Traducción para "les conviene" a francés
Ejemplos de traducción
¿Qué es lo que a ese otro (otros) le conviene que yo sepa y qué es lo que no le conviene?
Qu’est-ce qu’il convient à cet autre (ou à ces autres) que je sache, et qu’est-ce qui ne leur convient pas ?
La paga me conviene, el lugar me conviene, y podría decir que lady Ursula me conviene.
L’endroit me convient, le salaire me convient, et on pourrait dire que lady Ursula me convient.
Es el médico quien tiene que decidir lo que conviene que sepa el enfermo y lo que no conviene que sepa.
C’est au médecin de décider ce qu’il convient et ce qu’il ne convient pas d’apprendre au malade.
Os conviene, ¿sí o no?
Cela vous convient-il? Oui ou non.
Sé lo que me conviene.
Je sais ce qui me convient.
—¿Te conviene, Alain?
— Cela te convient, Alain ?
Ese papel no le conviene.
Ce rôle ne lui convient pas.
Mickey es la que más me conviene.
C’est Mickey qui me convient.
Mi ordenanza, que era evidentemente hombre de cierta experiencia, juzgó que había seleccionado mi atavío con acierto. —Nada que llame la atención —dijo—, una vestimenta decente y sencilla. Y en cuanto al espadín, a buen seguro que conviene a vuestro grado;
Le garçon, qui n’était pas dénué d’expérience, jugea mon équipement bien choisi. – Rien de voyant, me dit-il ; c’est un costume simple et convenable. Pour la rapière, il est vrai qu’elle sied à votre rang ;
escucharemos la música que deleitará a padre, que se pondrá sentimental, y beberá más de lo que conviene, y compraremos una porción de trajes, y me vestiré de napolitana, y llevaremos flores detrás de las orejas, y le tiraremos besos a Henry desde un balcón.
Père sera ravi, il se laissera attendrir et boira plus qu’il n’est bon pour lui. J’achèterai des tas de robes et de costumes, comme les Napolitaines, je porterai une fleur à l’oreille, et je vous enverrai des baisers, Henry, du haut d’un balcon.
No, no, me decía, ellos están en Narcóticos, pero igual me daba miedo, no estaba haciendo nada malo pero eran policías y a todo le veían lo malo, era mejor andarse con cuidado, así que me pasé la tarde paseando y en la noche fui al hotel a esperar a Andrés Felipe, y cuando le pregunté qué tal había ido lo encontré furioso, furioso con los gringos que les daban lecciones y furioso con el del DAS, que decía que el problema era que tenían que respetar los derechos de la gente y que en un país como este, en guerra, o se peleaba para ganar o se protegían derechos, y claro, Andrés Felipe, que había hecho cursos en Princeton, se sentía mal, no le cuadraba la teoría, pero se la tenía que tragar, porque la orden era seguir las instrucciones de los gringos, y luego, cuando los gringos se fueron, el mismísimo jefe les dijo, bien, muchachos, ya saben lo que tienen que hacer, los terroristas están metidos entre nosotros, no sólo en el monte, ojalá se hubieran quedado allá para ametrallarlos, pero no, ahora andan de corbata por los corredores y oficinas de la Corte Suprema, en las redacciones de prensa, en las universidades, en los sindicatos y las oenegés, y ahí no los podemos ametrallar, la guerra consiste en sacarlos a la luz, así que vamos a espiarlos, a escucharles lo que dicen al teléfono, y como esta pelea no da tregua y hay que ganarla rápido, conviene precipitar la cosa con testigos y testimonios, no podemos esperar a que los terroristas caigan por sí solos, es un modo de salvar vidas de compatriotas, ¿me están oyendo?, ¿alguien está en desacuerdo?, y todos, ¡no, no!, muertos de miedo, así me lo contó Andrés Felipe, porque según él lo que sentían ante el Supremo era sobre todo eso, miedo, un tipo tan frío y autoritario, con esa mirada gélida, desprovista de escrúpulos, como la de una serpiente que está a punto de morder, y todos salían a obedecerlo.
