Traduzione per "en el ensamblaje" a francese
Esempi di traduzione.
Luego, se dirige a los transmats, elige las coordenadas del centro de ensamblaje de vehículos, en Denver.
Puis il va vers les transmats. Il compose les coordonnées du centre de montage des véhicules, à Denver.
b) Mezquina e indemocráticamente, declinan compartir su secreto industrial del estadio final de ensamblaje de una Shipstone.
b) Elles refusent obstinément et de façon très antidémocratique de partager leur secret sur le montage final d’une Shipstone.
Había concebido la idea de disociar las labores de ensamblaje de un automóvil en sus pasos más simples de modo que cualquier tonto pudiera ejecutarlos.
Il avait conçu l’idée de morceler les opérations de montage d’une automobile en les réduisant chacune à la tâche la plus simple, afin que n’importe quel imbécile fût capable de les accomplir.
En Denver, donde la planta de ensamblaje de vehículos de Empresas Krug estaba bajo el control absoluto de los androides, la mayoría del trabajo se interrumpió durante la emergencia.
À Denver, où l’usine de montage de véhicules des Entreprises Krug était déjà sous contrôle androïde, on arrêta le travail pour la durée de la crise.
—Pase. La chica le indicará el camino. Al cabo de tres minutos McCaleb había recorrido toda la longitud del edificio, pasado varias filas de mesas de ensamblaje y empaquetado y llegado a una oficina situada al fondo, junto a un muelle de carga.
— Euh… bon, rejoignez-moi derrière. La fille vous dira où je suis. Trois minutes plus tard, après avoir traversé tout le bâtiment en longeant plusieurs chaînes de montage et d’emballage, il arriva devant un bureau situé à l’arrière de l’usine, près d’un quai de chargement.
En las montañas de Colorado brillaba la luz que surgía de las grandes ventanas de la fábrica donde las cintas de ensamblaje de Lawrence Hammond iban depositando camiones y automóviles en los andenes de la «Taggart Transcontinental». La noticia de que Lawrence Hammond se había retirado circuló cuando menos se esperaba, repentina y breve como un tañido de campana en medio de una atmósfera tranquila. Un comité de ciudadanos locales prodigaba sus llamadas por radio, rogando a Lawrence Hammond, dondequiera que se hallase, que permitiera la reapertura de la fábrica. Pero no hubo respuesta. Dagny había lanzado un grito cuando Ellis Wyatt desapareció.
Des flots de lumière se répandaient sur les montagnes du Colorado, émanant des grandes verrières de l’usine de Lawrence Hammond, où une file ininterrompue de camions et de voitures produits sur les chaînes de montage venait alimenter les voies de la Taggart Transcontinental. La disparition de Lawrence Hammond éclata subitement, au moment où on s’y attendait le moins, aussi brutale qu’un son de cloche perçant le silence. Un comité de citoyens multipliait les appels à la radio, suppliant Lawrence Hammond, d’où qu’il soit, de les autoriser à rouvrir l’usine. En vain.
