Übersetzung für "pequeño niño" auf französisch
Pequeño niño
Übersetzungsbeispiele
El pequeño niño de cabello castaño rio.
Le petit garçon aux cheveux marron gloussa.
Un pequeño niño de cuatro años. Su Danny.
Un petit garçon de quatre ans. Son Danny.
Pensar en el pequeño niño que tan seriamente hablaba con ella de manga le provocaba un nudo en el estómago.
À la pensée du petit garçon qui parlait de mangas avec tant de sérieux, sa gorge se noua.
—Riley divisó a un pequeño niño con ojos de cardinal acercándose por el corredor—. Hola, Toby.
(Il repéra un petit garçon aux yeux de cardinal qui arrivait dans le couloir.) Salut, Toby.
Pismire, Bane y Brocando estaban sentados en un semicírculo, mirando al pequeño niño tomar la sopa.
Forficule, Fléau et Brocando, assis en demi-cercle, observaient le petit garçon en train de manger de la soupe.
Un mensajero le envió un obsequio unos días más tarde, una estatua para su jardín, un pequeño niño con rostro de ángel.
Quelques jours plus tard arriva un cadeau par porteur spécial : une statue pour son jardin représentant un petit garçon au visage angélique.
El pequeño niño de cabello rubio corrió por el polvoriento corredor con sus pies desnudos golpeando en silencio la piedra desnuda.
Le petit garçon aux boucles d’or courait dans le couloir poussiéreux, ses pieds nus silencieux sur les pierres polies par l’âge.
Junto a él había una mujer que conducía de la mano a un pequeño niño que acaso hubiese contemplado tres veranos, vestido de blanco con una guirnalda de flores alrededor de su cuello.
À ses côtés, une femme tenait par la main un petit garçon vêtu de blanc, une guirlande de fleurs autour du cou, qui avait peut-être vu passer trois étés !
El ser más joven de Mister X soltó un chillido de frustración, irrumpió en la cocina y se trasladó fuera, en busca de un pequeño niño que, lo sabía, se le había vuelto a escapar.
La plus jeune incarnation de Mr. X poussa un cri de frustration aigu, passa en trombe dans la cuisine puis se transporta dehors, à la poursuite d’un petit garçon qui, elle le savait, lui avait encore une fois échappé.
Habiendo notado ya a los otros cinco, Silver vio como Valentín arrojaba a su cachorro, notando la posición en que aterrizó Fitz, y luego miró al pequeño niño en sus brazos. —¿Listo?
Ayant déjà repéré où se trouvaient les cinq oursons, Silver regarda Valentin jeter le sien et nota l’endroit où Fitz avait atterri, puis elle baissa le regard sur le petit garçon qu’elle tenait dans les bras. — Prêt ?
Ciena extendió sus brazos para alzar a un pequeño niño y subido a la nave, después le dio la mano a su padre para ayudarlo.
Ciena ouvrit les bras pour recueillir un petit enfant, qu’elle hissa à l’intérieur, puis tendit la main à son père.
Un pequeño niño Meewink corrió tras él y se aferró del cuero del estribo y trató de cortarlo en la ingle con el pequeño cuchillo de concha;
Un minuscule enfant de Meewink s’élança derrière lui, s’accrocha au cuir d’un étrier et pointa son couteau de coquillage vers son bas-ventre.
Ella lo llamaba de pequeño niño adoptado, niño abandonado, y decía: «A ti te encontramos en los bosques del Carmel». A veces su padre la corregía: «Pero qué bosques ni que bosques, lo encontramos en una callejuela junto al puerto». Su madre murmuraba tímidamente: «No fue así.
Tout petit déjà, elle l’appelait « l’adopté », « l’enfant trouvé », ajoutant : « Toi, on t’a découvert dans les forêts du Carmel. » « Non, pas dans les forêts du Carmel, quelle idée, nous l’avons recueilli dans une rue près du port », corrigeait son père.
