Translation for "podido" to spanish
Podido
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Él, obviamente, mantiene fija la mirada -la verdad es que la gente no sabe con precisión adónde mirar -Mormy ya se ha llevado una imagen, que lo ha traspasado casi enseguida, incluso antes del largo instante de silencio, incluso antes de todo -entre la multitud de gente y miradas sus ojos tenían miles de sitios donde posarse, pero al final han acabado sobre el cuello de Jun -la verdad es que, decididamente, la gente ni siquiera sabe con precisión qué debe escuchar -la gente deja que la magia le resbale por encima, llegado el momento, ya sabrá qué hacer, ésa es la verdad -Jun está justo allí delante, de pie, inmóvil, vestidito amarillo, nada de sombrerito, sino el pelo recogido hacia arriba, en la nuca, de modo que es evidente, cualquiera, estando allí, a nada de ella, justo detrás de ella, cualquiera habría acabado con los ojos sobre esa piel blanca, y la curva del cuello que se desliza hacia el hombro, y el reflejo del sol sobre todo ello -los ojos de Mormy se posaron allí, y allí se quedaron, no podía hacerse nada, era capaz también esta vez de perdérselo todo / ese todo que avanzaba lentamente desde los dos extremos de la ciudad, subiendo por la calle, levantando una brisa de polvo, no más, y como compensación coloreando el aire de sonidos móviles y viajeros y vagabundos -esa danza parece una canción de cuna, parece como si avanzara rodando, hecha de nada, hecha de crema -parecen soldados, así, en fila, seis delante y seis detrás, tres metros precisos entre uno y otro -fusilar el silencio con armas hechas de madera y de latón y de cuerdas -cuanto más se acercan, más se difumina todo en los ojos y toda la vida se recoge en los oídos -cada nuevo paso construye en la cabeza un único gran instrumento esquizofrénico y sin embargo preciso – ¿cómo podré contar todo esto en casa?, no podrán comprenderlo jamás / Ort no comprendió inmediatamente lo que estaba sucediendo, sólo sintió que se estaba deslizando hacia atrás, lo veía con el rabillo del ojo, se estaba separando de su banda, poco a poco, como una ráfaga blanca que un temporal se deja atrás al cruzar implacable el cielo -sostenía el trombón en las manos y caminaba, pero algo le estaba pasando, si no cómo es que ahora veía llegar de costado el clarín de Cook, que había salido detrás de él, y ahora estaba allí, ya casi a su lado -sonaba el trombón de Ort, pero algo se le estaba rompiendo dentro -dentro de Ort, no dentro del trombón / dentro de la cabeza habrías podido medir, paso tras paso, el apretón de aquellos sonidos que se acercaban -cómo podrá caber todo en una única cabeza, en la cabeza de cada cual, cuando esas dos mareas de sonidos acaben una contra la otra, dentro de la otra, justo en el punto exacto en la mitad de la calle / en la mitad de la calle precisamente donde estaba Pekisch, en medio del resto de la gente, con la cabeza inclinada y los ojos mirando hacia el suelo -es curioso, parece como si rezara, piensa Pehnt, que está al otro lado de la calle, en medio de la gente, con su chaqueta negra puesta, justo frente a Pekisch, que sin embargo está mirando hacia el suelo -es curioso, parece como si rezara / no tuvo ni siquiera tiempo de rezar, Ort estaba ocupado, con un trombón que tocar, no es poca cosa -se le rompió algo dentro, así ocurrió -tal vez la fatiga, tal vez la emoción -se fue quedando lentamente atrás – pasos cada vez más pequeños, pero hermosísimos, a su manera -tenía la boca en el trombón, y soplaba, todas las notas justas, las estudiadas durante días, no fallaba ni una, eran las notas las que lo traicionaban, poco a poco, se difuminaban a lo lejos, se escapaban, las notas -Ort caminando en el sitio, sin avanzar ni un centímetro, tocando un trombón que no emite ya ninguna nota -en el gran instrumento ahorquillado y viajero es como si una burbuja se rompiera en el aire -un vacío se evapora en el aire / casi