Su material era ese ciprés de hinoki que los antiguos carpinteros de los templos, los llamados toryo, utilizaban preferentemente mientras podían dirigirse —el maestro y unos cuantos carpinteros experimentados y ya mayores— a la provincia de Yoshino para elegir, una vez tomada la decisión de construir un templo y hecha la petición ritual, la madera adecuada, lo cual era una empresa difícil y cansada, de varias semanas o meses de duración, pues además de las cargas propias del viaje habían de cargar también con la responsabilidad ante los dioses, que significaba encontrar, elegir y comprar la madera adecuada, el bosque adecuado, la montaña adecuada, esto es, encontrar, elegir y comprar según los principios ancestrales e invariables aquello que era lo más adecuado para el caso o, dicho de otro modo, tener en cuenta que lo importante era conocer tres elementos: el sol, el viento y la lluvia y, luego, encontrar, elegir y comprar según el espíritu de estos tres elementos no sólo una gran cantidad de falsos cipreses japoneses considerados los mejores en algún punto de la provincia de Yoshino, sino toda una montaña en aquel lugar, una montaña en la que el hinoki, como ellos lo llamaban, pareciera, por su edad, su madurez, su situación y su salud, el más adecuado para el objetivo, con el fin de que luego, después de que transcurrieran varias décadas para increíble asombro de muchos, empezara un día el rito sagrado de la tala, con el fin de que, siguiendo el orden establecido en la ceremonia del kokoroe —que contenía, además, la promesa del maestro carpintero de no cometer, con el derribo de los hinoki, «ningún acto que pusiera fin a la vida de estos árboles»— se realizara primero el corte de los árboles, su aclarado y su selección y, por último, su transporte por tierra y por corrientes fluviales, con el fin de que a continuación, tras fijar con exactitud las tareas a llevar a cabo en el lugar, es decir, en este caso, de determinar el curso y el tipo de corredores cubiertos destinados a unir entre sí los santuarios principales, empezara el arte simple e intemporal de los carpinteros, la señalización, la fundamentación, el aseguramiento de los cimientos de los pilares, la ejecución de las zanjas de drenaje, así como la gran operación definitiva, la preparación de los pilares, su corte a medida, su ensamblaje y perfecto pulido, tareas éstas que podían durar meses, y por último la creación de toda la estructura, el trabajo en las vigas de unión, la construcción del techo y la colocación y fijación del suelo, cientos y cientos de tareas cuya preparación ya duraba meses y cuya supervisión corría a cargo de una sola persona, del toryo, pues todos los demás realizaban cada uno su trabajo, de manera precisa e impecable, durante años, según métodos aprendidos y experimentados desde la infancia, y de esta cooperación resultaba finalmente, en este caso como en el de todos los monasterios, el complejo sistema de los llamados corredores cubiertos, de esos maravillosos conductores de almas, donde en este momento, en el desierto fantasmal del abandono, en la hora misteriosa del silencio que se cernía sobre el monasterio, daba la impresión de que, a pesar de todo, se oía un ruido procedente de allí, de los corredores: en el absoluto silencio pareció que aquel largo entarimado, pulido y recorrido tantas y tantas veces, liso como un espejo, devolvía ahora un único y diminuto recuerdo de la historia de los pasos guardados durante mil años, pues justo al otro lado de la frontera del silencio se oyó, eso sí, con claridad meridiana, un crujido en un punto, allí donde se había vuelto más insegura la fijación, de tal modo que chirriaron en ese lugar concreto las tablas del entarimado del corredor, repitiendo y evocando el peso de un único paso de antaño, la certeza del recuerdo de que alguien pasó por allí. XXI
Elles avaient été construites, comme l’ensemble du monastère, en bois d’hinoki, matériau que les anciens bâtisseurs de temples, appelés miya-daiku, avaient longtemps – tant qu’ils l’avaient pu – utilisé par prédilection : une fois que la décision de construction était prise, dès la réception de la commande officielle, le maître charpentier, accompagné de quelques vieux charpentiers expérimentés, partait pour la province de Yoshino afin d’y sélectionner le matériau requis, ce qui représentait une longue et difficile expédition, non exempte de dangers, qui pouvait durer plusieurs semaines, voire plusieurs mois, car, outre les charges habituelles inhérentes au voyage, ils devaient porter sur les épaules une lourde responsabilité devant les dieux, celle de trouver, de sélectionner, d’acheter le bois approprié, la forêt appropriée, la montagne appropriée, car c’est de cela qu’il s’agissait, trouver, sélectionner, acheter