Traduction de "a tiros" à française
Exemples de traduction
Tiros —dijo el Enano—. Tiros, tiros.
— Des tirs, dit le Nain. Des tirs, des tirs.
Fue una orgía de tiros.
Ce fut une orgie de tir.
–¿Por qué disparan tiros?
– Qu'est-ce qui leur a pris de tirer ?
—¡Nos matarán a tiros!
— Ils vont nous tirer dessus !
Tir ya estaba loco.
— Tir était déjà dingue.
En ese instante, no hay tiros.
À cet instant, il n’y a pas de tirs.
¿Cuántos tiros habían sido?
Combien de tirs avait-il reçus ?
Y los tiros al pato no son baratos.
Et les tirs aux canards ne sont pas donnés ;
Harry se volvió automáticamente y vio que habían destrozado el timbre a tiros.
Harry se retourna machinalement et constata qu’une balle avait détruit la sonnette.
Todos se hallaban aplastados o retorcidos de algún modo por gigantescas tiras de varec.
Chaque fois, le suba avait été broyé ou détruit d’une manière quelconque par de gigantesques faisceaux de varechs.
Unas enredaderas habían crecido a partir de dos delgadas tiras de suelo, envolviendo la casa y derrumbándola.
Des plantes grimpantes sorties de deux étroites bandes de sol avaient recouvert et détruit la maison derrière lui.
Rebotó una última ráfaga hacia los blásters de los atacantes (falló todos los tiros) y saltó enfrente del droide, que todavía trataba de atacarlo con el arma destrozada.
Renvoyant leur dernière salve vers les blasters des droïdes – sans réussir à les toucher –, il bondit devant celui qui s’entêtait à le viser avec son arme détruite.
Se oían tiros a lo lejos, de vez en cuando uno que sonaba más cerca. Pero lo que más lo impresionó fue lo de las vitrinas: las vitrinas destrozadas de la séptima, las joyerías y los almacenes colmados de gente que sacaba cosas: neveras, radios, ropa a manos llenas.
Les coups de feu résonnaient au loin, et parfois plus près de lui, mais ce sont les vitrines qui l’ont le plus impressionné, les vitrines détruites de la Carrera Séptima, les bijouteries, les commerces bourrés de gens qui volaient des objets : réfrigérateurs, radios, des tonnes de vêtements.
Varios aviones aliados fueron derribados por los de su propio bando, y al día siguiente un piloto americano, cuyo avión había sido derribado sobrevolando la playa Utah, fue acribillado a tiros de ametralladora por un nerviosísimo zapador mientras descendía en paracaídas.
Un certain nombre d’avions alliés furent détruits en plein vol par leur propre camp et, le jour suivant, un pilote américain, dont l’appareil avait été abattu au-dessus d’Utah Beach, fut mitraillé, alors qu’il descendait en parachute, par un homme du génie au comble de l’excitation.
Se puso en pie tambaleándose y miró en derredor. Había poco que ver; solo el borroso contorno del tortuoso paisaje de destrucción y hundimiento que era el interior de la nave siniestrada, los mamparos y las cubiertas inclinadas, las enormes tiras de material desconocido que colgaban del techo invisible en la lejana oscuridad.
Il se releva difficilement et jeta un regard alentour. On n’y voyait pas grand-chose, à part les contours vagues de ce paysage désolé, détruit et déformé qu’était l’intérieur de l’épave. Des ponts et des parois gauchies. Des morceaux d’un matériau inconnu suspendus au plafond invisible.