falta el aire tanto se agolpa la gente, sin darse cuenta, como aspirada por ese instrumento ahorquillado que lentamente cierra sus pinzas para capturar el espasmo de todos -algo como para sofocar si no fuera porque la mente ya ha sido arrebatada por las sirenas que cantan a sus oídos -arrebatada como Jun, de pie en medio de la gente, con la sensación de todos aquellos cuerpos encima -Jun sonríe, parece un juego -Jun cierra los ojos, y mientras se deja resbalar en un lago de sonidos en dulce tempestad lo nota perfectamente, de repente, ese cuerpo que en medio de todos los demás, y mucho más que el resto, se aprieta contra ella, pegado a su espalda y abajo en las piernas, se diría que por todas partes -y claro que lo sabe, cómo podría no saberlo, que ése es el cuerpo de Mormy / en medio de toda la gente y sin embargo solo, Ort se ha parado -se ha dejado atrás, definitivamente, a la banda, y la emoción de todos está en otra parte -se ha parado -aleja el trombón de la boca, apoya una rodilla en el suelo, después la otra, no ve ni siente ya nada, sólo esa dentellada indecente que lo devora desde dentro, famélica bastarda / claro que estaría encantado, alguien corno el señor Rail, de todo aquello, ahora que él está con la frente apoyada en el cristal, mirando a los obreros que sudan sobre sus raíles de plata -ha dicho que llegará y por lo tanto llegará -aran la tierra para sembrar la emoción de una vía férrea -y en efecto está llegando, Hector Horeau sube lentamente por el sendero que lleva a la casa Rail -apenas les separan un puñado de minutos a los dos, al hombre del tren y al hombre del Crystal Palace / apenas habrá ya poco más de cien metros entre la canción de cuna y esa marcha que parece un coro de iglesia -se buscaban y se encontrarán -los instrumentos uno dentro del otro, y los pasos deslizándose juntos, imperturbables, exactamente sobre esa línea invisible que dibuja la mitad exacta de la calle -justo donde está Pekisch, con la cabeza inclinada, inmóvil, y Pehnt, al otro lado de la calle -Pehnt, que va a marcharse -Pehnt, que no escuchará nunca más algo parecido -Pehnt, que quema en aquel horno de sonidos el instante vacío de un adiós / quizá habría hecho falta haber sudado dentro de aquel horno, y entonces no sorprendería que la mano de Jun haya bajado lentamente hasta rozar la pierna de aquel hombre que era un muchacho algo blanco y algo negro -Jun inmóvil, con los ojos cerrados y en la cabeza la marea de sonidos que se traga en un inenarrable naufragio -no hay nada más hermoso que las piernas de un hombre cuando son hermosas -en el punto más oculto de todo el horno una mano que sube por la pierna de Mormy, una caricia que persigue algo, y sabe adónde ir -mil veces se había imaginado Mormy, así, absurdamente, la mano de Jun en su sexo, apretar con dulzura, apretar con rabia / y al final fue con el dulce cansancio de los vencidos corno Ort, de rodillas, se dobló en dos y ofreció la cabeza a la tierra, permaneciendo así, en equilibrio, como en adoración, antes de derrumbarse como un animal fulminado por una bala entre los ojos, hecho trizas por la muerte, desbaratado fantoche tirado por el suelo, grotescamente iluminado en la frente por una astilla de luz salida del sol y rebotada en aquel trombón muerto con él, a su lado / era para sentirse morir viendo la exasperante lentitud con la que aquellos dos minúsculos ejércitos de sonidos marchan el uno contra el otro, paso tras paso -aquella especie de coro de iglesia, como si fuera un rito, la conmoción solemne, y dentro un sabor a marcha, una sombra de triunfo, quizás -y aquella especie de canción de cuna, que rueda como hecha de nada, hecha de crema, estaba lleno de cosas parecidas cuando se era niño -el rito y la canción de cuna -el abrazo de una iglesia iluminada, la caricia del sueño -la ceremonia, la nostalgia -una emoción y otra emoción distinta -la una contra la otra -¿qué podrá ser verlas espumear la una en la otra?