Ahí tenemos a Traddles, el muchacho regordete metido en sus pantalones bombachos, que dibujando esqueletos olvida el dolor de los azotes que acaba de recibir, y a Kit, el más leal entre los leales, al pequeño Nickelby, y a aquel otro niño que aparece en todas partes, este hermoso «y pequeño niño que no ha sido tratado precisamente con amabilidad» y que no es otro que el propio Charles Dickens, el escritor que inmortalizó como nadie las penas y alegrías de la infancia.
Voici Traddles, le garçon poupin, avec ses larges culottes bouffantes, qui oublie la douleur des coups reçus en s’amusant à dessiner des squelettes. Voici Kit, le fidèle des fidèles, le petit Nickleby, et puis cette figure revenant sans cesse, ce joli gosse, « très petit et qui précisément n’est pas traité trop aimablement », qui n’est autre que Charles Dickens lui-même, l’écrivain qui, comme pas un, a rendu immortels ses propres plaisirs et ses propres souffrances d’enfant.
Con motivo de su gusto por lo artificioso, los antiguos habían evitado las trampas que les esperaban según la breve descripción de Plinio ya que, si debían hacer caso de sus palabras, no sólo tenían que sugerir la rápida huida del águila, sino el cuidado con el que procura evitar que el niño raptado salga herido mientras lo lleva por los aires. A Rembrandt le importaban bien poco las sutilezas de este tipo. El fenómeno de lo real era lo que cautivaba toda su atención y, fiel a sus principios, su primer pensamiento fue el de reproducir el incidente tal y como previsiblemente podría haber ocurrido en la vida real. La forma, el plumaje aleonado y el vuelo del pájaro fueron estudiados a partir de un águila real, no sabemos si viva o disecada, y utilizó un pequeño niño regordete holandés como tipo para la composición. Se trata de un modelo que figura en varios dibujos, y que en esta ocasión seleccionó como referente del favorito de Júpiter.
Ce n’est qu’à force d’ingéniosité que les anciens ont pu éviter les écueils du programme exposé par Pline lui-même dans sa courte description en cherchant à exprimer à la fois le vol rapide de l’aigle et les ménagements dont il use afin de ne pas blesser l’enfant qu’il vient d’enlever et qu’il transporte à travers l’espace. Rembrandt partit de là, et, fidèle à ses habitudes, il voulut avant tout tenir compte des conditions dans lesquelles ce fait a pu se passer. C’est d’après un aigle vivant ou empaillé qu’il étudia la forme, le plumage fauve et le vol de l’oiseau ravisseur et c’est un enfant hollandais, avec son corps potelé et ses traits rudes, qu’il avait sous les yeux et dont nous retrouvons d’ailleurs le type dans plusieurs de ses dessins, qui a servi de modèle pour le favori de Jupiter.
Puesto que la ciencia es extraña, un animal extraño, que busca su madriguera en los sitios más absurdos, y trabaja siguiendo meticulosos planes que desde fuera sólo pueden ser considerados inescrutables e incluso, en ocasiones, cómicos, pues no parecen más que un vacuo vagabundeo y, en cambio, son geométricas sendas de caza, trampas repartidas con sapiencial arte, estratégicas batallas frente a las cuales uno queda estupefacto, un poco como le sucedió al barón de Carewall cuando aquel doctor vestido de negro al final le habló, mirándolo a los ojos, con fría seguridad, pero también, se diría, con un velo de ternura, algo totalmente absurdo, conociendo a los hombres de ciencia y al doctor Atterdel en particular, pero no del todo incomprensible sólo con que fuéramos capaces de penetrar en la cabeza del propio doctor Atterdel y en especial en sus ojos, donde la imagen de aquel hombre enorme y fuerte —nada menos que el barón de Carewall en persona— se deslizaba continuamente hacia la imagen de un hombre acurrucado en su cama, durmiendo allí como un niño, el gran y poderoso barón y el pequeño niño, uno dentro del otro, hasta que no era posible distinguirlos, era para acabar conmovidos, incluso siendo auténticos hombres de ciencia, como