El monasterio se extendía en otros tiempos por un territorio enorme, y lo que quedó después de que se quemaran las hospederías de los peregrinos y se abandonaran los aposentos para los visitantes laicos, se subastaran los bosquecillos de bambúes y se talaran hasta su desaparición los pinares, bastaba para que su extensión aún pudiese calificarse de enorme, pero, como ocurriera en su día, el monasterio ahora tampoco debía su importancia y reconocimiento a las extraordinarias e impresionantes medidas que figuraban en el registro de la propiedad, anotadas en términos de ri y cho y jo, sino, por así decirlo, a esa cualidad especial que convertía la edificación del territorio en algo particularmente complejo, en algo intrincadamente monumental, a la ubicación de los edificios principales, del kondo y del pabellón de la enseñanza, de las residencias, oficinas y celdas, del comedor, de las salas de recepción y de alojamiento de los superiores de la orden, al sentido fundamentado en elevadas ponderaciones de los edificios de la intendencia, del cementerio, de los huertos, así como de la cocina, de las salas destinadas a recibir a los huéspedes, de los baños y de los lavaderos, a todo ese sistema que parecía responder a una lógica superior y que explicaba la relación entre las diversas partes del conjunto, pero que era difícil o imposible de comprender desde el punto de vista de una mirada cotidiana y, además, al hecho claramente perceptible de que el trazado de esa enorme cantidad de edificios y de los caminos o corredores cubiertos que conducían entre ellos se basaba en el seguimiento absoluto y definitivo de las precisas instrucciones de una plan infalible que no podía poner en duda nadie, ningún peregrino que llegara con sus experiencias cotidianas, aunque, a decir verdad, tampoco lo hacía, puesto que él mismo sabía que quien llega procedente de la Gran Puerta del Sur, quien franquea el alto umbral del segundo pórtico llamado Chumon, quien se adentra en el segundo patio y ve a un lado las tres plantas de la pagoda y al otro el campanario con el pájaro decidido a cantar en ese preciso momento, ya no debe preguntarse hacia dónde ir en ese monasterio, puesto que los caminos, los senderos marcados a ambos lados con troncos cortados y con tiras de paja de arroz, conducen por sí solos al recién llegado y le permiten encontrar precisamente el edificio que debe venir acto seguido para ayudarlo en su concentración, de suerte que así conoce primero el pabellón de oro llamado kondo, después el silencio del pabellón de la enseñanza, luego los patios y jardines que se siguen los unos a los otros, así ve desde el pabellón de oro la cerradura ornamental de la puerta que lleva al ámbito privado del superior de la orden y los lugares destinados a los visitantes, y así no deja nada al margen y no se olvida de visitar ninguno de los santuarios, aunque durante mucho tiempo tenga la sensación de que a buen seguro omitirá el más esencial de los pabellones puesto que, a todo esto, no guarda en la cabeza el mapa del conjunto, pero no es verdad, no lo es porque el camino de la visita se fundamenta en proponer una inmersión espiritual y está dirigido por un capricho, un capricho etéreo, sobrenatural, ligero, lúdico e infalible que funciona a base de improvisaciones de una fuerza particular, un capricho cuya creación, este sublime monasterio, sólo a un juicio superficial y precipitado puede parecerle una mezcla de elementos caóticos, traídos de todos los rincones y amontonados, un gran pajar donde se reúne todo, lo útil y lo fútil, lo valioso y lo confuso, porque lo cierto es que no es así, que este capricho es como la nada o, dicho de otro modo, es el mismo que creó el azul radiante del firmamento, que indicó al perro, a punto de morir por los golpes, los arbustos espinosos bajo cuya espesura podía liberarse, es el mismo capricho que prescribía la secuencia de los vientos, el sistema de la raigambre del ginkgo, la cadencia y el ritmo de la melodía del cantor en lo alto del vacilante campanario, así como esa tristeza inconmensurable, angustiosamente delicada, en la mirada del Buda que volvía la cabeza hacia un lado en el kondo. XIX
Le monastère s’étendait jadis sur un territoire gigantesque, et ce qu’il en subsistait, après la perte du réfectoire des pèlerins, détruit dans un incendie, des logements des hôtes laïcs, tombés en décrépitude, des bambouseraies, vendues aux enchères, et de la forêt de mélèzes, dont les arbres avaient été abattus, était encore suffisant pour que cette étendue soit qualifiée d’immense mais, aujourd’hui peut-être encore, tout comme jadis, comme au cours des mille dernières années écoulées, cette qualification n’avait rien à voir avec les dimensions réelles, ces mesures de grandeur époustouflantes exprimées en ri, en cho et en jo dans les registres de propriété, mais se justifiait par la nature extraordinairement complexe de sa structure architecturale, laquelle donnait sa pleine mesure à son étendue et lui conférait un caractère monumental ; l’emplacement des bâtiments principaux, du kondô, du pavillon de lecture des sûtras, des résidences, des bureaux, des cellules, du