Él, obviamente, mantiene fija la mirada -la verdad es que la gente no sabe con precisión adónde mirar -Mormy ya se ha llevado una imagen, que lo ha traspasado casi enseguida, incluso antes del largo instante de silencio, incluso antes de todo -entre la multitud de gente y miradas sus ojos tenían miles de sitios donde posarse, pero al final han acabado sobre el cuello de Jun -la verdad es que, decididamente, la gente ni siquiera sabe con precisión qué debe escuchar -la gente deja que la magia le resbale por encima, llegado el momento, ya sabrá qué hacer, ésa es la verdad -Jun está justo allí delante, de pie, inmóvil, vestidito amarillo, nada de sombrerito, sino el pelo recogido hacia arriba, en la nuca, de modo que es evidente, cualquiera, estando allí, a nada de ella, justo detrás de ella, cualquiera habría acabado con los ojos sobre esa piel blanca, y la curva del cuello que se desliza hacia el hombro, y el reflejo del sol sobre todo ello -los ojos de Mormy se posaron allí, y allí se quedaron, no podía hacerse nada, era capaz también esta vez de perdérselo todo / ese todo que avanzaba lentamente desde los dos extremos de la ciudad, subiendo por la calle, levantando una brisa de polvo, no más, y como compensación coloreando el aire de sonidos móviles y viajeros y vagabundos -esa danza parece una canción de cuna, parece como si avanzara rodando, hecha de nada, hecha de crema -parecen soldados, así, en fila, seis delante y seis detrás, tres metros precisos entre uno y otro -fusilar el silencio con armas hechas de madera y de latón y de cuerdas -cuanto más se acercan, más se difumina todo en los ojos y toda la vida se recoge en los oídos -cada nuevo paso construye en la cabeza un único gran instrumento esquizofrénico y sin embargo preciso – ¿cómo podré contar todo esto en casa?, no podrán comprenderlo jamás / Ort no comprendió inmediatamente lo que estaba sucediendo, sólo sintió que se estaba deslizando hacia atrás, lo veía con el rabillo del ojo, se estaba separando de su banda, poco a poco, como una ráfaga blanca que un temporal se deja atrás al cruzar implacable el cielo -sostenía el trombón en las manos y caminaba, pero algo le estaba pasando, si no cómo es que ahora veía llegar de costado el clarín de Cook, que había salido detrás de él, y ahora estaba allí, ya casi a su lado -sonaba el trombón de Ort, pero algo se le estaba rompiendo dentro -dentro de Ort, no dentro del trombón / dentro de la cabeza habrías podido medir, paso tras paso, el apretón de aquellos sonidos que se acercaban -cómo podrá caber todo en una única cabeza, en la cabeza de cada cual, cuando esas dos mareas de sonidos acaben una contra la otra, dentro de la otra, justo en el punto exacto en la mitad de la calle / en la mitad de la calle precisamente donde estaba Pekisch, en medio del resto de la gente, con la cabeza inclinada y los ojos mirando hacia el suelo -es curioso, parece como si rezara, piensa Pehnt, que está al otro lado de la calle, en medio de la gente, con su chaqueta negra puesta, justo frente a Pekisch, que sin embargo está mirando hacia el suelo -es curioso, parece como si rezara / no tuvo ni siquiera tiempo de rezar, Ort estaba ocupado, con un trombón que tocar, no es poca cosa -se le rompió algo dentro, así ocurrió -tal vez la fatiga, tal vez la emoción -se fue quedando lentamente atrás – pasos cada vez más pequeños, pero hermosísimos, a su manera -tenía la boca en el trombón, y soplaba, todas las notas justas, las estudiadas durante días, no fallaba ni una, eran las notas las que lo traicionaban, poco a poco, se difuminaban a lo lejos, se escapaban, las notas -Ort caminando en el sitio, sin avanzar ni un centímetro, tocando un trombón que no emite ya ninguna nota -en el gran instrumento ahorquillado y viajero es como si una burbuja se rompiera en el aire -un vacío se evapora en el aire / casi falta el aire tanto se agolpa la gente, sin darse cuenta, como aspirada