Translation for "récollection" to spanish
Récollection
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Cette remarque incidente, mais sans incidence pour celui qui la faisait, et aussi cette manière atroce de se supprimer sont cause que, dans les années qui suivirent, Paul Bereyter devint de plus en plus fréquemment l’objet de mes préoccupations, jusqu’à ce que j’en vinsse, au-delà de la récollection des souvenirs très chers que j’avais de lui, à tenter de percer son histoire.
Esta constatación, tan fría y tan seca, junto con la forma trágica de su muerte, fueron la causa de que en el curso de los años siguientes pensara cada vez más a menudo en Paul Bereyter, hasta que al final me propuse rastrear su historia, para mí desconocida, más allá de mis propios y muy entrañables recuerdos que guardaba de él.
Il le raconte dans des lettres si vivantes et si « instructives » que le secrétaire d’État les communique au journal de Virginia City, le Territorial Enterprise. Enfin sédentarisé, Clemens junior en deviendra le collaborateur régulier sous le pseudonyme de Mark Twain, emprunté à l’argot des pilotes du Mississippi. Un peu plus tard, l’histoire de la grenouille sauteuse recueillie dans un camp de chercheurs d’or en Californie fera de lui l’humoriste national, répandu dans les grands journaux. Il se doit donc, humour oblige, de raconter de façon satirique ses reportages et voyages à travers le monde : Hawaii, Tanger, Gibraltar, l’Espagne, Marseille, Paris, l’Italie, Athènes, Constantinople, la Syrie, la Palestine, les Lieux saints, l’Égypte, l’Allemagne, l’Autriche, la Suisse, l’Angleterre, l’Amérique centrale, l’Océanie, l’Australie, la Nouvelle-Zélande, l’Inde, Ceylan, l’Afrique du Sud… C’est en 1895, au retour d’un séjour de quatre ans en Europe, qu’il publie, dans le magazine new-yorkais Harper’s, la biographie romancée, intitulée Personal Recollections of Joan of Arc (« Souvenirs personnels sur Jeanne d’Arc »). Les feuilletons ne portent aucune signature, prétendument traduits par un certain Jean François Alden : craignait-il de décevoir le public habitué à sa verve, à sa prose plaisante ou hilarante ? En tout cas, il embarrasse la critique un an plus tard, lorsque son œuvre paraît en volume sous son nom. Critiques et lecteurs sont déconcertés par le choix d’un sujet étranger à la culture protestante américaine. Et plus encore par la gravité, la piété même avec laquelle il le traite : pas un clin d’œil, pas la plus infime note d’humour, ni la moindre réserve.
Incluso de manera que parece claramente espontánea, su estilo narrativo, en esta obra, nos lleva a la época en que tuvieron lugar los acontecimientos que en ella se narran, empleando un inglés de corte clásico, diferente del lenguaje coloquial que utiliza en sus demás obras y que fue una de sus aportaciones más notables a la literatura americana. Esto no facilita, por cierto, su versión a otro idioma, pero es éste un reto con el que nuestro traductor se ha enfrentado decididamente, saliendo victorioso. Recuerdos personales sobre Juana de Arco —Personal Recollections of Joan of Arc— es el último título que Mark Twain eligió para este libro y, además, lo firmó con un seudónimo diferente del que habitualmente utilizaba: Jean François Alden. Para desarrollar el relato, acude al artificio literario de hacer que el fiel escudero de Juana, Louis de Conte, sea quien nos cuente toda la historia, de la que es cierto que fue un espectador —e incluso en no pocos sucedidos protagonista— de excepción, con lo cual los acontecimientos adquieren una inmediatez emocionante, permitiéndonos acercarnos a la protagonista hasta en los más delicados matices de su personalidad, que nos capta, que nos «obliga» a identificarnos con ella y a participar de su ingenuidad infantil en su pueblo natal, Domrémy; de su firmeza en la decisión de llegar ante el Rey; del magnetismo que ejercía en aquellas tropas, compuestas de elementos indeseables, brutales, asesinos, incluidos algunos de sus jefes supremos. Nos quedamos perplejos ante su inverosímil destreza para montar a caballo —sin haberlo nunca hecho anteriormente—, para llevar la armadura, para manejar la espada —aunque jamás dio muerte a nadie con ella—, en el centro del más terrible fragor de una batalla.
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