réfectoire, du pavillon de cérémonie, le caractère éminemment rationnel des bâtiments agricoles, du cimetière, des jardins potagers, de la cuisine, des salles d’accueil des hôtes, des bains, de la buanderie, le système de communication reliant les différents éléments en un ensemble, ce système rigoureusement réglementé échappait partiellement ou totalement à un œil profane, autrement dit était insaisissable, et pourtant on pressentait que l’emplacement de ces nombreux bâtiments et le réseau de chemins qui les reliait reposaient sur la stricte et inconditionnelle observation de consignes contenues dans un plan d’une précision extrême, et ce fait était incontestable, et personne, aucun pèlerin débarquant ici avec son vécu quotidien de profane ne pouvait le contester, aucun ne l’avait d’ailleurs jamais fait puisque celui qui venait de la Grande Porte du Sud, franchissait le haut seuil de la deuxième porte, le Chûmon, puis pénétrait dans une cour intérieure et apercevait d’un côté les trois étages de la pagode et de l’autre côté le campanile avec un oiseau chanteur perché sur son toit, n’avait plus la moindre hésitation sur la façon de circuler dans le monastère, car les sentiers, bordés de chaque côté par des piquets en bois et des cordes en paille de riz, étaient là pour guider le visiteur et le diriger exactement vers le bâtiment précis où il devait se rendre pour progresser dans son recueillement, c’est ainsi qu’il commençait par le pavillon d’or appelé kondô, puis pénétrait dans le silence de la salle de lecture des sûtras, après quoi il parcourait toute une succession de cours et de jardins, ce qui lui permettait d’apercevoir la serrure ouvragée de la porte qui donnait accès au domaine privatif du moine supérieur, et les espaces réservés aux visiteurs, et rien ne pouvait lui échapper, il ne pouvait manquer aucun sanctuaire, même s’il avait sans cesse l’impression qu’il allait rater un pavillon, peut-être le plus important d’entre eux, car l’image, le schéma pourrait-on dire, de l’ensemble ne pouvait jamais, à aucun moment, s’inscrire dans son cerveau, mais en réalité il ne pouvait rien manquer puisque l’itinéraire de la visite reposait sur une invitation au recueillement spirituel, et était donc guidé par un caprice, un caprice vaporeux, immatériel, ludique et léger, un caprice doté d’une capacité d’improvisation hors du commun, mais qui ne commettait aucune erreur, un caprice dont le produit, ce splendide monastère, offrait l’aspect, si on le jugeait rapidement et superficiellement, d’un conglomérat confus d’éléments disparates assemblés pêle-mêle, telle une immense meule où tout – rigueur, futilité, valeur, confusion – aurait été jeté ensemble, alors qu’il n’en était rien, ce caprice était comme le néant, c’est-à-dire pareil à celui qui avait créé le bleu radieux du ciel tout là-haut, celui qui avait tracé l’itinéraire du chien battu à mort pour le mener à la délivrance sous les épaisses épines du buisson de houx, celui qui avait dicté l’ordre de passage des vents, le cheminement des racines du ginkgo, le rythme et l’intonation du chant de l’oiseau sur le toit du campanile… et cette insurpassable tristesse, d’une délicatesse qui vous étreignait le cœur, dans le regard détourné du Bouddha à l’intérieur du kondô.
No había habido más tiros.
Il n’y avait plus eu de coups de feu.
—¿No oís esos tiros?
– Entendez-vous ces coups de fusil ?
Pero no quiero tiros.
Mais je ne veux pas de coups de feu.
Tiros sobre matorrales.
Coups de feu sur des buissons.
– He oído los tiros.
— J’ai entendu les coups de feu.
Pero me echaron a tiros».
On m'a chassé à coups de fusil. »
Pero eran tiros sin duda alguna.
Mais c’était manifestement un coup de feu.
—¿Oyó usted los tiros?
— Vous avez entendu les coups de feu ?
—¿Es usted el que ha avisado de los tiros?
— C’est vous qui avez signalé les coups de feu ?
Actúa en fotonovelas y películas de tiros y puñetazos. No me gusta.
Il joue dans des romans-photos et des films d’action. Je ne l’aime pas.
Ni fotos de la familia, ni de futbolistas, ni calendarios de partidillos ni tiras cómicas.
Pas de photos de famille ni de footballeurs, pas de calendrier des matchs ni de dessins humoristiques.
Vende hasta cámaras desechables, ¡así que si las fotos han salido mal, zas, las tiras a la basura!
Elle vend même des appareils jetables, si les photos sont ratées, hop, tu les mets à la poubelle !
Alcanzas la cámara, la agarras, la tiras al suelo y metes al fotógrafo en el coche.
Tu lui arraches l’appareil photo des mains pour le jeter violemment contre l’asphalte puis tu saisis le paparazzi par le col et tu le flanques dans son véhicule.
Terry ya se había dado cuenta de por dónde iban los tiros, y se concentró todo lo que pudo en aquella foto.
Terry commençait à comprendre la tournure que prenait cet exercice, et il fit un effort de concentration sur la photo suivante.
¿Viste las fotos de los japoneses convertidos en vegetales y de los niños a quienes se les caía la piel a tiras en Kioto?
As-tu vu des photos prises à Kyoto d’hommes-végétaux et des enfants japonais dont la chair se décollait des os ?
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