Traducción para "hectically" a español

Hectically

adverbio

• febrilmente

Ejemplos de traducción

febrilmente adverbio

Nanny Rees just stared at her besottedly, directing the odd appreciative glance at my big boy: every now and then she would say something like 'Yes, my beauty,' or 'And don't forget so-and-so, angel, he was —' before Rachel hectically resumed. 'That Sunday on the Heath when those boys from Camden Town wouldn't give me my hoop back and you chased them all the way down to the Vale of Health and one of them shouted —' That sort of thing. I had to do a hell of a lot of laughing, and had also to maintain a stream of unbelieving Nos and You're kiddings, but I didn't mind.
el aya Rees se limitaba a mirarla con expresión atontada, y dirigía también de vez en cuando una ojeada apreciativa a mi volcán; en ocasiones decía cosas como «Sí, preciosa mía», o «Pero no te olvides de Fulano, pequeña, que era tan... », antes de que Rachel reanudara febrilmente sus rememoraciones. —Y aquella tarde en el parque, el día en que unos chicos de Camden Town no querían devolverme mi aro y tú fuiste a por ellos y los perseguiste cuesta abajo hasta... Cosas así. Yo tuve que esforzarme por soltar grandes carcajadas, y por mostrarme incapaz de creer que pudieran haber ocurrido aquellas anécdotas.

I might be crediting to Oona the thrill of relief I felt to reenter the Eighty-fourth Street sensorium, to hear Perkus’s strange music (if I asked what was playing he’d surely pretend to be shocked I didn’t know it), to step into his arena of exhaled fumes, knowing that soon enough I’d exhale plenty myself (I’d absentmindedly catalogued the presence of a fresh row of joints on the kitchen table, and one, half smoked, tipped into a tray), to see his information hectically distributed across the living-room afghan, a puzzle whose pleasure was its insolvability, to find myself restored to my small shelf in his collection.
Podía estar atribuyendo a Oona el alivio que me provocaba regresar al sensorio de la calle Ochenta y cuatro; escuchar la música extraña de Perkus (si preguntaba qué estaba sonando, él fingiría que mi ignorancia le dejaba estupefacto); entrar en su ruedo de humos exhalados, consciente de que pronto yo también exhalaría a raudales (catalogué distraídamente la presencia de una hilera de porros recién hechos en la mesa de la cocina y uno, a medio fumar, apoyado en una bandeja); contemplar la información febrilmente distribuida por la alfombra del salón, un puzzle cuyo placer radicaba en su naturaleza irresoluble; descubrirme de vuelta en mi pequeño estante de su colección.