lo era, indiscutiblemente, el doctor Atterdel en el instante en que con fría seguridad y sin embargo con un velo de ternura miró a los ojos al barón de Carewall y le dijo Yo puedo salvar a vuestra hija —él puede salvar a mi hija —pero no será sencillo y en cierto modo será también terriblemente arriesgado —¿arriesgado? —es un experimento, no sabemos todavía con certeza qué efectos puede tener, creemos que puede servir en casos como este, lo hemos visto muchas veces, pero nadie puede decir con certeza que… —he aquí la geométrica trampa de la ciencia, las inescrutables sendas de la caza, la partida que aquel hombre vestido de negro jugará contra la enfermedad escurridiza e inasible de una muchacha demasiado frágil para vivir y demasiado viva para morir, enfermedad fantástica a la que no falta sin embargo un enemigo, y es desmesurado, una medicina arriesgada pero fulgurante, completamente absurda, pensándolo bien, tanto que hasta el hombre de ciencia baja la voz en el preciso instante en que ante los ojos inmóviles del barón pronuncia el nombre, nada más que una palabra, pero es lo que salvará a su hija, o la matará, pero con mayor probabilidad la salvará, una palabra sola, infinita, sin embargo, a su manera, hasta mágica, intolerablemente simple.
Car la science est bizarre, un animal bizarre, qui va se nicher dans les endroits les plus absurdes et travaille selon des plans minutieux qui, vus de l'extérieur, paraissent forcément impénétrables, et même parfois comiques, tellement ils ressemblent à un vagabondage oiseux, alors que ce qu'ils tracent c'est une géométrie de sentiers de chasse, de pièges disséminés avec art, et de batailles stratégiques devant lesquelles il peut arriver qu'on reste ébahi, un peu comme le fut le baron de Carewall quand, pour finir, ce docteur vêtu de noir lui parla, en le regardant dans les yeux, avec une froide assurance mais aussi, on aurait dit, comme un soupçon de tendresse, idée complètement absurde quand on connaît les hommes de science et en particulier le docteur Atterdel mais pas totalement incompréhensible pour quelqu'un qui aurait pu entrer dans la tête dudit docteur Atterdel, et plus précisément dans ses yeux, où l'image de cet homme grand et fort – le baron de Carewall en personne, malgré tout – ne cessait de se basculer en celle d'un homme recroquevillé dans son lit, y dormant comme un enfant, le grand et puissant baron et le petit enfant, l'un à l'intérieur de l'autre, à ne plus les distinguer, à finir par en être ému, même quand on est un véritable homme de science comme l'était, incontestablement, le docteur Atterdel en cet instant même où, avec une assurance froide mais pourtant aussi un soupçon de tendresse, il regarda dans les yeux le baron de Carewall et lui dit Je peux sauver votre fille – il peut sauver ma fille – mais ce ne sera pas simple et, en un certain sens, ce sera terriblement risqué – risqué ? – c'est encore expérimental, nous ne savons pas vraiment quel effet cela peut produire, nous pensons que cela peut avoir son utilité dans des cas comme celui-ci, la chose a été fréquemment constatée mais personne ne peut vraiment dire... – et le voilà, le piège géométrique de la science, les voilà les impénétrables sentiers de chasse, la partie que cet homme vêtu de noir s'apprête à jouer contre la maladie rampante et insaisissable d'une petite fille trop fragile pour vivre et trop vivante pour mourir, maladie imaginaire mais qui a quand même son ennemi, et cet ennemi est monstrueux, une médication risquée mais fulgurante, absolument insensée, quand on y pense, au point que l'homme de science lui-même baisse la voix, à l'instant où, sous le regard immobile du baron il prononce son nom, juste un mot, un seul, mais qui sauvera sa fille, ou alors la tuera, mais plus vraisemblablement la sauvera, un seul mot, mais infini, à sa manière, et magique, aussi, d'une intolérable simplicité. – La mer ?
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