Übersetzung für "mensajero es" auf französisch
Übersetzungsbeispiele
—Tenemos al mensajero, Sire… —¿Qué mensajero?
— Nous tenons le messager, sire… — Quel messager ?
Un mero mensajero, en el peor de los casos. —¿Un mensajero?
Au pire un simple messager. — Un messager ?
—Yo soy el mensajero.
— Je suis le messager.
—¿Eres el mensajero?
— Vous êtes le messager ?
—Pero yo no soy el mensajero;
— Mais je ne suis pas un messager.
No soy una mensajera.
Je ne suis pas un messager.
—¿Son vuestros mensajeros?
— Ce sont vos messagers ?
Y ese mensajero soy yo.
Ce messager, c'est moi.
¿Qué es un mensajero?
« Qu’est-ce qu’un messager ?
–Si no es más que esto, ya he encontrado un mensajero. – ¿Un mensajero seguro?
– Si ce n’est que cela, j’ai un messager tout trouvé. – Un messager sûr ?
Mensajeros Aliados, para Karen Mendelsohn.
— Allied Messenger, pour Karen Mendelsohn.
Estaba ahora en la Rué de Rivoli, ante las puertas de El Mensajero de Galignani.
Il était, dans la rue de Rivoli, devant le Galignani's Messenger.
—¿De qué se trata? —Mensajeros Aliados. San Francisco. ¿Me firma esto, por favor?
— C’est pour quoi ? — Allied Messenger, San Francisco. Vous désirez signer ?
[Tal como podemos decir, porque] hemos sabido que otros mensajeros han llegado hasta el Rey Brand en Valle, y que está asustado.
[As we can tell, because] We discover that messengers have come also to King Brand in Dale, and that he is afraid.
El pasillo que conducía a Mensajeros Aliados, excesivamente iluminado por tubos fluorescentes, olía a estireno, impresoras láser, zapatillas deportivas abandonadas, bolsas de comida rancia que trajeron a Chevette recuerdos de una guardería en un sótano sin calefacción, en Oregón, con una descolorida luz de invierno que se colaba por altas ventanas opacas.
Le couloir éclairé par des néons crus qui menait chez Allied Messengers sentait le polystyrène surchauffé, les imprimantes laser, les chaussures de sport abandonnées et les vieux sacs à sandwiches.
Ya en la calle, en el Boulevard d’Enfer, chistó a un cochero, casi gozando la sensación de ir apeñuscado entre baúles y mantas de viaje. El cochero, resplandeciente en sus pantalones de color castaño y su chaleco escarlata, recibió la promesa de una generosa propina y esto contribuyó a que entre los dos hombres se estableciera rápidamente un entendimiento. —Le voy a pagar por hora —le dijo des Esseintes; y luego, recordando que quería comprar una guía de Londres, fuera la de Bacdeker o la de Murray, agregó—: Cuando llegue a la Rue de Rivoli, deténgase en la puerta de El Mensajero de Galignani.
Une fois au boulevard d'Enfer, dans la rue, il héla un cocher, jouissant à être ainsi empêtré avec ses malles et ses couvertures. Moyennant la promesse d'un copieux pourboire, il s'entendit avec l'homme au pantalon noisette et au gilet rouge: – À l'heure, fit-il, et, rue de Rivoli, vous vous arrêterez devant le Galignani's Messenger; car il songeait à acheter, avant son départ, un guide Baedeker ou Murray, de Londres.
Sin embargo, ella lo dejaba correr, tal y como hacía cuando él le mentía sobre por que había perdido el trabajo en la Empresa Americana de Mensajeros (Dave le había dicho que habían hecho reducción de plantilla, pero otros tipos del barrio salieron a la calle durante las semanas que siguieron y les llovieron las ofertas de empleo), o como cuando le había contado que su madre había muerto de un ataque al corazón cuando todo el barrio sabía la historia de que Dave, al regresar a casa cuando cursaba el penúltimo curso en el instituto, se había encontrado a su madre sentada junto al horno, con las puertas de la cocina cerradas, con unas toallas que tapaban las ranuras y con la habitación llena de gas.
Elle n’avait pas insisté cette fois-là, de même qu’elle n’avait pas insisté lorsqu’il lui avait menti sur les raisons pour lesquelles il avait perdu sa place à l’American Messenger Service (il avait mentionné des restrictions budgétaires, mais d’autres gars du voisinage s’étaient fait embaucher par cette même société au cours des semaines suivantes) ou quand il lui avait raconté que sa mère était morte d’une crise cardiaque quand tout le quartier savait que Dave Boyle, alors en terminale, l’avait découverte un soir assise près de la gazinière dans la cuisine fermée, empestant le gaz, des serviettes empêchant l’air de circuler sous la porte.
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