, y toda la gente de la ciudad, niños y mendigos, comerciantes y vendedores, mandaderos y albañiles, todos muestran una triste expresión de desesperanza, una mirada quebrantada y hueca, una mirada que no refleja resignación, sino que anticipa el desastre y la derrota: Ya se acercan los asirios, ya se acercan los romanos, ya se acercan los persas, ya se acercan los sarracenos, ya se acercan los turcos, ya se acerca la descomposición orgánica, y con ella la destrucción, y la ruina eterna. Es imposible escaparse de las garras del siglo XXI, aun bajo o la protección de estas murallas medievales. Sadrac sube la cuesta hacia el Gólgota, y en el trayecto ve por todas partes los clásicos carteles de duelo donde se refleja el rostro joven y manso de Mangú, quien también estaba presente en Nairobi, desde luego, pero en aquella ciudad espaciosa y aireada, las imágenes parecían menos imponentes, disimuladas entre el colorido de las buganvillas y los jacarandaes. Aquí, las compactas murallas de piedras que se elevan sobre pasajes estrechos donde sólo tres personas caben a lo ancho, ofrecen llamativas figuras de Mangú, manchones amarillos imposibles de eludir, y al mirarlos, se siente como si la mano maléfica dé Genghis Mao pasara sobre la ciudad, imponiéndole un dolor que no siente por la muerte del joven virrey. Genghis Mao también está presente: sus característicos rasgos curtidos brillan en las principales bocacalles, en estandartes que flamean con la brisa. Para los nativos del lugar estas imágenes extrañas son, sin duda, tan naturales como lo fueron alguna vez los carteles o estandartes de Nabucodonosor, de Tolomeo de Tito;
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