Traduction de "corn cob" à espagnol
Phrases de contexte similaires
Exemples de traduction
Inedible parts of food, bones, and things comparable to carrot leaves and corn cobs. Broken tools.
Restos de comida, huesos y cosas comparables a hojas de zanahoria y mazorcas de maíz. Herramientas rotas.
Old Mahailey herself came in from the yard, with her apron full of corn-cobs to start a fire in the kitchen stove.
La propia Mahailey entró del jardín con el delantal lleno de mazorcas de maíz para encender el fuego de la cocina.
Why did you rent a jeep instead of a car like anyone else?’ In the corners of the storeroom were piles of corn cobs and rats.
¿Por qué alquilaron un jeep y no un auto, como todo el mundo? En los rincones del cuarto había mazorcas de maíz amontonadas, y ratas.
Corn cobs were widely used as fuel, as were dried cowpats – known euphemistically and rather charmingly as ‘surface coal’.
Se utilizaron las mazorcas de maíz a modo de combustible, así como las boñigas de vaca, que pasaron a conocerse eufemísticamente y con cierto encanto como «carbón de superficie».
Middle-aged peasant ladies in heavy bodices squatted by charcoal braziers; roasting skewered meat and corn cobs.
Unas campesinas de mediana edad que lucían unos ajustados corpiños permanecían agachadas junto a unos braseros de carbón, asando brochetas de carne y mazorcas de maíz.
She may be lying in bed reading a book, she may be making love with a prize fighter, or she may be running like mad through a field of stubble, one shoe on, one shoe off, a man named Corn Cob pursuing her hotly.
Puede estar acostada leyendo un libro, puede estar haciendo el amor con un boxeador, o puede estar corriendo como una loca por un campo de rastrojos, con un solo zapato, perseguida ferozmente por un hombre llamado Mazorca de Maíz.
Turning the pages over it seems to me that I am back home again reading the headlines, listening to the goddamned radios, riding tin buggies, drinking cheap gin, buggering virgin harlots with a corn cob, stringing up niggers and burning them alive.
Al volver las páginas, me parece que estoy de nuevo en casa leyendo los titulares, oyendo las malditas radios, yendo en latas con ruedas, tomando ginebra barata, dando por culo a una ramera virgen con una mazorca de maíz, ahorcando negros y quemándolos vivos.
There were a few people walking by—a tall man, with shabby trousers, eating a fire-charred corn cob, a woman carrying a baby, strapped to her back with its shawl, the baby’s head nodding in sleep. One of her neighbour’s yellow dogs, lean and undernourished, slunk by, occupied in some mysterious, but quite purposeful canine business.
Vieron pasar a algún que otro viandante, un hombre alto con pantalones harapientos comiéndose una mazorca de maíz carbonizada, una mujer que llevaba un bebé a la espalda, atado con un chal, y uno de los perros rubios de su vecina, un animal flaco y desnutrido que en aquel momento pasó por delante con paso decidido, atraído por algún misterioso asunto perruno.
Sometimes I served the brawn as a first course, sometimes as the main course, but the recipe never varied. THE MASTER ALSO had much to say about the nature and virtues of sows, boars, and suckling pigs during those fast-moving two-hour sessions: we learned that where he came from they were all fattened with corn cobs but that there were also oak woods planted specially to supply them with acorns; that acorns made for firm and not overly fatty meat, but that the fat layer was not to be looked down upon, because it could be rendered in a pan into dripping and cracklings; that pig’s liver, pig’s heart, and pig’s lung could be put through a meat grinder and – like the blood during the slaughtering process – turned into sausages (‘But please, gentlemen, add marjoram!’); and that the smoking of ham and bacon was a high art.
Unas veces, se servía como entremés, otras como plato principal. Sin embargo, la receta seguía siendo la misma. Mi Maestro pudo hablar mucho aún de cerdos, verracos y lechones, y de su aprovechamiento, durante la hora doble, que rápidamente pasaba. De que en su casa se cebaba a ese animal de bellota con mazorcas de maíz, «choclo», de que en su país había robledos especiales para alimentar a los cerdos, de que la bellota daba carne firme y no demasiado grasa, de que, sin embargo, la capa de grasa del cerdo no debía despreciarse, por lo que la pella de los riñones y del vientre se derretía para hacer chicharrones, y de que con el hígado, corazón y pulmones del cerdo, pasados por la máquina de picar, se podían —como en la matanza con la sangre del cerdo— hacer salchichas —«Pero, por favooor, con mejorana»—, y de que el ahumado de tocino y jamón era un arte suprema. Cuando todos, yo también, creíamos estar ya suficientemente iniciados y saciados de palabras, dijo para terminar:
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