Non, non, je me disais, eux, c’est le service des Narcotiques, mais j’avais quand même peur, je ne faisais rien de mal, mais c’étaient des policiers et ils voyaient le mal partout, il valait mieux être prudente, aussi j’ai passé l’après-midi à me promener et le soir je suis rentrée à l’hôtel pour attendre Andrés Felipe. Quand je lui ai demandé comment ça s’était passé, il était furieux, furieux contre les gringos qui leur donnaient des leçons, furieux contre le DAS qui disait que le problème c’était qu’ils devaient respecter les droits des gens et que dans un pays comme la Colombie, un pays en guerre, il fallait choisir, soit on se battait pour gagner, soit on respectait le droit, et bien sûr, Andrés Felipe, qui avait fait des études à Princeton, se sentait mal, ça ne collait pas avec la théorie, mais il devait l’avaler, parce que l’ordre était de suivre les instructions des gringos, et quand les gringos sont partis, le chef en personne leur a dit : eh bien, les gars, vous savez maintenant ce que vous devez faire, les terroristes sont parmi nous, pas seulement dans la forêt, dommage qu’ils n’y soient pas restés pour qu’on les mitraille, mais maintenant ils sont en costume cravate dans les couloirs et les bureaux de la Cour suprême, dans les rédactions des journaux, dans les universités, les syndicats et les ONG, et là on ne peut pas les mitrailler, la guerre consiste à les découvrir, alors on va les espionner, écouter ce qu’ils disent au téléphone, et comme ce combat est sans trêve et qu’il faut le gagner rapidement, nous avons tout intérêt à précipiter les choses avec des témoignages, nous ne pouvons pas attendre que les terroristes tombent d’eux-mêmes, l’enjeu c’est de sauver la vie de nos compatriotes, vous m’avez bien compris ?
Mi primer polvo, qué tal eso, sí, no hay problema, sus bragas… Lo primero que me vuelve es ella deslizando las bragas por sus caderas… mirándome con picardía desde debajo del pelo que le tapaba la cara, yo estaba paralizado, nunca había visto a una mujer desnudarse… salvo en las películas, por supuesto… pero en aquellos tiempos nunca veías realmente a una mujer quitándose las bragas en la pantalla, ahora que lo pienso no sé seguro si alguna vez… Me refiero a que sí las veías flotando por el aire o un primer plano de unas bragas en el suelo, pero no a la mujer real… Quizás sea un acto demasiado torpe o feo, difícil de hacer con gracia o con erotismo, encorvarse y agacharse y sostenerse sobre una sola pierna mientras la otra… Las bailarinas de striptease, por ejemplo, siempre tienen algún tipo de broche o de velero que les permite deshacerse de ellas con un solo movimiento… ah, aquella chica en aquel local de Soho que se quitó el tanga antes que el sujetador… no pensaba en nada, o mejor dicho estaba pensando en otra cosa que en su destape, soñando despierta, era a media tarde, una hora muerta, y sólo había unos cuantos clientes en el local, a saber qué diablos hacía yo allí, entre una reunión y otra, quizás un poco bebido y cachondo después de un almuerzo de trabajo, quizás, no me acuerdo, pero allí estaba yo con media docena de pajeros solitarios, desplomados en nuestros asientos en la penumbra tintada de violeta contemplando a aquella chica que ejecutaba su rutina como una sonámbula bajo el cono de un foco, que se despojaba de prendas y telas de su vestimenta mientras arrastraba los pies y cimbreaba las caderas al compás de música disco grabada, hasta quedarse en sujetador y tanga, ah… y nosotros los hombres del público nos incorporamos de un brinco como si nos hubieran aplicado una suave descarga eléctrica… una expresión de vergüenza intensa se pintó en la cara de la chica, que dio un traspié en su baile y perdió el ritmo en cuanto se percató de lo que había hecho y se ruborizó, se sonrojó de verdad, y murmuró “Perdón”, la primera vez que hablaba en aquel escenario o apuesto que en cualquier otro, las strippers nunca hablan, y luego se puso otra vez el tanga y continuó su ritual