por ese instrumento ahorquillado que lentamente cierra sus pinzas para capturar el espasmo de todos -algo como para sofocar si no fuera porque la mente ya ha sido arrebatada por las sirenas que cantan a sus oídos -arrebatada como Jun, de pie en medio de la gente, con la sensación de todos aquellos cuerpos encima -Jun sonríe, parece un juego -Jun cierra los ojos, y mientras se deja resbalar en un lago de sonidos en dulce tempestad lo nota perfectamente, de repente, ese cuerpo que en medio de todos los demás, y mucho más que el resto, se aprieta contra ella, pegado a su espalda y abajo en las piernas, se diría que por todas partes -y claro que lo sabe, cómo podría no saberlo, que ése es el cuerpo de Mormy / en medio de toda la gente y sin embargo solo, Ort se ha parado -se ha dejado atrás, definitivamente, a la banda, y la emoción de todos está en otra parte -se ha parado -aleja el trombón de la boca, apoya una rodilla en el suelo, después la otra, no ve ni siente ya nada, sólo esa dentellada indecente que lo devora desde dentro, famélica bastarda / claro que estaría encantado, alguien corno el señor Rail, de todo aquello, ahora que él está con la frente apoyada en el cristal, mirando a los obreros que sudan sobre sus raíles de plata -ha dicho que llegará y por lo tanto llegará -aran la tierra para sembrar la emoción de una vía férrea -y en efecto está llegando, Hector Horeau sube lentamente por el sendero que lleva a la casa Rail -apenas les separan un puñado de minutos a los dos, al hombre del tren y al hombre del Crystal Palace / apenas habrá ya poco más de cien metros entre la canción de cuna y esa marcha que parece un coro de iglesia -se buscaban y se encontrarán -los instrumentos uno dentro del otro, y los pasos deslizándose juntos, imperturbables, exactamente sobre esa línea invisible que dibuja la mitad exacta de la calle -justo donde está Pekisch, con la cabeza inclinada, inmóvil, y Pehnt, al otro lado de la calle -Pehnt, que va a marcharse -Pehnt, que no escuchará nunca más algo parecido -Pehnt, que quema en aquel horno de sonidos el instante vacío de un adiós / quizá habría hecho falta haber sudado dentro de aquel horno, y entonces no sorprendería que la mano de Jun haya bajado lentamente hasta rozar la pierna de aquel hombre que era un muchacho algo blanco y algo negro -Jun inmóvil, con los ojos cerrados y en la cabeza la marea de sonidos que se traga en un inenarrable naufragio -no hay nada más hermoso que las piernas de un hombre cuando son hermosas -en el punto más oculto de todo el horno una mano que sube por la pierna de Mormy, una caricia que persigue algo, y sabe adónde ir -mil veces se había imaginado Mormy, así, absurdamente, la mano de Jun en su sexo, apretar con dulzura, apretar con rabia / y al final fue con el dulce cansancio de los vencidos corno Ort, de rodillas, se dobló en dos y ofreció la cabeza a la tierra, permaneciendo así, en equilibrio, como en adoración, antes de derrumbarse como un animal fulminado por una bala entre los ojos, hecho trizas por la muerte, desbaratado fantoche tirado por el suelo, grotescamente iluminado en la frente por una astilla de luz salida del sol y rebotada en aquel trombón muerto con él, a su lado / era para sentirse morir viendo la exasperante lentitud con la que aquellos dos minúsculos ejércitos de sonidos marchan el uno contra el otro, paso tras paso -aquella especie de coro de iglesia, como si fuera un rito, la conmoción solemne, y dentro un sabor a marcha, una sombra de triunfo, quizás -y aquella especie de canción de cuna, que rueda como hecha de nada, hecha de crema, estaba lleno de cosas parecidas cuando se era niño -el rito y la canción de cuna -el abrazo de una iglesia iluminada, la caricia del sueño -la ceremonia, la nostalgia -una emoción y otra emoción distinta -la una contra la otra -¿qué podrá ser verlas espumear la una en la otra?
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