selon d’immuables critères ancestraux, qui impliquaient la prise en considération de trois éléments déterminants, l’ensoleillement, le vent et la pluie, après quoi il ne suffisait pas de trouver, de sélectionner et d’acheter une quantité substantielle de faux cyprès dans la province de Yoshino, considérés comme les meilleurs du Japon, mais il fallait trouver une montagne entière où les hinoki répondaient aux critères requis en matière d’âge, de maturité, d’emplacement, de santé, pour le but recherché, après quoi, un beau jour, plusieurs décennies plus tard – un fait stupéfiant pour nombre de profanes –, le rituel de l’abattage pouvait commencer selon les principes sacrés du kokoroe, principes dont l’élément principal était le serment du maître charpentier, lequel s’engageait à « ne commettre aucun acte susceptible de mettre fin à la vie de ces arbres », à effectuer leur coupe, leur élagage, leur sélection, puis leur transport par voies terrestre et fluviale, et ce n’est qu’ensuite, après avoir défini précisément les tâches à accomplir sur place, en l’occurrence, établir le tracé et le type de galeries couvertes reliant les différents sanctuaires du monastère, que le maître charpentier pouvait commencer à accomplir son art simple et intemporel, marquage, pose des fondations, consolidation des piliers, installation des tranchées d’écoulement des eaux, puis, après des mois consacrés à la préparation des piliers, préparation qui incluait leur taille, leur mortaisage, et leur polissage, l’édification de la structure pouvait débuter, montage des piliers, assemblage des poutres, construction des toits, pose et fixation des planchers, des centaines d’opérations dont la simple préparation durait des mois entiers, et des centaines d’opérations dont la supervision était confiée à un seul homme, le miya-daiku, chacun des autres artisans exécutait sa tâche spécifique, avec soin et à la perfection, selon une technique pratiquée depuis des années, apprise dès l’enfance, et le résultat de ce travail collectif était la structure complexe de tous les sanctuaires, présentement de ce réseau de galeries couvertes, de ce magnifique fil conducteur spirituel où, à cet instant, dans ce désert de désolation fantomatique, en cette heure mystérieuse de terrifiant silence qui enveloppait le monastère, on eut dit qu’un bruit, chose étrange et incongrue, un seul, venait de s’échapper de la galerie couverte, c’était comme si, dans le silence absolu, les longues lattes du plancher, polies à la perfection et patinées à la perfection par les pas, venaient de restituer un unique et minuscule souvenir de la longue histoire des allées et venues que leur mémoire avait conservée pendant mille ans, car si le son dépassait à peine le seuil du silence, on pouvait nettement reconnaître le bruit d’un craquement, le plancher de la galerie venait de craquer, en un point où la fixation s’était relâchée, il avait grincé en un point, reproduisant et rappelant le poids d’un unique pas ancestral, l’assurance d’un souvenir : quelqu’un, un jour, avait marché ici.
No soy un ensamblaje de ficciones.
Je ne suis pas un assemblage de fictions.
Ensamblaje de la nave estelar. Hagan las maletas.
— L’assemblage des vaisseaux. Faites vos bagages.
Lo que llamamos «cuerpo» tan sólo es un ensamblaje de elementos.
Ce que nous appelons « corps » n’est qu’un assemblage d’éléments.
De ahí la importancia de las primeras piedras, de las técnicas de ensamblaje.
D’où l’importance des briques de base, et des techniques d’assemblage.
El ensamblaje final se efectuará en la Tierra Oeste tres millones…
L’assemblage final aura lieu en Ouest trois millions…
¿Quién como yo para conseguir ese ensamblaje entre lo primero y lo último? – ¿ Ouroboros?
Qui d’autre aurait pu réussir cet assemblage entre le premier et le dernier ? — Ouroboros ?
Se convirtió en su caparazón, un ensamblaje portentoso que lo protege mejor que una casa.
C’est devenu son cocon, un assemblage abracadabrant qui le protège mieux qu’une maison.
El mecanizado de los elementos constituyentes, la electrónica y el ensamblaje son cuestiones complejas.
Le processus d’assemblage des divers éléments mécaniques et électroniques est extrêmement délicat.
En ellos se habían encontrado extraños ensamblajes de fieras que eran como dinosaurios pero no, como mamíferos pero no, como aves pero no.
On y trouvait de surprenants assemblages d’êtres évoquant ou non des dinosaures, des mammifères, des oiseaux.
–Construyo ensamblajes ópticos y las estructuras que los soportan y los instrumentos de precisión que los mueven.
— Je construis des assemblages spéciaux et des structures qui soutiennent les ponts et les machines de précision qui les déplacent.
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