robótico… Robótico, sí, si se pudieras colocar el hardware en una envoltura convincente de carne sintética sería relativamente fácil fabricar un robot que hiciera striptease, quiero decir que el programa sería muy sencillo… Pero por un momento, sólo durante un momento, ella pareció un ser humano real, imprevisible, falible, vulnerable… alguien se rió en la oscuridad, una breve carcajada parecida a un ladrido, que provocó otras pocas risotadas en el público disperso, y se rompió el ambiente de sombrío erotismo onanista… Porque el protocolo del striptease es estricto, hay que observar cierto orden en la exposición de miembros… cualquier desviación quebrará el marco del suceso, hará que parezca natural… como desnudarse para meterse en la cama en casa… todo el mundo tiene su propia manera de hacer eso, su propio orden, y a veces lo cambias si te conviene… Carrie, por ejemplo, algunas veces se quita las bragas antes que el sujetador, y deambula por el dormitorio así, como si fuese a utilizar el bidé, al menos solía hacerlo, ya no se pasea desnuda muchas veces, se siente cohibida por su silueta… Martha se quitó las bragas al final, pero aquello fue una especie de destape, me miraba todo el rato, disfrutando de su poder sobre mí… Yo estaba sentado en la cama con una erección que producía un pico como el Everest en mis calzoncillos, con los ojos abiertos como platos, sin respirar apenas y con la boca seca pero incapaz de tragar… los oídos me escocían por los sonidos que venían de fuera, aunque hubiera visto a Torn Beard salir esa mañana en su vieja camioneta con Sol en el asiento del pasajero y un remolque lleno de ovejas que ya habían rebasado su época de esplendor y de las que iba a deshacerse en el mercado, cómo le llaman a eso… “selección de edad”, sí, aunque yo supiera que iba a estar ausente hasta la noche, seguía temiendo que ocurriese algo, una avería, por ejemplo, o un accidente, y que volviera a casa inesperadamente… “No te preocupes, amor”, dijo ella, mientras me llevaba de la mano desde la cocina a la escalera. “A un coche se le oye desde kilómetros de distancia, y esa cafetera chirría como un demonio…”. Me llevó arriba a su dormitorio y corrió las cortinas, pero apenas oscurecieron el cuarto, el sol de la tarde que brillaba a través de la fina tela bañaba a Martha en una suave luz rosa, como a una stripper en un escenario… Y ella empezó a desvestirse, despojándose de cada prenda y doblándola con cuidado en el respaldo de una silla windsor… ¿A qué estás esperando?», me dijo, y yo la miré boquiabierto como un idiota. «No seas tímido, no será la primera vez que te veo sin ropa», dijo ella, refiriéndose a la tarde en que me vio nadando en el arroyo con los perros… Un día sofocante, acabábamos de conducir el rebaño a otro pasto, las ovejas pacían ávidamente en la suculenta hierba fresca.
La première fois que j’ai baisé, pourquoi pas, oui, pas de problème, sa petite culotte… La première chose qui me revient, c’est elle en train de faire glisser sa culotte sur ses reins… le regard par en dessous qu’elle me jetait à travers ses cheveux lui tombant devant le visage, j’étais hypnotisé, je n’avais jamais vu une femme se déshabiller… sauf dans les films, bien entendu… mais à l’époque il était exclu de voir à l’écran une femme retirer vraiment sa culotte, d’ailleurs je ne suis pas sûr d’avoir jamais… je veux dire qu’on voit par exemple le slip projeté à travers la chambre ou bien gisant sur le tapis, en gros plan, mais pas la femme l’enlever vraiment… c’est peut-être une action trop ordinaire, trop gauche, difficile à faire de façon gracieuse ou érotique, se baisser, se courber, se tenir en équilibre sur une jambe puis sur l’autre… Les strip-teaseuses ont toujours un système de bouton-pression ou de velcro pour pouvoir envoyer ça promener d’un seul geste… hé hé, la fille dans cette boîte à Soho comment ça s’appelait déjà qui avait retiré son string avant son soutien-gorge… elle avait fait ça sans y penser, elle