Traduzione per "manager office" a spagnolo
Esempi di traduzione.
The comparison is done by the general manager's office, using standards based on market requirements.
Las comparaciones las efectúa la oficina del gerente general, utilizando normas basadas en las necesidades del mercado.
6. To facilitate the operation of the Buffer Stock, the Council shall establish branch offices and such facilities of the Buffer Stock Manager's office, where necessary, in established rubber markets and approved warehouse locations.
6. Para facilitar el funcionamiento de la Reserva de Estabilización, el Consejo establecerá oficinas locales y servicios de la oficina del Gerente de la Reserva de Estabilización, en los casos en que sean necesarios, en los mercados de caucho establecidos y en los lugares de ubicación de los almacenes aprobados.
In relation to loss or destruction of the property, Pirelli has submitted two photographs; one showing damage to its stores at Mina Abdulla and the other showing damage to the area manager’s office.
419. En relación con la pérdida o destrucción de los bienes, Pirelli ha facilitado dos fotografías; una en la que se muestran los daños sufridos por sus almacenes en Mina Abdulla y otra en la que se observan los desperfectos sufridos en la zona de la oficina del gerente.
The search warrant was probably sitting in the fax machine inside the manager’s office.
La orden de registro estaría posiblemente esperando en el fax de la oficina del gerente.
“You came into the general manager’s office in Jermyn Street while I was there.
—Entró usted en la oficina del gerente general, en la calle Jermyn, cuando yo estaba allí.
When Miles entered the manager's office, two others were there with Nathanson.
Cuando Miles entró en la oficina del gerente, vio que otros dos hombres acompañaban a Nathanson.
In the hotel manager’s office Dr. Lopez gave a brief statement to the police.
En la oficina del gerente del hotel, el doctor López dio un breve informe a la policía.
And the first person I saw, coming out of the manager's office, was Mr. Howard Brooke.
Y a la primera persona que vi al salir de la oficina del gerente fue a Howard Brooke.
The sign outside the property manager’s office said that they would be back at 2:00, which had already come and gone.
El letrero que había en la puerta de la oficina del gerente decía que volvería a las dos, pero las dos ya habían pasado.
Ella opened up the records room behind the manager's office, and Eric plunged in among the filing cabinets.
Ella Strome nos abrió el cuarto de los archivos, atrás de la oficina del gerente y Eric se zambulló entre los alineados gabinetes.
It was a promise he could not keep, not until he had sold his fish, and he pushed his way through them and strode around the corner of the factory towards the manager's office.
Era una promesa que no podría mantener mientras no vendiera su pescado. Se abrió paso entre ellos y rodeó la fábrica hacia la oficina del gerente.
The grim masseuse-like woman with the ammoniac cotton wool frowned from the stairhead; a dwarfish attendant from the ladies’ tualet was with her, nodding and saying ‘Pyahnaya’. Paul was annoyed and growled, ‘She’s not drunk, blast you.’ And so they got Belinda painfully downstairs and placed her on a chair in the shadows by the manager’s office. A hellish noise of bawling and banging and smashed glass came from the street; there was frenzied hammering on the front door.
La mujerona torva con pinta de masajista que llevaba el trapo empapado en amoníaco les miraba ceñuda desde el arranque de la escalera, acompañada de la canija encargada del tualet de las damas que meneaba la cabeza y decía: «Pyahnaya.» A Paul le molestó y soltó un bufido: «¡Qué coño va a estar borracha!» De esa forma transportaron a Belinda escaleras abajo hasta depositarla en una silla en la oscura oficina del gerente. De la calle llegaba una algarabía infernal de berridos, golpes, vidrios rotos, un frenético golpeteo de la puerta principal.
As the evening went on, Madrid turned into a ghost town (a city without any open bars or restaurants, with no taxis and barely any traffic, with empty streets where gangs of extreme right-wingers strutted about chanting slogans, smashing windows and intimidating the few passersby as people shut themselves up in their houses and sat glued to the radio or television, which for a while had broadcast nothing but military music or classical music, because since before eight the public radio and television stations had been occupied by a detachment commanded by a captain from the Brunete Division), opposite the façade of the Cortes, on the other side of Carrera de San Jerónimo, the salons and stairways of the Hotel Palace began to seethe with military men of every force and rank, journalists, photographers, radio broadcasters, onlookers, drunks and crackpots, and almost immediately a little crisis cabinet was set up in the manager’s office composed among others of General Aramburu Topete, Director General of the Civil Guard, and General Sáenz de Santamaría, Inspector General of the national police, two loyal members of the military who’d arrived at the Cortes building shortly after the assault and who, as soon as they understood that the hostage situation could go on for an unpredictable length of time, set up two security cordons – one of national police, the other of Civil Guards – with the aim of sealing off the building and keeping control of the maelstrom around it.
Mientras a medida que avanzaba la tarde Madrid se convertía en una ciudad fantasmal (una ciudad sin bares ni restaurantes abiertos, sin taxis ni apenas circulación, con calles despobladas por donde bandas de ultraderechistas campaban a sus anchas coreando consignas, destrozando escaparates e intimidando a los escasos transeúntes al tiempo que la gente se encerraba en su casa y se pegaba a aparatos de radio y televisión que a ratos no emitían más que música militar o música clásica, porque desde antes de las ocho de la tarde la radio y la televisión públicas habían sido ocupadas por un destacamento mandado por un capitán de la Brunete), frente a la fachada del Congreso, al otro lado de la Carrera de San Jerónimo, los salones y escalinatas del hotel Palace empezaron a hervir de militares de todas las armas y graduaciones, de periodistas, fotógrafos, locutores de radio, curiosos, borrachos y chiflados, y casi en seguida se instaló en la oficina del gerente del hotel un pequeño gabinete de crisis compuesto entre otros por el general Aramburu Topete, director general de la guardia civil, y por el general Sáenz de Santamaría, jefe de la policía nacional, dos militares leales que llegaron a las cercanías del Congreso poco después del asalto y que apenas comprendieron que el secuestro podía prolongarse durante un tiempo imposible de prever montaron dos cordones de seguridad – uno de la policía nacional, otro de la guardia civil – con el fin de aislar el edificio y dominar la vorágine de sus alrededores.
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