pensait à autre chose, elle rêvassait, c’était le milieu de l’après-midi, une heure creuse, guère de clients, Dieu sait ce que je fichais là, peut-être tuer le temps entre deux rendez-vous, ou bien un peu beurré, allumé en sortant d’un déjeuner d’affaires, je ne me souviens plus, toujours est-il qu’on était là avec une demi-douzaine de branleurs solitaires affalés sur nos fauteuils dans la pénombre violacée, à mater cette fille sous le faisceau d’un projecteur qui exécutait son numéro comme une somnambule, qui épluchait son costume morceau par morceau tout en bougeant les pieds et en tortillant des hanches au rythme d’une musique disco, jusqu’à ce qu’elle n’ait plus sur elle que son soutien-gorge et son string… après quoi, distraitement, elle a retiré le string avant le soutif, hé hé… et nous les mecs dans la salle on a tous sursauté comme sous l’effet d’une petite décharge électrique… le visage de la fille a exprimé un embarras extrême, elle a marqué un temps d’arrêt dans sa danse et perdu le tempo en se rendant compte de ce qu’elle venait de faire, elle a rougi, réellement rougi, et elle a marmonné « Excusez-moi », les premiers mots qu’elle prononçait sur cette estrade ou sur toute autre, sans doute, une strip-teaseuse ne parle jamais, puis elle a remis son string en place et poursuivi son numéro de robot… Oui, de robot, si on arrivait à loger le hardware dans une enveloppe convaincante de chair synthétique il serait relativement facile de fabriquer un robot effeuilleuse, quoi, ce serait si simple à programmer… Mais pendant un instant, rien qu’un instant, elle avait eu l’air d’un être humain, imprévisible, faillible, vulnérable… quelqu’un a lâché un rire dans la pénombre, une espèce d’aboiement qui a entraîné des gloussements en chaîne parmi les rares spectateurs, et l’ambiance d’érotisme, d’onanisme morose a été rompue… Car le protocole du striptease est strict, il impose un certain ordre dans le dévoilement des parties du corps… en portant atteinte au cadre établi de la scène, tout écart la fera paraître naturelle… comme un simple déshabillage chez soi pour se mettre au lit… chacun se déshabille à sa façon, dans un ordre qui lui est propre, et il lui arrive d’en changer si ça l’arrange… Carrie, par exemple, elle enlève parfois son slip avant son soutien-gorge et elle se balade comme ça dans la chambre si elle s’apprête à se servir du bidet, enfin c’est ce qu’elle faisait avant, maintenant c’est rare qu’elle se promène à poil, elle ne tient pas à exhiber son embonpoint… Martha avait retiré sa culotte en dernier, mais c’était une sorte de strip-tease qu’elle pratiquait devant moi, sans me quitter du regard, jouissant du pouvoir qu’elle exerçait… j’étais assis sur le lit avec une érection grosse comme l’Everest sous mon slip, les yeux écarquillés, le souffle coupé, la bouche sèche, la gorge nouée… Je guettais les bruits du dehors, même si j’avais vu Tom Beard se tirer ce matin-là au volant de sa vieille camionnette avec Sol occupant la place du passager et la remorque remplie de brebis guettées par le retour d’âge qu’il allait fourguer à la foire… oui, même si je savais qu’il ne rentrerait que tard dans la soirée, je craignais quand même qu’il arrive quelque chose, une panne, un accident, à cause de quoi il reviendrait inopinément… « T’inquiète pas, chéri, avait-elle dit en m’entraînant par la main hors de la cuisine vers l’escalier, on entend venir les voitures à des kilomètres, et les grincements de cette vieille grille réveilleraient un mort… » Elle m’a emmené dans sa chambre où elle a fermé les rideaux mais ça n’a guère obscurci la chambre, le soleil de l’après-midi luisait à travers la mince cotonnade et répandait une lumière rosée sur Martha, telle une strip-teaseuse en scène… et elle s’est mise à se dénuder, à ôter ses vêtements un par un en les pliant soigneusement sur le dossier du fauteuil en bois… « Eh ben alors qu’est-ce que t’attends ?
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